Trinidad Bezanilla nació el 26 de Abril de 1982 en Santiago de Chile, en el ceno de una familia chilena que siempre le inculcó y apoyó su decisión de dedicarse al arte. Desde muy pequeña comenzó su educación en artes, en quinto básico tomó sus primera clases de pintura y desde entonces nunca detuvo su búsqueda por mejorar su técnica, algo que la llevó a enriquecerse con diferentes talleres y cursos de arte, además de cultivar sus conocimientos teóricos sobre historia del arte, haciendo énfasis en el neoclasicismo y los artista malditos. Todo ello la llevó a estudiar la carrera de Artes Plásticas en la Universidad Finnis Terrae, para luego hacer un Magíster en Gestión Cultural en la Universidad de Chile.
Sus trabajos han pasado por varias etapas, diferentes tipos de soportes y temáticas, pero sin duda el color, el movimiento y el ritmo son elementos que permanecen sin importar cómo se aborden. De esta forma las obras que más destacan son sus bailarinas, que significaron para la artista el retorno a la figura humana luego de haber pasado por temáticas más abstractas donde primaba el color y el ritmo.
La danza no solo es tema de sus obras, es también una disciplina que apasiona y que practica, algo que decidió llevar al lienzo en una gran variedad de soportes: congelar el movimiento, el instante indicado de una posición que retrata no solo la estética disciplinada de la bailarina, a su vez lograr capturar el ritmo, el espacio en el ésta se desplaza y la expresión que entrega la pose. Practicar la disciplina ha sido un ejercicio muy importante, pues le ha permitido entender aspectos técnicos acerca de posturas, formas, soportes del cuerpo, para tener mayor fluidez en su trabajo.
La artista describe su obra como una reflexión acerca de sus frustraciones, pero también como una manera de comprender el poder comunicativo del cuerpo humano, es un análisis a la necesidad de la perfección del cuerpo y la búsqueda de la belleza, que habla sobre una sociedad inconforme. “Es una obra sincera”, dice Trinidad, tanto por lo que significa para ella como persona, como por lo que comunica al espectador.
La versatilidad del soporte también forma parte de este análisis que hace la artista ya que, según la pintura se lo vaya requiriendo, ella apuesta por los mejores materiales para confeccionar su obra. Su flexibilidad en cuanto a la utilización de la materialidad tiene que ver con la significación que quiera darle a su trabajo, de esta manera puede expresar con toda precisión la temática que en ese momento está investigando o ejecutando.
La primera exposición individual de Trinidad se realizó durante el 2010 y desde entonces ha estado haciéndose presente en el ámbito artístico. Trinidad comenta que el exhibirse es algo que le cuesta, puesto que implica exponer, no solo su obra, también a sí misma. Sin embargo le encantaría poder hacerlo más seguido, pues estas experiencias las toma como algo muy positivo, donde tanto las criticas como los elogios le han servido para mejorar su técnica y las temáticas que aborda.
Al respecto la artista comenta que siente que los espacios donde exponer, sobre todo para artistas emergentes, no son muchos ni variados, lo que a veces le impide poder realizar exposiciones de forma más continúa. Siente que en algunas ocasiones la escena artística es muy cerrada y un poco ingrata, no obstante existen lugares, como los espacios donde la artista ha podido desenvolverse, que han significado un gran aporte para ella.