La calle es el lugar de paso obligado para –prácticamente– todas las personas. Lugar de tránsito, encuentros, paseos y la mejor vitrina tanto para la publicidad como para el arte visual. Claudio Caiozzi, mejor conocido como Caiozzama, está consciente de ello.
Fernando Figueroa Saavedra, describe que cuando los medios de comunicación institucionales no dan a bastos se encuentran al servicio de una ideología oficial. Cuando el ciudadano siente reprimida su libertad (ya se de expresión o de desarrollo), “ésta ha de echarse a la calle para hacerse oír, como mandan las viejas pautas tradicionales de conducta de nuestra cultura, por encima de la vigencia tal o cual régimen político”, asegura Figueroa Saavedra. Al respecto, el sentido de denuncia en la obra del joven artista chileno cobra sentido cuando se observa Alguien tiene que sufrir, o Rebelde, donde plantea la existencia de armas en personas o seres que no esperamos; donde muestra que la violencia es algo frecuente también en lo niños. El mundo es y no ha dejado de ser algo violento, pero muchas veces las estadísticas o la prensa lo ocultan.
En Chile hay tópicos escondidos, que las encuestas omiten a diario haciendo las preguntas en los lugares equivocados. Las obras de Diamela Eltit dejan en evidencia a cada palabra, esta realidad. Pero más allá de Chile, el mundo sufre hambruna, The King y El apocalipsis agrícola ya viene son un reflejo de los transgénicos y el veneno que consumimos a diario, de las muertes que cruzan. Y tal como explica Fernando Figueroa Saavedra, cuando los medios de comunicación ocultan realidades, la ciudadanía ha de echarse a la calle:
Las obras de Caiozzama son impresas y pegadas en murallas de aquellos transitados espacios santiaguinos, para que la manifestación ocurra y la gente las piense, para que se vea y se intervengan las obras con los comentarios y sugerencias de otros transeúntes. Así, a través de un registro fotográfico constante, la obra va tomando más y más sentido.
Incluso, ha llegado a ocurrir en ciertos lugares que las obras son cuidadas tanto por los transeúntes como por los dueños del lugar donde se encuentra. Y esta es una de las mayores cualidades de su trabajo. El impacto, las ganas que genera en las personas que las ven, quienes incluso se animan a retratarlas con sus móviles y subirlas a redes sociales, haciendo de ellas un fenómeno viral, porque son algo público con un mensaje implícito, directo y consciente.
Rebelde