El rostro, nunca oculto, sino intervenido. El paso de pintura por la dermis, una caída de paso sobre la mirada, un poblamiento matérico sobre la base, y la forma del rostro. Es el trabajo de Toto un trabajo de técnica mixta que indaga en lo digital, lo primitivo de la pintura y en la impresión. El resultado se tiñe de una superficie que invade la obra sin llegar a cubrirla y que deja entrever miradas inquietas, expectantes, quizá preocupadas.
El Rostro monocromático contrasta con el color, la forma y el pop. Lo que prima sobre la imagen es una intervención aleatoria, mundana, propia de la urbe, como superponiendo capas sobre las que la mirada debe explorar. Lenguaje, trazos, acabados de mancha, chorreo, pintura derramada, de paso, descuidada. Y que hablan de una sociedad contemporánea, que retratan a una mujer joven de hoy en día, tras la carga de la época, del pincel, de los prejuicios de la superficie.