Encomendarse a las musas es una tradición que remonta a la época clásica. Por ejemplo, los griegos veían en esta figura un ser divino que bajaba del reino celestial para impregnar de genio la obra de un artista. Aunque con el paso del tiempo aquella noción adquirió tintes más terrenales –personificándose en la persona amada–, sin duda esta figura simbólica permanece viva en la actualidad.
Hubo casos celebres en el que la influencia de una musa era palpable en la obra de un autor:
BEATRIZ PORTINARI (1266 -1290)
“Beatrice”, como era conocida la eterna amada de Dante Alighieri, fue una mujer proveniente de una familia florentina de la nobleza. La primera vez que el poeta la vio fue a los nueve años, suceso que lo marcó el resto de su vida. La segunda vez que se encontraron fue nueve años más tarde, cuando Dante tenía 18. “He aquí un Dios más fuerte que yo, el cual viniendo me dominará”, menciona Dante en sus escritos en donde grafica la conmoción que provocó Beatriz en su vida.
El código de este amorío se enmarca en el amor cortés propio de la poesía trovadoresca, muy de boga en la época medieval. Bajo esta óptica Dante asume una entrega total a su dama, en quien ve la encarnación de lo divino. Para mal del artista, este amor nunca fue correspondido.
GALA DIAKONOVA (1894 – 1982)
Elena Ivanovna Diakonova –Gala– nació en Rusia y fue una mujer que se relacionó y atrajo múltiples artistas. Su primer matrimonio, del que nació su única hija, fue con el poeta surrealista Paul Éluard. En una de las tantas reuniones de artistas a las que asiste Éluard, Gala conoce a figuras como André Breton, Philippe Soupault y Max Ernst, con el que mantendrá un apasionado romance.
En 1929, durante presentación de la película producida por Dalí y Luis Buñuel, El perro andaluz, Éluard conoce al pintor español. La relación entre ambos se estrechó a tal punto que Dalí invitó a Éluard, Gala y otras parejas de artistas a Cadaqués para que disfrutaran de sus vacaciones. Fue ahí cuando Dalí se enamora perdidamente de Gala, a la que no deja de cortejar hasta ganarse su afecto.
Ambos consumaron el matrimonio casi 20 años después, en 1958. La celebración se efectuó en el santuario Els Àngles, en Girona, España. La devoción del esposo por su amada nunca decreció: Gala fue objeto de muchas de las pinturas de Dalí. Este último incluso le regaló un castillo en Púbol, al que el pintor solo podía acceder con el permiso –escrito- de Gala.
SIMONETTA VESPUCCI (1453 – 1476)
Simonetta Vespucci fue la modelo italiana que sirvió de molde para “El nacimiento de Venus”, la pintura más famosa de Boticelli. Hija de nobles, Simonetta se casó a los 16 años con Marco Vespucci, en ese entonces vecino del pintor. Al conocer a la joven, Boticelli se enamora profunda de ella. Le dedicará varias obras y será una de las principales musas de su trabajo. Su belleza le hizo ser pretendida por varios hombres, entre ellos los grandes mecenas de de Boticelli y toda Florencia, Giuliano y Lorenzo Médici.
Simonetta muere a los veintitrés años producto de la tuberculosis que padecía. El hecho no hizo más que aumentar la obsesión que Boticelli sentía por ella. La retrató en diversas obras como muestra del amor que el pintor aún sentía. En esta época es cuando Boticelli termina su obra maestra, en donde Simonetta personifica a la diosa de la belleza y el amor, Venus.
ALMA MAHLER (1879 – 1964)
La inteligencia y sensibilidad de la austríaca Alma Mahler la llevó a mantener romances con varios artistas, como el arquitecto Walter Gropius o el compositor Gustav Mahler. Su primer beso fue con el famoso pintor Gustav Klimt, quien inmortalizó el momento en uno de sus cuadros.
El amor entre ambos no floreció ya que la madre de Mahler encontró los escritos de su hija en donde relataba aquel episodio, lo que provocó su ira y total oposición a la unión entre Alma y Klimt.