Es cierto, el coleccionismo nació en continentes bastante alejados al americano. En imperios, civilizaciones ricas en materiales preciosos y abundancia de recursos naturales y objetuales. En la práctica, el antecedente nos aleja de participar del principio de la historia, pero no de su desarrollo y evolución.
Comúnmente se atribuye el origen a las primeras civilizaciones, quienes acumulaban y guardaban objetos preciados en templos. El mismo ritual funerario, llevada consigo una ceremonia revestida de tumbas, trajes y joyas de alto valor para la sociedad de la época. Grecia es el rey fundador de esta costumbre de guardar y acumular y tuvo todas las ventajas para erigirse como el imperio fundador del coleccionismo casi cien años antes de la venida de Cristo.
Le siguió, por supuesto la realeza, su afán por diferenciarse del resto de las clases sociales, la soberbia y vanidad les condujo a exigir retratos, suntuosos trabajos de paisajismo, para adornar y llenar las habitaciones de palacios de una estética inédita y ambicionada por cualquiera, haciendo parecer sus hogares como verdaderos paraísos terrenales, incluso la forma en que las instituciones públicas comienzan a hacerse acreedoras de algunas de estas piezas se debe ,única y exclusivamente, del afán del propietario por hacer perdurar su legado.
Desde épocas pasadas, se asoció así el concepto de coleccionismo a la población adinerada, a una tradición y gusto costoso. Hoy no es lo mismo, y ha costado que se interiorice en el ideario colectivo la idea de que tener obras de arte es sinónimo de invertir miles de millones.
En este marco y con lo anterior, sabemos que la revista Art News, de prestigio y validación internacional publica una lista de los 200 nombres que llevan consigo la bandera de los coleccionistas más relevantes del año.
De 123 países, ¿cree usted que no iba a aparecer más de un latinoamericano?
No se equivoque porque son 8. Sin perjuicio de ello, la cantidad de coleccionistas y afisionados del arte crece vertiginosamente, manifestándose un particular interés en las nuevas generaciones. Jóvenes que han encontrado en el arte no una forma de intercambiar ni invertir, sino un sentido, un gusto por la estética, la carga histórica y afectiva de una obra, el no sé qué de las piezas que cuelgan de galerías, museos y ferias al rededor del mundo.
Los coleccionistas más influyentes de América Latina hoy
Ricard Akagawa (Brasil, Sao Paulo): Principalmente gusta del arte contemporáneo internacional, aunque el barroco brasileño debe ser una de sus predilecciones. De todas sus piezas, el 10% las conserva en su casa.
María Asunción Aramburuzabala (Ciudad de México, México): coleccionista de arte moderno de uso personal y privado.
Atricia Phelps de Cisneros y Gustavo A. Cisneros (Venezuela): De preferencia buscan objetos etnográficos, preocupados de la historia y su legado, sus colecciones hablan del colonialismo mayoritariamente,
Isabel y Agustín Coppel (Ciudad de México, México): Arte contemporáneo, tienen piezas de artistas de su país natal como Francis Alÿs, Melanie Smith, Gabriel Orozco, Abraham Cruzvillegas, y Damián Ortega
Tiqui Atencio Demirdijan (Venezuela): Vinculado totalmente al mundo del arte no sólo posee muchas obras, sino también dedica su tiempo y profesión al Museo Guggenheim y la Tate Modern.
Bernardo Paz (Brumadinho, Brasil): Está construyendo su galería. 21 pabellones en el sudeste de Brasil con cientos de instalaciones que denominará Inhotim. En él exhibirá su amplia colección.
Andrea y José Olympio Pereira (Sao Paulo, Brasil): Esta pareja tiene una de las colecciones privadas más importantes del arte contemporáneo de Brasil en el mundo, entre ellos,obras de Irán do Espírito Santo, Rosângela Rennó, Jac Leirner, Beatriz Milhazes, Vik Muniz, Ernesto Neto, y Adriana Varejao.
Carlos Slim Helú (Ciudad De México, México): Adherente acérrimo al trabajo de Rodin. Tiene más de 66 mil piezas. El Museo Soumaya es de su propiedad. Y además tiene obras de Cézanne, Renoir, Van Gogh, Matisse, da Vinci, Rivera, y un sinnúmero de otros maestros del arte europeo y mexicano avaluados en 700’000,000 de dólares.
El más importante en América Latina hoy
Eugenio López. 2.000 piezas. 80 millones de dólares desembolsados.
Denomina a su colección Jumex, proveniente de la compañía productora de jugo que dirige. Es la colección más grande de Latinoamérica con obras de Cy Twombly a Jeff Koons o Damien Hirst, entre otros.
Sus obras en la Chac Mool Gallery de Los Ángeles de su propiedad. Además, forma parte de la junta directiva del MOCA, donde también fue vicepresidente en 2013.
Su acierto comenzó a principios de 1990, cuando compró la obra del artista conceptual mexicano Gabriel Orozco (1962), nunca pensó que le iba a rendir tantos frutos. Aunque es reacio a dar números, afirma que lo que ha invertido en arte, lo ha triplicado y ha dicho al México Forbes que “La clave de un buen coleccionista es el amor. El dinero no te asegura tener buena colección. Yo no pongo mi dinero en cosas que no entiendo.”