Es joven, pintora y dibujante chilena. Trabaja hoy en su taller la semántica de su obra, la forma de volverla un argumento alejado de la literalidad. Pinta con nuevos colores, se aleja de los grises y oscuros y adhiere rojo. Abandona momentáneamente el cuerpo humano. Está exponiendo actualmente en Casas de Lo Matta «Encuentro inefable», una serie compuesta de retrato y paisaje y ha trabajado la evolución de su trabajo íntimamente, motivo por el cual, posiblemente, su obra esté haciendo tanto eco en el mundo del arte.
Conversamos de arte, galerías, exposiciones y de la vida así:
©Catalina Sclabos
¿Qué pasa con los jóvenes en el arte?
La gente joven parece estar más culturizada con el tema. Es inevitable toparse en todas partes, igual, con la opinión general y primera de una obra «es bonita». Pero los jóvenes son más…. arriesgados e informados, se la juegan un poco más y buscan con un propósito que trasciende el querer decorar la casa.
Hablando de comprar, el círculo es relativamente cerrado. Los niños, o el público en general, van al museo cuando es paseo escolar o en eventos excesivamente anunciados del ámbito cultural, pero ¿como para visitarlo un fin de semana por cuenta propia?
El arte es caro en general. La promoción de arte no es suficiente tampoco. La gente no sale mucho a mirar arte, ni siquiera salen tanto: es un círculo vicioso, la gente no sale y no se interesa por ver arte, menos por comprar.
El interés o fomento de él es importante. Y sobre «vender»… no sé si «vender» porque el término suena bastante comercial para un tema como éste, pero aunque suena extraño, igual el artista vive de eso y, de lo contrario, no podría dedicarse exclusivamente a trabajarlo…
Faltan instancias para comprar. Por ejemplo en FAXXI se vende. Este tipo de ferias son buena promoción, pero también hay otro tema, a propósito de la venta y los precios, el artista tiene que tener la capacidad de posicionarse objetivamente, evitar que, en cierto sentido, se le suban los humos. Pasa frecuentemente, por ejemplo, que el artista piensa que por poner su obra en millones de pesos, sólo eso va a hacerlo sinónimo de una obra buena… y no es así.
El artista también debe pensar en cómo ser más accesible. El arte en sí como actividad es caro, piensa sólo en el tiempo, los materiales, el marco en que gastaste, armar una exposición, son montos grandes y eso, inevitablemente, sube el precio. Además, por sobre todo lo anterior está la idea, entonces es todo un tema hacer que esto sea rentable sin propasar un límite.
©Catalina Sclabos
Pero, ponte tú: ¿Crees que si pusieras en venta tu obra en el extranjero le iría mejor que aquí?
Yo creo que en la mayoría de los paises pasa lo mismo. Hace poco leí un articulo que contaba que los ingresos de venta de obras mundialmente, se concentran en un puñado pequeño de artistas: los 4 o 6 más famosos del mundo creo manejan como el 70% de los ingresos totalesdel marcado, esto me parece que se da porque los precios de venta de ese puñado de artistas famosos es tan alto, que acentúa aun más la brecha, ahora, dejando a un lado este grupo «selecto», el resto de las ventas por lo general se sitúan en Nueva York, Londres y un par de países más, eso habla de que claramente el problema no solo recae en Chile, es en todos lados a excepción de algunos países.
Y con eso se me viene a la cabeza otro tema. Las galerías son muy importantes, el rol que cumplen es fundamental. Porque por ejemplo, en los Centros Culturales, que también tienen espacios para la exposición, no tienen el objetivo de vender, entonces abren sus puertas, pero la gente que va no es recibida por nadie que los atienda y les explique la obra, les hable del artista, les pregunte cómo llegaron, qué busca y los oriente al menos de precios. Es importante el intermediario.
De todas formas ver público en galerías no es tan usual. Pero eso me lleva a comentar el tema de las inauguraciones, que efectivamente, funcionan para atraer público, pero pienso que a veces la gente confunde la instancia para compartir ideas de las obras, con un momento de distensión donde hay piezas de telón de fondo, pero prima el cóctel y la conversación adicional…
A veces pienso que se ha perdido el sentido de las inauguraciones. De repente ocurre que la gente entra, mira las obras, luego sale y se queda conversando y compartiendo afuera en vez de interactuar con ellas. Debiese estar un contexto menos social y más cultural, guiar a los invitados a esforzarse por mirarlo. Esa manera toma tiempo, pero creo que se puede y, poco a poco, se va formando una dinámica mucho más rica y menos superficial en el momento de enfrentarse a una obra.
Bueno y ¿qué pasa con el cambio abrupto en tus obras?
Estuve años haciendo figura humana y paisaje en paralelo. Ahora pienso que el cambio fue el color. Lo hice de a poco pero de repente sólo me lancé a él.
Haciendo siempre en paralelo figura humana y paisaje…
©Catalina Sclabos
Lo que me pasó con la figura humana es que necesitaba cambios, pero no sabía bien cómo abordarlos. El tema es bien denso, el retrato es más introvertido y pensado. Con el paisaje me puedo liberar más, más mancha y juego, más expresivo, algo que necesitaba en este momento. No voy a abandonar nunca la figura humana porque es un tema para mí, pero estaba dándole muchas vueltas y pensando bien cómo volver a él.
Estoy en la mancha, el pincel grueso, delgado, la tinta…
¿Sigues basándote en una fotografía para pintar?
Sí, pero cada vez menos. Sobre todo con la adición de colores se vuelve menos real. Los rojos o azules no los ves en una foto.
Me da la sensación de que cuando hablas de figura humana, piensas en proyectar algo más conceptual. Por ejemplo, en un retrato de «el orgullo», el hecho de acentuar o exacerbar la característica en el trabajo, y por otro lado, cuando se trata de paisaje suena a tu propia expresión, el reflejo de ti….
Me pasó mucho que en la Universidad trabajaba con el cuerpo, específicamente con el concepto de masa que se le asocia. Por eso al principio, me enfoqué en las montañas. A la gente le suena raro, pero trabajo ese concepto, la masa, los cuerpos y ahora he tratado vincularlos ambos el cuerpo con la naturaleza. A través de las caídas, la forma que hay detrás se remite a vincular el tema del retrato con el paisaje.
Lo mismo ocurre con el rojo. El rojo me hace pensar en las venas, carne humana, entonces trabajar en el paisaje con la pluma que es mucho más permisiva que el lápiz y admite trabajar el grosor, hacen que de esos árboles cuando cae rojo, caen al tiempo venas, rojo con azul, es la mezcla para llegar al concepto, pero sutilmente, dejar la literalidad para acudir al tema en profundo.
©Catalina Sclabos