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La XVII Bienal de Arte de Cuenca continúa desplegando su edición conmemorativa The Game en una propuesta curatorial de gran impacto. Ticio Escobar, es una figura clave en el desarrollo de políticas culturales en Paraguay y referente del pensamiento estético latinoamericano. Su micro curaduría articula una mirada crítica y sensible sobre las relaciones entre memoria, prácticas tradicionales, arte contemporáneo y derechos culturales colectivos.

 

Con una amplia trayectoria institucional —como autor de las leyes de Cultura y de Patrimonio, exministro de Cultura de Paraguay, y director del Museo del Barro— Escobar traslada a la escena curatorial una visión ética y territorial del arte. “Una bienal moviliza políticas públicas: activa audiencias, convoca imaginarios colectivos y compromete representaciones culturales”, afirma.

Su propuesta curatorial, que reúne a Ana María Millán (Colombia), Bernardo Oyarzún (Chile) y Ricardo Bohórquez (Ecuador), explora los cruces entre memoria colectiva, prácticas culturales no hegemónicas y lenguajes estéticos contemporáneos. Lejos de reproducir jerarquías coloniales o modelos eurocéntricos, la muestra habilita un espacio para temporalidades anacrónicas, intercambios simbólicos y pertenencias múltiples.

Desde la figura mítica del Puyu en la obra de Oyarzún, pasando por la relectura del líder indígena Quintín Lame en la propuesta de Millán, hasta los ecos de Julio Jaramillo y la memoria urbana en la obra de Bohórquez, estas tres miradas dialogan con territorios situados y afectividades populares.

“El arte y el juego trastornan el tiempo común, alteran los lugares de la realidad y la ficción. Imaginan otras formas de habitar el mundo”

En sintonía con el concepto general de la Bienal, Escobar concibe el juego no solo como una dinámica estética, sino como una operación política y comunitaria. Para él, las culturas no occidentales ofrecen un terreno fértil para prácticas artísticas basadas en la imaginación, la tradición y la experiencia colectiva. “Las jugadas estéticas de estos artistas se nutren de leyendas, rituales y memorias locales, pero las trasladan al presente con aguda conciencia crítica y poética”, destaca.

La propuesta también se ancla en una visión amplia del arte como espacio de derechos. “El arte contemporáneo, en su apertura a la diversidad, dialoga naturalmente con los principios de los derechos culturales: promueve lo diferente, lo situado, lo alternativo”, sostiene. Para Escobar, el arte ya no se mide por un modelo único; hoy se reconoce la pluralidad de formas, tiempos y discursos.

El enfoque curatorial de Escobar pone énfasis en la relación entre arte y comunidad. Cada obra parte de condiciones culturales y sociales específicas, pero se conecta con sensibilidades comunes en América del Sur. Ese “aire de familia”, como lo llama el curador, genera una atmósfera donde las propuestas individuales se cruzan y dialogan entre sí, manteniendo sus singularidades.

La participación del público se activa tanto en la interacción directa con las obras como a través de los programas paralelos de la Bienal. “Las piezas interpelan subjetividades. Movilizan afectos, conceptos y asociaciones. Proponen recorridos de sentido que no son unívocos, sino abiertos a la experiencia de cada espectador”.

 

 

Con esta apuesta ética, estética y política, la participación de Ticio Escobar en The Game reafirma el potencial del arte contemporáneo como un dispositivo de pensamiento colectivo, capaz de interrogar el presente, activar memorias y defender el derecho a imaginar otros mundos posibles.