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Ganó un Oscar por un acucioso trabajo de investigación respecto de las filtraciones de información que Edward Snowden cedió a dos importantes periódicos norteamericanos, pese a que ésta era catalogada de información clasificada sobre la red de vigilancia mundial de los departamentos de la, CIA y NSA. Es productora, documentalista y norteamericana. Creó y produjo “Citizenfour”, el documental que articuló toda la información recopilada y la cinta galardonada y hoy traspasa toda este trabajo de documentación a una exposición visual.
La recibe en sus pasillos y salas el Museo Whitney de Nueva York. Seguramente porque la institución, tanto como el público mundial, sabe que es de interés público la forma en que los organismos de seguridad estadounidenses abordaron la seguridad y vigilancia luego de que las emblemáticas torres gemelas cayeran en medio de una multitud de motivaciones, razonamientos y causas que aún no están del todo claras, pese a personificarse sus implicados.
Para contextualizar Citizenfour fue el seudónimo de Snowden. Mediante el apodo envió correos electrónicos a la documentalista, quien desconocía la fuente de información, pero se pasmaba de lo que estaba recibiendo. Así fue como cuando se reveló su identidad, la norteamericana, además de enterarse, filmó todo lo que oyó y percibió.
Hoy, por el tenor del tema, el documental dejó de ser su frente y quiso ir por más. Así, transformó todo en una instalación en 2012 que el mismo Whitney exhibió en su bienal del año.
Hoy el arte la llevó más allá: seis fotografías de colores. Parecen escanners, quizá un examen médico, una prueba de sonido; sin embargo, son imágenes reales de decodificación de drones y satélites de Israel y Siria interceptadas por un programa llamado Anarchist. Es el material que Snowden le envió a Poitras, junto con otros documentos que prueban las fórmulas de vigilancia de la NSA sobre el comportamiento social luego del 11-S. La exhibición que contiene todo esto es “Astro Noise”, ya lo sabe.
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