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Un vistazo a «Unión Panamericana» de Diego Rivera

By 2 de septiembre de 2016septiembre 12th, 2024No Comments

La fama de Diego Rivera se cimentó a base de magnos murales que mezclaban la tradición precolombina con la europea. En ellos, escenas que relatan el núcleo de la identidad mexicana y latinoamericana son plasmadas en creaciones de grandes dimensiones. Una de sus obras más conocidas es el mural «Unión de la Expresión Artística del Norte y Sur de este Continente», conocida también bajo el título de «Unión Panamericana». La composición fue terminada en 1940 e instalada en San Francisco, Estados Unidos. En ella se puede ver una síntesis de los elementos culturales y políticos que conforman al continente americano. A través de múltiples paneles, se narra una historia dividida en cinco partes.

En el primer panel se rememora el pasado indígena y religioso de Sudamérica. Cronológicamente, el período retratado se remonta a una era donde los conquistadores españoles aun no pisaban el continente. En términos formales, esta pieza marca un hito que contrasta con la tecnología e industrialización del norte, realidades que muestra el último panel.

El segundo panel pone de manifiesto los elementos del pasado y del presente. La realidad mexicana se introduce en la idiosincrasia norteamericana a través de la clavadista Helen Crlenkovich, quien con un sarpullido une ambos mundos. La figura de un artesano esculpiendo una escultura de Quetzacoatl simboliza la permanencia de la cultura latina hacia el futuro.

El ancla y núcleo de la obra, el tercer mural se sitúa justo al centro de la composición. Ahí la diosa azteca de la vida, Coatlicue, se combina con la maquina estampadora de la Detroit Motor Company. «Simbolizando esta unión (entre el Norte y el Sur), está una colosal diosa de la vida, mitad india, mitad máquina. Ella representa para la civilización americana de mi visión lo que Quetzacoatl, la gran madre de México, fue para el pueblo Azteca», aseguró Rivera. Destaca también la figura de Frida Kahlo, quien fue para el pintor una síntesis de las tradiciones del sur.

El cuarto panel reaparece Helen Crlenkovich, en un hito que da equilibrio al mural. La emancipación de la mujer norteamericana, uno de los principales eventos sociales que ocurrió en Estados Unidos en aquella época, era una situación que cautivó a Rivera. En la zona inferior de este cuadro, se muestran algunas de las películas más emblemáticas de Hollywood. Charles Chaplin y Edward G. Robinson aparecen interpretando sus películas más célebres.

El último panel actúa como un paralelo al primero. En él, Rivera nuevamente celebra las proezas tecnológicas de Norteamérica. Para el pintor, la innovaciones propias de la tecnología estadounidense enriquecieron la vida de Sudamérica. Ford, Morse y Fulton son los encargados de personificar estos valores.

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