La belleza y el cuerpo humano. La interioridad al desnudo y la vulnerabilidad del concepto de belleza se desliza por la obra
de Sally Hewett, con una deliciosa agresividad. Deliciosa pues se agradece la honestidad en la expresión, el uso del color rosa y dorado, ambos fruto del valor de lo femenino, la fragilidad del nude, que trae intrínsecamente la delicadeza de una piel tersa suave y nueva. Y el provocativo y agresivo dorado, reflejo de grandeza, del valor del color oro, de sublimidad.
Así se teje este trabajo cuyo soporte es la tela y su ejecución es trenzar, atar hasta crear por partes las zonas de connotación «íntima» del cuerpo, lo sagrado. Entonces juega con la belleza y desagradable, aquello que enaltece y deteriora la imagen del cuerpo. La artista hadicho que está interesada en cómo se perciben estas imágenes, qué rol juegan no sólo particularmente en las personas, si no social y políticamente.