En el marco de la Bienal de Cuenca, una edición conmemorativa que celebra cuatro décadas de historia, la curadora y artista argentina radicada en Estados Unidos, Marisa Caichiolo, presenta una propuesta que entrelaza arte, espiritualidad y juego como vectores de reflexión sobre la cultura y la transformación social. Su participación forma parte de la edición The Game, que reúne a 17 curadores internacionales y busca abrir nuevas formas de diálogo y colaboración en el arte latinoamericano.
Desde una mirada profundamente vinculada con la memoria, la identidad y la espiritualidad, Caichiolo destaca que en Cuenca estos temas cobran un sentido muy especial. “La ciudad actúa como un escenario donde los discursos sobre memoria e identidad no solo se reflejan en las obras, sino que también se convierten en un acto de resistencia”, afirma.
Con una trayectoria que abarca bienales de América, Asia y África, Marisa resalta la singularidad de la Bienal de Cuenca por su capacidad de renovación constante. “Su longevidad, arraigo y apertura a la innovación la consolidan como un referente continental”, señala. En esta edición, valora especialmente la curaduría colectiva como una oportunidad para generar un cruce genuino de miradas y aprender de la diversidad de enfoques.
“La ciudad actúa como un escenario donde los discursos sobre memoria e identidad no solo se reflejan en las obras, sino que también se convierten en un acto de resistencia”
Su propuesta curatorial se desarrolla bajo un enfoque lúdico y experimental. Junto a su equipo y artistas invitados, creó una compañía ficticia con sus propias reglas y dinámicas de juego. Antes de la apertura de la Bienal, lanzarán públicamente esta plataforma como una experiencia participativa que desafía las formas tradicionales de percepción y autoridad. “El juego puede ser un espacio de resistencia y subversión, una herramienta para repensar los límites de la percepción en el arte y en el mundo”, sostiene.

Los artistas seleccionados por Caichiolo reflejan esa búsqueda de cruces y miradas híbridas. Angie Bonino (Perú), pionera del videoarte en los 90 y artista multidisciplinaria vinculada a los nuevos medios, instalaciones y net art; Carlos Martiel (Cuba), formado en San Alejandro y en la Cátedra Arte de Conducta de Tania Bruguera, reconocido por su trabajo performático que aborda temas de violencia racial y colonialismo; y Olmedo Alvarado (Ecuador), artista nacido en Cuenca, multidisciplinario y docente universitario, con más de 100 exposiciones que abarcan pintura conceptual, performance y videoarte.

Las obras se desplegarán en espacios simbólicos, como el aeropuerto de Cuenca, donde se realizarán dos intervenciones específicas que buscan activar una relación directa entre entorno, público y propuesta curatorial.
Para Caichiolo, una bienal no debe limitarse a lo expositivo. “Debe consolidarse como una plataforma viva de transformación cultural, capaz de construir redes, fomentar el diálogo social y fortalecer la identidad local”, subraya. En su visión, el arte actúa como un motor de resistencia y resiliencia cultural, capaz de unir comunidades. En el plano humano, destaca la emoción de ver al público conectarse con los artistas y con los espacios intervenidos: “Ese encuentro genuino es lo que me queda en el alma”. A nivel profesional, espera que esta edición deje una huella duradera e inspire a futuras generaciones a seguir explorando nuevas formas de creación y conexión con la comunidad.
Con esta propuesta, Marisa Caichiolo refuerza el espíritu de The Game: no como un simple ejercicio estético, sino como una oportunidad para reconstruir, imaginar y habitar nuevas formas de estar en el mundo a través del arte.
