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Están varadas. A orillas del mar esperando por su dueña. Son de Picasso y eso no les exime del abandono. Aún así están avaluadas en 300 millones de euros y están encerradas en los contenedores que en algún momento desembarcaron en el puerto franco de Ginebra.
Allí esperan desde 2012, intocables, casi olvidadas. Son de propiedad de la hijastra del artista, Catherine Hutin-Blay. Más de tres años y los retratos que fueros hechos para ser expuestos o al menos vistos por alguien están aguardando su momento de volver a ver la luz. Inmediatamente recuerdo el mito en la caverna de Platón. Obras que olvidaron su tiempo, quizá roídas o intactas, esperan encontrarse con una sociedad diferente a la que vieron por última vez hace tres años. Quizá con suerte o no, serán avaluadas distinto a como lo hubiesen hecho apenas llegaron. En estos tiempos y con el fluctuante movimiento del mercado del arte las 79 obras de Picasso están a la deriva esperando su suerte.
Casi en Suiza y en un centro de almacenaje continuarán ahí. La dueña heredó más que 79 obras por supuesto. Una vez fallecida su madre, la hijastra hereda más de 1000 obras del pintor, entre grabado, esculturas y pinturas.
El destino es Hutin-Blay y Hutin-Blay las envuelve en torno a un misterio errático. «Jacqueline con traje turco» es una de ellas, «Jacqueline con las piernas cruzadas» y varios más claro. Estos últimos dos avaluados en más de 30 millones de euros cada uno. El envío tiene sus papeles al día, nada se hizo de manera irregular, todo en norma, sin embargo nadie los ha reclamado. Algunos creen que para no vincularse directamente con una ambición monetaria, la coleccionista ha dejado sus obras ahí para dedicarse a destacar su nombre por sobre su herencia artística. Pero no está corroborado y por mientras, los Picassos esperan junto al mar.
discreción.
{:}{:en}On the sea shore, these artworks await her owner. These were made by Picasso, another reason to not be abandoned. These are valued for 300 million euros and are kept in containers that, at some point, were unloaded in a Frank port of Geneva.
These pristine and almost forgotten artworks lie there since 2012. Their owner is Catherine Hutin-Blay’s stepdaughter. After three years, these artworks – whose purpose was always to be exhibited or to be shown to at least one person – await the moment to see light once again. This recalls the Allegory of the Cave of Plato. Works forgotten through time – sometime worn, sometimes intact – wait to discover a different society. At this time, with the fluctuating movement of art market, the 79 Picasso’s works have an uncertain destiny, waiting their luck.
Being almost in Switzerland, in a warehouse center, these works will be kept inside. Certainly, the owner inherited more than 79 works. Once her mother passed away, the stepdaughter will inherit more than 1,000 artworks from Picasso – among engravings, sculptures and paintings.
Hutin-Blay is the destiny. She wraps them with an erratic mystery. Jacqueline in turkish costume is one of them, Jacqueline with crossed legs, among others. These two last ones are valued for more than 30 million euros each one. Concerning delivery, papers are up-to-date; nothing was done irregularly, everything according to norms. Despite of this, nobody has claimed them. Some believe that the collector has put the works aside, thus, she could dedicate to work on her name above her artistic heritage. This theory is not confirmed yet. Meanwhile, Picasso’s works wait on the shore.
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