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Lo presuntamente disuelto de Faig Ahmed

By 6 de febrero de 2016No Comments

Una alfombra tradicional puede ser un suntuoso y muy bien mirado objeto decorativo dentro de una casa. Eso si no se derrite repentinamente. Sí, así como lee y sin más preámbulos. Quien adquiera una de las alfombras de Faig Ahmed corre el inminente riesgo de que ellas, de pronto, se deformen hasta perder su estampado y se vuelvan una mezcla imperfecta -en cuanto al carácter excluyente del término en relación a los colores- y simplemente acabe deformada.

©Faig Ahmed

©Faig Ahmed

Rasgados, aparentes dobleces tridimensionales, desteñidos unicolor o incluso oxidado, el resultado final es incierto. La iconografía persa, los patrones tradicionales y el dejo de árabe se resbala. Cae o se pixela, sufre un abrupto cambio que la vuelve un viaje un proceso donde hubo un principio y se visualiza un término reformatorio.

©Faig Ahmed

©Faig Ahmed

Lo cierto es que sigue estando tejido, nada pasó sobre ellas, más que hilos, lanas, tela, agujas. No hay corrosión en el trabajo ni un percance impensado. Hay una premeditación de flujo, que deriva todo ese festín de símbolos culturales e idiosincráticos en un híbrido que pierde su forma, se rasga o se vuelve homogéneo, como si fuese parte de un todo indestructible ni separable, como si no se entendiera por sus partes, sino por el todo.

El artista de Azerbaiyán consigue eso, que todo fuese un trabajo finalmente inesperado y fallido, de otro material corrosivo o digitalmente intervenido. Pero no se equivoque por no lo es, el tejido es tejido desde el principio tradicional, hasta la híbrida integración del conjunto espontáneo.