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Proyecto seleccionado mediante convocatoria pública realizada por Factoría Santa Rosa en 2018, de las artistas María Belén Carrasco, Roery Herrera y Loreto Muñoz.

 

Mecanismos de resistencia es un proyecto artístico e investigativo de sitio específico que busca indagar y develar las relaciones y problemáticas socio-políticas del comercio ambulante del barrio Franklin, estableciendo un diálogo con las tensiones propias de este territorio y su uso público, centrándose en las formas y estrategias que los trabajadores del sector utilizan para desarrollar su labor fuera de los marcos de la legalidad.

ARTE ROBIN HOOD

Mecanismos de resistencia es una exposición que reúne vestigios de un proceso de intervención en el conocido barrio comercial Franklin, en el centro de Santiago. La exposición, a cargo de Belén Carrasco, Loreto Muñoz y Roery Herrera, se centra en las disputas sociales y territoriales entabladas entre comerciantes ambulantes de este sector y la actual alcandía de la comuna. Las artistas, en un trabajo conjunto, proponen distintos tipos de estrategias para hacer frente a las políticas de exclusión llevadas a cabo por la Municipalidad de Santiago respecto al comercio callejero. De ahí proviene el título de la exposición: Mecanismos de resistencia. Estas políticas, que buscan higienizar el espacio público y controlar el comercio ilegal, van en directo desmedro de las clases sociales más desfavorecidas, que subsisten a través de la venta de productos de bajo costo y de toda índole.  La exposición, por tanto, toma como punto de partida el entorno del propio espacio exhibitivo (Factoría Santa Rosa es una galería ubicada en medio del barrio Franklin) y desde ese lugar localiza un problema social por el cual ir a su defensa. Algo así como un arte estilo Robin Hood.

La ventaja del carácter performático del arte contemporáneo es que su posicionamiento puede nacer sin problemas de intereses de la más variada naturaleza. Vivimos en una época en que el o la artista puede hacer de la defensa a los desfavorecidos un oficio, tal como un escultor hace del tallar la piedra un oficio o un videasta hace del diseñar en 3D un oficio. Belén Carrasco, Loreto Muñoz y Roery Herrera encarnan este modo de trabajo. Un modo que, por principio, es discursivo, o conceptual o ideológico (arte sociológico, arte del experimento social, y también: arte piadoso y de la compasión). En tiempos del capitalismo voraz en un país de neoliberalismo voraz, cuando se trata de las causas más justas la derrota acecha por todos los flancos. Pero muchas veces las causas perdidas son batallas que fraguan un fin mayor. Es por esto que el concepto de resistencia se alinea bien a los propósitos de esta muestra. El acto de convertir al arte contemporáneo en una herramienta de uso es valioso en sí mismo cuando lo que no importa realmente es el arte. Es una decisión a consciencia maltratar o no maltratar la idea de arte. Lo sucedido a lo largo de toda la historia moderna del arte es que, al abandonarse su concepción burguesa con fines de cambio social, en definitiva se abandona el concepto de raíz, en la medida que la noción de arte es tanto propiamente moderna como propiamente burguesa. Esta exposición maltrata el concepto de arte por la sencilla razón de que en su afán Robin Hood, usa al arte como excusa. Dar “uso” al arte, es dar uso a algo que por definición carece de uso, es no esperar algo de su vacío: omitir el instante revelador en que nos damos cuenta que el mundo existe, que todo es presente finito, que no entendemos nada, que no podemos acceder a las causas o escapar de nuestra condición extraña, enorme e insignificante.

Convengamos que el vacío está ya instalado. Proponer una exposición de arte es hoy ya anular –en la mayoría de los casos– cualquier experiencia profunda que desencadene algo que podemos asimilar como propiamente artístico. De ahí que el problema histórico del arte tenga que ver con su validez (desde qué lugar esta validez es asignada). Pero vivimos en tiempos de flujo, no de corte. Solo los cortes pueden generar un shock. Podríamos decir que en la era digital el shock es el combustible que alimenta al sistema visual de la conectividad. Una exposición entendida como un mostrar es vacía. El artista que produce y luego muestra con el mero propósito de mostrar lo que produjo está hecho de cenizas. La obra que se exhibe, en el mundo contemporáneo, debe arrastrarnos al presente. No se trata de un desbaratamiento institucional al estilo de las vanguardias de comienzos del siglo XX, sino más bien de una responsabilidad para con la gran institución del arte contemporáneo: el concepto más prolífico y a la vez inmaterial que posee la cultura hoy en día.

Mecanismos de resistencia saca a relucir una faceta lúdica del enfrentamiento político. Lo hace de una forma casi infantil, lo cual subvierte el estoicismo tradicional de la política como instancia constitutiva del hombre civilizado. Ilustra la maleabilidad del mundo y las cosas. Lo accesible que son las herramientas del caos. Entre el contexto y el descontexto solo hay un paso. Y las obras de esta exposición lo grafican ilustrativamente. Están ahí para mostrar que las convenciones humanas son duras y apremiantes, pero que las soluciones son aún más grandes. Dar esperanza a las personas, liberar las mentes, esto es lo que esta obra colectiva trama. Un Robin Hood fraguando cemento para anular las imposiciones del poder, usando la bandera del arte contemporáneo como camuflaje.

Diego Maureira