Catalina Rojas, crea murales a partir de proyecciones realizadas en espacios públicos donde la protagonista es la luz y propone, de este modo, una nueva forma de expresión de gran sintonía con su propia contemporaneidad.
Catalina Rojas González nació en Santiago de Chile, ciudad en la que reside actualmente. Entre los años 1990 y 1994 realizó estudios de publicidad en la Universidad Diego Portales. Luego, obtuvo un diplomado en arte con mención en escultura y pintura en la Universidad Católica de Chile y decidió estudiar la licenciatura en artes visuales con mención en pintura y escultura en la Universidad Finis Terrae donde fue discípula del artista Bororo en la cátedra de dibujo.
El arte es su vida y ha sido su mejor elección. “Soy feliz”, declara con orgullo. Para ella, el arte es una energía, una emoción que sale desde adentro, es un disfrute espiritual, lo que justifica su existencia, creatividad, introspección, a veces incertidumbre, frustración y melancolía. Ella sostiene que el arte no habla desde la razón y el discernimiento sino desde la emoción, el color, la forma y sus deformidades. “Uno no crea por crear, existe un impulso fuerte, algo que uno quiere decir, cambiar o protestar”, admite.
Desde siempre se interesó en el ser humano y su entorno, ese es el fundamento de su trabajo. Para ella, el arte es una de las expresiones humanas más sensibles y a través de él busca llegar al alma de los habitantes de la ciudad y motivarlos a un mayor acercamiento con la obra y el entorno. Así es que lleva la pasión por el arte desde su nacimiento. Siempre ha sido su mejor forma de comunicarse con el mundo y tomar apuntes. Su gran motivación es la experimentación ilimitada y el disfrutar sin miedo. Desde sus inicios, le ha interesado explorar nuevas formas de expresión, buscando cambiar la tela como soporte tradicional de la obra pictórica, por grandes espacios naturales y urbanos, una propuesta un tanto épica que convierten a la ciudad, las fachadas de edificios patrimoniales o grandes espacios al aire libre, en el soporte de su obra.
La luz como protagonista
Su trayectoria ha sido reconocida por sus murales de luz proyectados en edificios patrimoniales y por crear el Museo Arte de Luz donde presentó el mural “Chile a la luz” para la celebración del Bicentenario. Expuesto en un kilómetro del Rio Mapocho, es el único rio del mundo iluminado con arte. Con la intervención del espacio urbano ha buscado cuestionar y tensionar los soportes clásicos en pos de la búsqueda de un nuevo espacio de manifestación, un lugar que se adecúe a la contemporaneidad y que sea el conveniente a la hora de interpelar al espectador.
El arte debe estar donde la gente está, en la cotidianeidad. El arte público depende del espectador. Esa conexión o comunión es lo fundamental. Mientras para algunos una obra provoca diversas sensaciones y eso es lo que quiere manifestar Catalina. La participación activa o pasiva del espectador es el fundamento para que la obra exista. La imagen existe porque la luz existe. Sin ella, no la podríamos ver. Así de trascendental es el espectador. Es por esta razón que el muralismo de luz, como ella lo llama, trae consigo una carga simbólica, que se resignifica, dependiendo del contexto en el que se encuentre.
Catalina ha dado un giro al concepto tradicional de muralismo al iluminar sus pinturas y dibujos con la avanzada tecnología digital en soportes urbanos y naturales, además su búsqueda se basa en experimentar con plena libertad su mundo interior jugando a descubrir diversos soportes. En su obra hace un recorrido por distintos medios de expresión, pasando desde el dibujo espontáneo, a vivaces pinturas de pequeños y grandes formatos, hasta llegar a particulares esculturas a la cera perdida.
Sus obras nacen principalmente de sus experiencias y de su propia subjetividad, los sueños con notas surrealistas, las imágenes del inconsciente y muchas veces el humor, están presentes en sus trabajos. En este sentido, los Murales de Luz implican un mensaje, una mirada que pretende socavar en las sensaciones y emociones del espectador.
Sus referentes en el muralismo vienen desde los maestros de las cavernas hasta los muralistas mexicanos como David Siqueiros. A través de la pintura sobre muros van inmortalizando la historia de una cultura en un tiempo determinado y lo hacen de manera que la sociedad completa observe y juzgue lo que está viendo. El muralismo busca la intervención urbana de manera activa y pasiva a la vez. Causa un impacto visual en estructuras de concurrencia pública y en un formato con grandes virtudes para representar el mundo onírico que se encuentra en el inconsciente del artista. El muralismo se transforma en el escenario ideal para contar historias a las masas y enriquecer los espacios públicos con arte.
Es por esto que Catalina busca llevar los conceptos intrínsecos del muralismo a su propio tiempo. Saca el arte a la calle y lo hace público. Dialoga con el ambiente y la sociedad, dejando de lado los tradicionales espacios expositivos pero haciendo uso de las posibilidades técnicas y recursos de tu tiempo. En este sentido, se propone la renovación de un arte tradicional como el muralismo en su formato más contemporáneo.
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