Su importancia no solo radica en la influencia que tuvo en los colectivos y artistas chilenos a partir de los años 70, sino que su figura es reconocida mundialmente y ha quedado marcada como uno de los exponentes de la historia del videoarte internacional, junto a figuras como la de Wolf Vostell y Nam June Paik.
Para comprender mejor lo que Juan Downey significa hay que considerar la posición que ocupa dentro del panorama artístico nacional e internacional: nace en 1940 en Santiago y se gradúa como arquitecto de la Universidad Católica; pero sus inquietudes artísticas lo llevan a emigrar primero a París y luego a Nueva York, donde empieza a desarrollarse como artista grabador y luego a experimentar con las nuevas tecnologías disponibles.
Durante el siglo XX el público se había familiarizado con las imágenes en movimiento proporcionadas por el cine y la televisión. Pero fue en los 60 cuando por primera vez se empezó a experimentar con la nueva tecnología del video. La cámara de mano aportó movilidad y accesibilidad al arte de la imagen en movimiento: “los precarios equipos Portapack, iban a ser la primera y básica herramienta adoptada por numerosos artistas y realizadores autónomos para producir en un formato más pequeño, una imagen a semejanza de la televisión”[1]. Con esta nueva tecnología las cámaras portátiles se convirtieron en un medio para artistas, documentalistas, coreógrafos, que veían en ella una herramienta que les permitiría acceder a los espacios antes reservados a las grandes productoras de televisión, y como un medio por el cual interactuar entre diferentes disciplinas creando diálogos y nuevas experiencias artísticas nunca antes vistas. Para Paik, por ejemplo, uno de los objetivos era desposeer a la imagen de sus referencias con la realidad transformándola en signos abstractos. Este propósito se inserta muy bien en el pensamiento estético de aquellos años, que busca escaparse de la materialidad de las obras y enfocarse en materializar los contenidos.
Juan Downey se encontraba entonces en medio de esta revolución cultural, de la exploración y de la resignificación del arte contemporáneo. Pero no fue un espectador más, su arte se convirtió en una investigación por confrontar las definiciones de lo audiovisual, buscando denunciar la hipocresía y las injusticias, expresando y produciendo imágenes que se convirtieran en un lenguaje por sí mismo, ya que el Arte es para él sinónimo de pensamiento y de este se desprende la identidad personal.
“Que su arte fuese producido en videos significa que Downey vio la posibilidad de la televisión, el hecho del telecast, como un medio para transmitir y una vía que permite al artista participar en la circulación global de las ideas, y comprometerse en diálogos significativos a través de proyectos creativos.”[2]
A pesar de residir en Nueva York, Juan Downey nunca perdió el contacto con Chile, sobre todo durante el delicado momento político y cultural vivido desde el Golpe de Estado de 1973. Su trabajo no sólo se enfocó en tratar temas contingentes y de denuncia, sino que además ayudó y fomentó el trabajo creativo de diferentes artistas nacionales[3]. Las temáticas tratadas durante este período variaban desde su postura política ante la Dictadura y el desarraigo que sentía a veces al encontrarse lejos de Chile. Pero la importancia de su obra radicaba que al encontrarse fuera del país no precisaba cifrar su obra, podía realizar una denuncia directa, sin encriptar el discurso o temerle a la censura.
About Cages de 1986 consiste en una instalación de video monocanal de un solo monitor, situado dentro de una jaula con pájaros, junto a dos altavoces exteriores. La obra conjuga fragmentos grabados del Diario de Anna Frank y extractos de las confesiones de un torturador del Servicio de Inteligencia de la Dictadura Militar chilena. Ambas grabaciones se escuchaban a través de los altavoces generando un discurso que contrapone relatos de sometimiento y dominación. En conjunto se encuentra un monitor con imágenes de pájaros en jaulas y de una gran jaula que contiene a cuatro canarios vivos. Downey busca generar una sensación de desasosiego constante al espectador, que a pesar de poder moverse libremente por el espacio siente el peso del aprisionamiento, experimentando las sensaciones que se generan dentro de un régimen de tiranía e intolerancia que reina en una dictadura. A través de una instalación audiovisual que incorpora animales vivos – se genera un espacio metafórico- que transmite opresión. La sutileza del artista queda en evidencia al utilizar pájaros aprisionados y sólo el audio que genera una contraposición de relatos.
Video Trans Américas (1973-1976) es uno de los trabajos más reconocidos del artista y fue filmado a modo de relato de viaje en diferentes lugares de América (Chile, Perú, Guatemala, México y USA). Posee un estilo documental enfocado en los pueblos, la cultura y los paisajes. Muchos hablan de la calidad etnográfica del contenido, pero para Downey era más que eso: se trataba de una interacción cultural. Fue un trabajo innovador, que comprendía la complejidad del contexto indígena, y que dialogaba con la modernidad en su máxima expresión: la captura de imágenes.
“Reproducir una cultura en el contexto de otra, la cultura en su propio contexto y, finalmente, editando todas las interacciones del tiempo, espacio y contexto en una sola obra de arte. La información cultural será intercambiada principalmente por medio del video, filmado en el camino y reproducido en distintos pueblos, para que la gente vea a otros y a sí mismos. El rol del artista aquí se concibe como el de un comunicador cultural, un antropólogo estético activador con un medio visual de expresión: el video.”[4]
Juan Downey es un artista interesado en los sistemas de comunicación, en crear un espacio de reflexión que congregue al espectador y le permita experimentar con lo audiovisual. Pone en jaque el rol de la televisión y la cultura de masas, se plantea políticamente y sobretodo desea expresar su punto de vista utilizando todos los recursos a su disposición. Podemos considerarlo un artista/antropólogo que demostró diversos intereses para sus temáticas, abordó diferentes problemas y sin lugar a dudas se posicionó como un artista que deseaba incorporar en su obra su visión única y compleja del mundo que lo rodeaba, reinterpretando signos y construyendo nuevas formas de comunicación.
[1] La Ferla, Jorge. Medios audiovisuales. Ontología, historia y praxis. 1999. Editorial Universitaria de Buenos Aires, Sociedad de Economía Mixta. Buenos Aires, Argentina. Pp. 18
[2] John Hanhardt. Reelaborando la modernidad: el arte de Juan Downey en “The thinking eye”. Pp.11
[3] Conocidos son los casos de sus colaboraciones con el grupo C.A.D.A., y las video-cartas de Eugenio Dittborn y Carlos Flores
[4] Juan Downey El Ojo Pensante. Catálogo de Exposición, Fundación Telefónica de Chile. 2010. Pp. 65