Les han denominado los «Lobos contra la intolerancia». Son una iniciativa de Rainer Opolka, empresario alemán, que luego de presenciar una serie de sucesos de odiosidad por las políticas y comportamientos sociales, decidió instalar esculturas de lobos de semblante agresivo, para simbolizar lo peor que puede emerger de la raza humana.
Opolka no es necesariamente artista, pero luego de ver cómo dos autos de ONG’s se quemaban producto de atentados de movimientos xenófobos, cuya intención era no recibir a refugiados en su país, no pudo mantenerse ajeno a la situación.
Todo sucedió en el estado alemán de Brandeburgo, Alemania. Fue entonces cuando pensó en estos lobos instintivos, cuyo semblante revela la bajeza a la que puede llegar el ser humano. Son 63 y gigantes, dos metros de alto, hechas de bronce y hierro, que inician una gira de exhibición que comienza en Dresde, ciudad en la que nacieron los «Patriotas Europeos», movimiento xenófobo contra la islamización de occidente.
La serie se denomina “Los lobos han vuelto”, es el nombre de la exposición, que pretende ser un revulsivo contra el odio y la violencia y recorrerá 16 estados federales, en los que han sucedido eventos xenófobos.