Norton Maza, chileno, agudo artista del macro formato, crítico implacable de la sociedad y sus vicios, una voz.
Así se define al creador de la próxima exposición itinerante del Museo de Bellas Artes de Santiago de Chile. Una exhibición que, de seguro y antes de iniciada, puede suponerse dará de qué hablar y pensar. La crudeza de su discurso corpóreo a través de la plástica reside en gran parte, en su historia personal y la forma en que vivió dolorosamente episodios que hoy considerados desafortunados en la historia de su país natal, Chile.
Le marca un trazado fundamental literalmente. Cada una de las piezas que componen su arte, sus instalaciones y la forma en que les da cuerpo a través de su visión, provienen de un vasto legado que ha recogido de su estadía residencial en Chile y Francia. Cumpliendo sus 45 años de vida, sus inicios estuvieron influidos por el verde del sur de Chile y la localidad de Lautaro que lo vio nacer en 1971.
No tardó en verse obligado a emigrar. Su familia y él tuvieron que dejar el país, formando parte del grupo de personas que fueron exiliados de Chile durante la Dictadura de 1973. No alcanzaba los cinco años para entonces, pero fue más que suficiente para que se plasmara en él una sentida empatía por develar y exhibir lo que vivió desde pequeño, y mostrarlo a la sociedad y de una forma original, dándole un nuevo giro a la representación artística.
Vivió también en Cuba, lo que le permitió reconocer los cambios manifiestos en las formas de vida y bajo diversos regímenes políticos. En su retorno ya es un hombre hecho y derecho, graduado en Bellas Artes y con un pensamiento formado, determinado y descrito en su mente con cuya línea trabaja.
La ironía, sensibilidad y carga emotiva se deja ver en toda su trayectoria, haciendo de su trabajo, no sólo un resultado artístico de manufactura de primer nivel, sino también, una obra que no deja indiferente e interpela a su interlocutor a que se cuestione, revise y responda a lo que ve.
Así ha replicado una alcoba a escala natural que es atacada por misiles aéreos, escenas de masacre, destrucción, entre otras, con un detallismo abismante y digno de ser exhibido en el Museo Nacional de Bellas Artes. Verás íconos del capitalismo, símbolos de la globalización, lugares reconocibles a nivel mundial, pequeños transeúntes NN, fuego, religión, contraste y vida.
El artista ha mencionado en reiteradas ocasiones que su discurso alude al funcionamiento de un sistema que opera en desmedro de una convivencia social basada en la equidad, el respeto hacia las minorías, la limitación de las armas, el desarrollo sustentable y la protección del medio ambiente.
Las imágenes no son suficientes y nunca bastan para hacerse una idea de la visualidad original que hace trascendente esta obra y la oportunidad de presenciarla está aquí, a la vuelta de su manzana. Vea cómo esa cantidad de detalles surgen de materiales triviales, desechos, reciclaje, que habita bajo un manto de elegancia. Quizá luego de ello pueda reflexionar respecto de los poderes que mueven al mundo y los otros que ejercen su fuerza sobre el ser humano. Y, aunque puede ser que no sea de su gusto, lo mejor es que saque sus propias conclusiones, luego de presenciarlo.