Son imagen a semejanza de la conciencia. Imprimen sin forma, elucubran, denuncian, sienten. Son tonos… los colores. En el arte tienen un rol trascendental que nadie desconoce, todos investigan y experimentan y nadie realmente, suele intentar definir o debatir en palabras.
Vincent Van Gogh
Debe ser por su carácter de abstracto, por su sola oportunidad innata de expresión y transmisión del mensaje, porque no necesita explicarse cuando se manifiesta sin más. Pero lo cierto es que los artistas visuales y plásticos se hacen valer de él como muchos otros en otras disciplinas inconscientemente. Tienen la cualidad de ser una abstracción sensible, un vínculo tácito entre las ideas y los afectos, un canal sensorial de múltiples estímulos y fácil dominación.
Por que resultan intuitivos. Y sin embargo, tienen toda una ciencia, son manipulables, controlables y conducibles. Wassily Kandinsky dijo que «el color es un medio para ejercer influencia directa sobre el alma: el color es la tela, el ojo el macillo, y el alma es el piano con sus cuerdas». A modo de herramienta, el pintor ruso tomó el color como un vehículo en el que montaba para conducirse al destino indicado, ya sea con él sobre el propósito o para crearlo en otros, disponible a la vista. Es un medio dijo, un mecanismo para ejercer influencia. Porque surgen inclinaciones de ellos, debates, choques, cruces, cual relación humana y espontánea entre ellos mismos dependiendo cómo se relacionen, se miren, se mezclen o respeten. Del color nacen los torbellinos y la quietud, la prolijidad geométrica y la aleatoriedad de la mancha, del color nacen sugerencias.
Otro que trabajó incansablemente en la experimentación con el color fue Mark Rothko. El destacado artista contemporáneo explicaba de él lo siguiente:
«La gente que llora ante mis cuadros vive la misma experiencia religiosa que yo sentí al pintarlos. Y si usted, tal como ha dicho, sólo se siente atraído por sus relaciones de color, entonces se le escapa lo decisivo.»
Wassily Kandinsky
La decisión se aparece en las convicciones verbales o fácticas. La decisión de que el color ocurra, sin rodeos ni especulaciones, solo como un cauce o río que se despliega sobre lienzos, esculturas o instalaciones, dice relación directa con su gracia de cubrirlo todo con su manto y de acuerdo a las condiciones y circunstancias que se ajusten al propósito. Por eso Claude Monet lo describió como su «obsesión diaria, la alegría y el tormento».
Entonces puede transformarse en motor por sí solo, en motivo y en centro de indagación, como mucho lo tomaron, efectivamente, para el desarrollo íntegro de sus trabajos. A Matisse, por ejemplo, le provocaba «buscar la forma más enérgica de color posible«, ya que como bien dicho, con esto «el contenido carece de importancia«. Van Gogh por su parte, descubrió en él lo que definió así: «hay cosas en el color que surgen en mí mientras pinto, cosas grandes e intensas».
Y así infinita e indefinidamente, pintores, escultores, artistas plásticos de todas las épocas que de tanto flirtear con el color se sumieron en él y les dejaron impregnar sus vidas y profesiones: su trabajo y obra. Tendrá cada uno su percepción y su sentir, porque por su calidad de tono, nadie puede a ciencia cierta describir su función, tarea o misión más auténtica en la historia.
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Claude Monet
Henri Matisse