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Crítica

Museo Violeta Parra: Su legado visual

By 15 de diciembre de 2015septiembre 13th, 2024No Comments

Una deuda nacional que finalmente se ha concretado. El Museo Violeta Parra alberga el patrimonio musical y visual de la gran folclorista chilena. Su legado como cantautora es indiscutiblemente valorado y reconocido; su obra como artista visual es –probablemente– menos reconocida y entendida, sin embargo, el museo permite un recorrido que desde sus temáticas e inquietudes, descubre una identidad que Violeta supo plasmar a través de su obra.

Imágenes cortesía de Museo Violeta Parra.

La construcción del museo a cargo del arquitecto Cristián Undurraga, busca ser un estímulo para los sentidos, potenciando todas las dimensiones de la artista y exhibiéndolas creativamente. El museo acoge al público, bajo una condición de sístole y diástole del espacio, creando la impresión virtual de situarnos en la caja de resonancia de una guitarra, esto se obtiene por el notable uso de la materialidad, a través de representaciones curvas del trabajo en madera. Además, hay intenciones estéticamente logradas, como los pilares de hormigón simulando árboles que sostienen el edificio. Existe una articulación de los materiales bien designada, donde dialogan el hormigón a la vista, piedra, cristal curvo, madera y mimbre, consiguiendo un cálido resultado.

La fuerza creadora de esta artista no supo de demarcaciones, buscó expresarse de diversas formas con los materiales a los que podía acceder; tal como hizo en los sesenta cuando una enfermedad, por la cual tuvo que permanecer en cama durante varios meses, no la limitó en su búsqueda expresiva, desarrollando en este periodo sus arpilleras y pinturas. El resultado de esto fue una exhibición en la feria de Artes Plásticas en el Parque Forestal de Santiago, y finalmente en el Museo de Artes Decorativas del Palacio del Louvre –hecho sin precedentes, ya que fue la primera exposición individual de una artista latinoamericana en ese lugar.

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Para entender la elección de la técnica en el oficio del bordado en Violeta, es interesante descubrir que tanto el canto vernáculo como esta faceta, fueron heredados por una línea materna; tal y como en el mismo museo se asevera, Violeta se expresa a través de sus arpilleras, óleos y papel maché, denunciando las contradicciones del mundo moderno con una potente dimensión política, su trabajo es testimonial y recrea lo que acontece desde las revueltas sociales, hasta las fiestas populares.

La línea curatorial del museo está basada en dos dimensiones, una humana y otra divina. En la humana encontramos obras que patentan a Violeta en su contexto histórico, social y cultural, obras que connotan su experiencia de vida, por ejemplo, arpilleras donde interpreta cómo es el circo, o bien, el afiche bordado cuando expuso en el Louvre. De esta forma la artista muestra que no posee prejuicios que la circunscriban, siendo capaz de simplificar iconográficamente y dominar la gráfica de forma sutil. Por otra parte, en la dimensión divina de Violeta, la artista hace un rescate al mundo de las leyendas, además de realizar una crítica social correspondiente a su tiempo, específicamente con una obra que es contra la guerra y que es la imagen de la arpillera que se observa en un ventanal, desde la entrada del museo.

Por otro lado, la obra Cristo en bikini nos revela un humor ingenuo, su visión de lo religioso entremezclado con lo popular. Se traduce la expresividad con ímpetu tanto en el color como en el movimiento que logra por la inclinación de las puntadas. Lo visual se articula en una dimensión de sinestesia a lo sonoro, como si las iconografías dialogaran en perfecta armonía con lo musical; mientras que los movimientos de las puntadas en los bordados, dan una intención tan potente como la voz en sus canciones, todo esto nos conduce a la longitud de lo verdaderamente genuino.

La obra de Violeta conmueve, es fiel testimonio del arranque artístico nacido de la tierra, un impulso desde las raíces hacia lo alto del cielo de una artista que no conoció límites, que se movilizó desbordando fronteras de diversa naturaleza, una mujer emocional, sensible, multifacética y decidida. Su obra visual lo refleja, su música y expresión visual dialogan entre sí y con el público, las arpilleras son, según la propia Violeta “como canciones que se pintan”.

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