Dejó de estar con nosotros a los 77 años, esta mañana de domingo, en el trascurso de un recorrido prolífico, surtido y muy colorido a su haber. Artista plástico innato, muralista de primera línea en la escena de las artes chilenas, pintaba murales de los más diversos murales en centros y locales reconocidos en Chile. Uno de ellos el «Liguria», espacio que expresó temprano en la mañana sus condolencias. Se queda con parte de su huella y legado pictórico, hoy ya parte de la historia. Los bares de la capital, Santiago de Chile, comandan los escenarios donde su trayectoria quedará plasmada de aquí a la posteridad.
Alegre, intenso y lleno de color, esa es la mejor definición de su trabajo. En el 96 tras quedar cesante, al contrario de una mentalidad y animosidad normal decidió cambiar el rumbo de su profesión y pintó su primer mural «Pedro de Valdivia». Jorge Dahm y Nemesio Antúnez impulsaron su carrera artística que cumplía más de 30 años privilegiando el acrílico. Rondando siempre por las cercanías de la utopía, la energía y fuerza de la vida, lo que queda de su obra es una gran sonrisa de luz.
©José Santos Guerra
©José Santos Guerra
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