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Aquí no existe un entredicho entre la alucinación y la realidad, sino una trilogía perfecta entre Roberto Matta (el pintor), Gonzalo Rojas (el poeta) y Miguel de Cervantes (el caballero andante) que al conmemorarse 400 años de su muerte (1616) el Centro Cultural de España, nos invita a la exposición El Quijote de Matta en diálogo con Gonzalo Rojas, exhibiendo parte de las series «Don Qui» y «Qui d’Eux», en un imperdible homenaje.

Don Quijote de la Mancha, libro sin igual que bate sus alas desde 1605, para que cada cual se sienta un ingenioso hidalgo enfrentado tanto a molinos como imposibles sueños, que hoy se hacen realidad a través de 35 grabados y cuatro gigantescas obras en pastel. A simple vista un escenario único donde se entrelazan voces, colores y formas capaces de poner en jaque incluso la imaginación del más avezado.

Ⓒ Matta

Ⓒ Matta

Usando las palabras del propio Matta: “Creo que el papel del pintor es el de buscar no la otra realidad, sino la auténtica realidad. Es con el ojo mental creando un gesto poético, como puede construirse la verdad”. Llegamos a la conclusión de cómo estos prodigiosos aventureros abren un diálogo iniciado a mediado de los 70’, cuando Matta preso de sus alucinaciones sobre el Quijote, creó un dibujo tras otro hasta completar 90, y sin percatarse, sin oponer resistencia terminó siendo parte de un viaje sin retorno al cual, además, se le suma Gonzalo Rojas, quien cae víctima del embrujo al reconocer: “No es que yo me haya Sanchificado, pero el prodigio del campesino inmortal se me da tan próximo a la vivacidad de nuestra América, que veo en él a todos los errantes de la Patria Grande con burro y todo”. Luego surge el poema Sábete Sancho un viernes santo del 2008 y declama: “Uno termina siendo aluminio como el avión, orejas, nariz de aluminio, seso de aluminio, burro si tú me excusas de aluminio y vuela”.

Por cierto es un trabajo que no sólo hace alusión a la figura del Quijote, sino más bien a esas batallas incomprensibles y los virulentos cambios que experimenta la vida, más allá de un personaje, en un mundo muchas veces antagónico y circundado de obsesiones.

Ⓒ Matta

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Reacio al conformismo, Matta crea escenarios que por momentos parecen sacados de un paisaje cósmico o espectral. Presencia permanente en su obra, más aun en esta serie donde da rienda suelta a su imaginario y donde la maleabilidad de las formas son toda una perfomance, desplegada tanto en «Don Qui» como en «Qui d’Eux». Bellas imágenes en las que sin duda se palpa el fragor de la batalla, pero además siente como el colorido de los fucsia, los amarillos, los verdes esmeralda y los azules de prusia se enfrentan a una gama de grises de manera tan vívida que al espectador no le queda otra cosa que entregarse. No por nada el propio Gonzalo Rojas decía: “Qué modo de silabear el mundo en sus escritos, lo vi a Matta, lo intraví. Creo que será el único poeta que habré visto”, y por si fuera poco Matta le responde a través de Locolocacia Locurante de Mattajote de las Manchas (París, 1985): “Heme aquí despegado del hongo del presente, entregado a los intersticios de este goce, asimilando lo que explota en mi cabeza”.

Vidente intempestivo y rupturista, Matta, hace de las cavilaciones un recurso que le permite ser siempre más lúdico y más lúcido, ya que en la medida que avanza se aproxima a las claves para entender a Cervantes: “Contra todo esto, Don Quijote es un manual para realizar nuestros viajes. La Divina Comedia, la comedia humana, son viajes donde se debe viajar en sagrado y no en turista”. Texto que acompaña la edición de la serie «Don Qui», (París, 17 de Mayo de 1985), pero más allá de la proclama, está serie se sitúa en un universo mágico por excelencia capaz de rebasar cualquier consideración literaria.

Ⓒ Matta

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Lo interesante es que ni Rojas ni Matta se enmarcan solo en el homenaje, sino que cada cual muestra sus cartas, con las que el público juega como si fuese una baraja apostando al asombro y a los innumerables imprevistos que –a partir de la subversión cromática de Matta y de un lenguaje figurativo que muta en favor de la sorpresa– logran una abstracción donde el Quijote es la materia prima necesaria para que el lápiz recorra la superficie del papel hasta que el dibujo aparezca tan espontáneamente, que los colores se van agregando solos, casi por mágica consecuencia y el visitante así lo percibe en cada uno de los grabados y cuadros que salen a su épico encuentro.

Aquí la figura del tótem está y no está. Está porque se yergue con la gallardía e impostura Quijotezca que lidia con fiereza, pero también está ese ser voluble que tiembla frente a la amada o igualmente ante a la rotunda e inoportuna muerte. Ambivalencia que Matta y sobre todo Rojas retrata a través del Eros y el Tanatos: “Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes, o ese sol colorado que es mi sangre furiosa cuando entro en ella hasta las últimas raíces?”.

Ⓒ Matta

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Devela la pasión de un caballero andante dispuesto a desafiar los devenires de la existencia en una visión caballeresca, pero a su vez mucho más cercana a lo terrenal cuando Matta, juguetón y perspicaz accede a las fronteras de lo gráfico, incluso del cómic, saltándose el cliché al indagar en un lenguaje con el que puede hablarle al oído a Cervantes, pero que también es entendible por quienes son parte de esta muestra colmada de la exaltación propia de artistas que se unen para dar forma a una reflexión sobre el ser y sus anhelos y quien mejor que Cervantes para coronarlo: “No ames lo que eres, sino lo que puedes llegar a ser”.