Caen jardines del cielo, lluvia de flores de colores cuya procedencia de ramas verdes provienen colgantes de lo alto. Las flores suspendidas que la artista londinense pende de delgados e invisibles hilos, consiguen un jardín que vuelca la mirada hacia arriba y que trae aquello que surge de la raíz de la tierra al aire, a un provincial descenso de más allá de donde la vista alcanza a ir.
Trabaja con materiales naturales desde que tenía 17 años e investiga esa relación exploratoria que tiene la naturaleza con el ser humano. A través de campos, riberas, montañas donde crecen las más diversas flores, traslada ese fulgor y diversidad a las salas de una galería, museo y ferias y hoy es común verla en los certámenes más importantes del arte mundial.