{:es}
En 1959 Violeta Parra se vio postrada en cama producto de una aguda hepatitis que la mantuvo alejada del canto y del guitarrón. Fue en ese momento que comenzó a dedicarse a la pintura y a las arpilleras, “sentí la necesidad de bordar cuando estuve enferma teniendo que quedarme en cama ocho meses. Y pensé que no podía quedarme sin hacer nada. Un día vi lana y un pedazo de tela y me puse a bordar” explicó en ese momento la folklorista.
La artista había despertado una faceta plástica de gran potencia que alimentaba con mucha pasión. No solo continuó con la creación de arpilleras y óleos: hizo retratos de cantoras y angelitos (niños fallecidos) sobre cerámicas de barro, creó esculturas en alambre y máscaras con papel maché. Con materiales de diferentes tipos hizo “pinturas tridimensionales”; con legumbres creó ornamentos llenos de incrustaciones.
Para Violeta parra, todas sus facetas artísticas, además de la musical y la plástica, formaban parte de un gran Todo que se constituye como una parte orgánica de las relaciones sociales. Para apreciarlo hay que mirarlo en toda su inmensidad. La temática de la obra de Violeta Parra está muy ligada a sus vivencias personales: la vida campesina y en la ciudad, episodios históricos de Chile, mitos indígenas y religiosos, “mostrar la vida popular chilena, sus leyendas y canciones. Ideas que tengo que expresar indispensablemente” según sus palabras.
Las pinturas se enfocaban en los momentos y sentimientos más penosos experimentados por la artista. Expresa profundos sentimientos muchas veces ocultos en la profundidad del ser humano. Dolencias como la muerte de un hijo. Esto contrasta con su tapicería, que destaca por retratar la alegría de la vida, generalmente manifestada en la chilenidad popular. Ahí abundaban los colores: “tengo como base los colores araucanos, amarillo, negro, violeta, rojo, verde y rosado”, aseguraba Parra.
Su ritmo de trabajo consistía en pintar varios cuadros a la vez, según el color escogido para todos ellos. La razón de esto tenía un fin práctico: aprovechar al máximo el pincel cubierto de óleo antes de lavarlo. En términos técnicos, Violeta Parra no dibujaba, si no que trabajaba directamente sobre la tela. La perspectiva bidimensional propia de los óleos que pintaba parece remitir a la pintura barroca americana. Los planos en sus trabajos suelen estar superpuestos, muy distinto al concepto de perspectiva de la pintura clásica.
Así es como el quehacer artístico se constituye como una experiencia colectiva y socialmente cohesiva. Mezcla danza, música, poesía, artes visuales y representación, haciendo un eco al arte total en donde parece sintetizarse la cultura.
{:}{:en}Violeta Parra’s visual work
In 1959, Violeta Parra was beddridden due to an acute hepatitis that kept her away from the singing and the guitarrón (a six-stringed instrument). In that moment she began to dedicate to the painting and sacking, “when I was sick spending eight months in bed, I felt the needed to embroider and I thought that I can’t stay doing anything. One day I saw a piece of wool and I started to embroider”, the folklorist explained.
The artist had awakened a plastic side with great power that added much passion. Not only continued with the creation of sackings and oil paintings: she made portraits of singers and angels (deceased children) on ceramic clay, she created wire sculptures and masks of paper mache. She made “Three-dimensional paintings” with different types materials and with legumes she created ornaments full of incrustations.
To Violeta Parra, all her artistic facets, including the musical and visual facets, were part of a great whole that is made as an organic part of social relations. To appreciate it you have to look in all its immensity. The thematic of her works are closely linked to her personal experiences, the peasant life and the city, historical episodes in Chile, indigenous and religious myths, “Show the folklore in the Chilean popular life, legends and songs. Those are essentially ideas that I have to show.” According her words.
The paintings were focused in the most painful moments and feelings experienced by the artist. She expresses feelings that many times are hidden in the depths of the human, pains such as the death of a child. This contrast with her style which stand out for portray the joy of life, usually expressed in the Chilean popularity. There abounded colors: “I have as a basis the araucanians colors among them yellow, black, purple, red, green and pink”, said Parra.
His work rate was to paint several pictures at once, according the color chosen for them. The reason of that had a practical purpose: to take advantage of the oil covered brush before washing. In technical terms, Violeta Parra did not draw; she worked directly on the fabric. The two-dimensional perspective of the oils paintings that she painted seems as American Baroque painting. The planes in her works are often overlapping, very different to the concept of classical painting.
This is how the artistic work is constituted as a collective and socially cohesive experience. This mix dance, music, poetry, visual arts and performance, making an eco art where it seems synthesized the culture.{:}