Uno de los grandes maestros del Barroco. Caravaggio (1571 – 1610) dominó con gran virtuosismo la técnica del “chiaroscuro”, estilo que resalta las zonas oscuras con negro y las áreas luminosas con blanco dentro de la composición. A través del uso de sombras y luces se crea una ilusión de profundidad y volumen de los sujetos retratados. A continuación te mostramos algunas de sus pinturas más emblemáticas:
Baco (1597)
La pose con que el dios del vino se presenta en esta pintura recuerda a un retrato. Es muy posible que Caravaggio se proyectara en la figura de la deidad griega. El retrato alejado de las idealizaciones de Baco –quien no es presentado como un hombre gordo o un joven apolíneo–, muestra la inclinación que el pintor italiano tiene por la naturalidad y espontaneidad. Los elementos que rondan la composición, tanto frutas como vino, demuestran la pasión y la actitud sibarita que el sujeto posee.
Decapitación de Holofernes (1598)
Una obra que sorprende por su crudeza y horror de la escena retratada, independientemente de que a fines del siglo XVI la práctica de la decapitación no fuera un hecho extraño. El realismo que Caravaggio alcanza en las figuras humanas entrega un gran dramatismo al cuadro. La expresión decidida de Judith contrasta con el gesto atormentado del tirano Holofernes. A su lado, una criada espera inmóvil el miembro decapitado.
San Jerónimo escribiendo (1605 aprox)
El santo de la mitología cristiana, San Jerónimo, se presenta como un delgado anciano que ha sufrido un largo período de privaciones y abstinencia. Todo en su figura nos relata una vida llena de experiencia: desde la profusa barba hasta las diversas arrugas. La túnica roja que lo viste habla de la posición que San Jerónimo ocupó en la jerarquía eclesiástica, la de un cardenal. La calavera, símbolo de la mortalidad, observa en silencio al solitario hombre.
Cristo atado a la columna (1606 aprox)
Una obra que sirvió de modelo para innumerables pinturas, “Cristo atado a la columna” muestra la temática de la pasión de Cristo, concretamente, el momento de la tortura antes de la crucifixión. La imagen de un Cristo sufriente, semidesnudo y afligido, destaca por su conmovedora belleza. Los contrastes, tema muy utilizado por Caravaggio, se nota en los dos lacayos que lastiman al mártir. El uso de la luz acentúa el dramatismo en la imagen.
David con la cabeza de Goliath (1609 aprox)
Semanas antes de morir en soledad y afligido por la enfermedad, Caravaggio completó esta magnífica obra. Los últimos años del artista se caracterizaron por el sufrimiento que experimentó. Fue acusado de homicidio, lo que lo llevó a una vida en fuga de las autoridades. La escena retratada muestra el desenlace de la desigual pelea entre David y Goliat. La inscripción en la espada y el gesto del joven vencedor simbolizan la humildad, mientras que su batido adversario –que muestra una similitud al propio Caravaggio– representa la soberbia. Se cree que esta pintura buscaba el indulto del artista por parte del papa.