Una mujer encargada del aseo observa con desgano el horizonte. Dos turistas obesos mantienen un dialogo mudo con el entorno. El proceso de cortar el pasto sentado en un tractor tomando cerveza. Las esculturas hiperrealistas de Duane Hanson retratan la cotidianidad de la vida americana del siglo XX.
Figuras de tamaño natural, hiperrealistas, impresionan por la vida que emanan. Parecen un testimonio histórico de una época en la que los estadounidenses, a pesar de tener acceso a cualquier producto imaginable, enfrentaban con soledad el abandono. A través de materiales como el bronce, la resina de poliéster y la fibra de vidrio Hanson da forma a detalles como arrugas, venas y cicatrices; elementos que entregan credibilidad a su obra.
La mayoría de los arquetipos que usa Hanson como sujetos son individuos de clase media; personas que se vieron sumergidas en las oportunidades y perjuicios de la cultura consumista estadounidense.
El acto interactivo que se da entre los visitantes al museo y las esculturas es paradójico de por sí: es probable que muchos de ellos compartan los mismos oficios que los seres inmóviles que se presentan ante sus ojos.