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CríticaPortada

Ausencia Encarnada. Efimeralidad y Colectividad en los ‘70

By 13 de enero de 2016septiembre 13th, 2024No Comments

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Estuvimos recorriendo la exposición que se encuentra hasta el 24 de enero en el Museo de la Solidaridad Salvador Allende (MSSA). Se trata de una variedad de artistas que desarrollan obras con técnicas diversas, en las que se aborda un mismo eje conceptual trazado por medio de un posicionamiento cronológico.

La exhibición Ausencia Encarnada repasa en sus salas un recorrido por el período posterior al golpe militar, y cómo este afectó e influenció a un gran número de artistas que se reunieron en torno a una situación de precariedad que los afectaba, y que produjo una sintonía y solidaridad únicas dentro de una escena artística, la cual no mermó a pesar del inestable y represivo contexto en el que se encontraba Chile. El por qué trazar la discusión en torno a una dimensión temporal es un posicionamiento consciente de generar un discurso que permita acercarnos a un período difícil de nuestra historia, y que en esta exposición grafica la experiencia e interpretación contextual desde el punto de vista de diferentes artistas chilenos. Es una exposición que plasma una situación política específica y única en nuestra historia, ejemplificada por la obra de artistas nacionales que vivían tanto en Chile como en el extranjero.

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La instancia de concentrar en un solo lugar obras de artistas tan emblemáticos como Juan Downey, el C.A.D.A., Carlos Altamirano, Francisco Copello, Elías Adasme, Carlos Leppe, Catalina Parra, Eugenio Téllez, Cecilia Vicuña, Carmen Beuchat, Francisco Brugnoli, Juan Pablo Langlois, Virginia Errázuriz y Hernán Parada, es única. La visión particular de cada uno de ellos sobre la situación política y su respuesta a la dictadura es lo que instala una discusión necesaria, no sólo para los teóricos e historiadores, sino que para todo el público.

La curaduría de Liz Munsell hace un corte cronológico-contextual que orienta la temática de la exposición hacia un discurso no sólo estético sino que también político. El título de la muestra también da un indicador sobre la mirada que se le da: Efimeralidad y colectividad, son dos conceptos que representan una forma de expresión conceptual, y que buscaba evidenciar la precaria situación que se vivía en Chile. Porque al existir censura se deben buscar otras formas de enfrentar y crear, como demuestran innumerables ejemplos a lo largo de la Historia del Arte, pero en este caso los chilenos buscaron medios y temáticas sutiles que proponían la utilización de instalaciones, videos y acciones de arte para denunciar la realidad y las injusticias que se vivían. Trabajar directamente con lo que los rodeaba: la realidad del Chile de la Dictadura. Los campos efímeros del arte se circunscriben precisamente a esto: la intervención de un espacio y la intención de salir de las áreas acotadas y tradicionales del arte.

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La exhibición abre un debate sobre la historia del Arte en Chile –que representa un momento de especial contingencia–, mientras que las obras demuestran la forma en la que cada artista enfocaba su visión sobre la situación del país: cómo era vivir en Dictadura, cómo se veía desde el extranjero las injusticias cometidas, la relación con el trabajo poético y cómo este permitía afrontar el arte por medio de diferentes soluciones creativas.
La figura de Juan Downey surge como una de las voces más potentes dentro de los artistas que residían en el extranjero y que promovía y ayudaba a los artistas en Chile, quienes lo recuerdan como una persona de enorme generosidad, dispuesta a colaborar e incentivarlos a crear y buscar nuevas expresiones artísticas. Su trabajo también está presente en la exposición con dos videos de 1976, y que demuestran su interés en formar parte de la contracultura con la que se enfrentaba al régimen.

Llama la atención los trabajos del C.A.D.A. (Colectivo de Acciones de Arte), que muestran de forma certera el espíritu de la época; las acciones de arte se convirtieron en un método a través del cual este grupo exponía la realidad de su entorno. El espacio de colectividad era algo que se defendía en aquellos años, como un medio de posición ante la censura y las dificultades evidentes para hacer arte. Como recuerdan sus miembros: no sólo se creaban acciones desde el colectivo, sino que todos sus trabajos involucraban a muchos colaboradores de la escena local. Se hablaba directamente de lo que ocurría, existía una efervescencia por lo que sucedía y –a su vez– buscaban generar discusión. Este movimiento congregó a la escena visual de Santiago con un sentimiento único de unidad, creando espacios donde se vivía un ambiente diferente a lo que existía. Fue un encuentro humano con un trasfondo de película, donde se desplegaron sus vidas en el escenario de la dictadura.

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El contexto de la época impedía muchas veces a los artistas a denunciar de forma directa las injusticias y atrocidades que se cometían cotidianamente, pero la capacidad creativa de ellos hizo que se encontraran otros medios por los cuales esquivar la censura. Quizás el hecho de trabajar a través de medios poco conocidos para las corrientes oficiales les permitió sortear de mejor manera las fuertes restricciones imperantes. La conceptualidad de las obras, las instalaciones y acciones de arte, en conjunto con la aparición del video incrementó la exploración de vías alternativas a lo tradicional. Muchas veces el desconocimiento de estas nuevas formas por parte de las autoridades les permitió trabajar de forma más libre, pero siempre pensando en plasmar la realidad, en palabras de Raúl Zurita se trataba de trabajar con el entorno, era este el gran lienzo de sus obras.

Son obras que retratan de forma honesta aquello que se vivía, con un espíritu que intentaba expresar aquello que se sentía, casi inocente, y en el que no importaba tanto la técnica sino el mensaje y su registro; y siempre basados en sus experiencias cotidianas de marginalidad. Los materiales fueron en su gran mayoría efímeros, pues trabajaban con sus propios cuerpos, acciones de arte, materiales destinados a desaparecer, entre otros; apoyándose en el video como medio inicial de registro, para después transformarse en otro medio más de expresión.

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Es importante generar un espacio de discusión, no sólo frente al Arte chileno en general, sino que también permitir el diálogo y estudio de un período complejo en nuestra historia. El arte es un medio por el cual se perpetúa un momento, se expresa y se denuncia; y sin importar el color político es imprescindible su comprensión y contemplación como un testimonio. A su vez, la presentación de trabajos en formatos de materialidad efímera o poco comunes para su época nos llevan a realizar un ejercicio de análisis conceptual de los contenidos, conectándolos con la importancia de lo colectivo, y con el cómo por medio de esto se generaron espacios relacionales excepcionales de crecimiento y fortalecimiento artístico de Chile.

{:}{:en}We visited the exhibition in Salvador Allende Solidarity Museum which will be open to the public until January 24th. Here, we can find a variety of artists who have artworks with diverse techniques, where a conceptual topic is addressed and is formulated through a chronologic positioning.

The exhibition Ausencia Encarnada includes in each room a journey after the period of the Chilean coup d’etat. You can appreciate how this affected and influenced a big group of artists who met up in relation to a situation of precariousness. This produced a tune and unique solidarity within an artistic scenario. However, that situation didn’t ameliorate due to the current status of Chile: unstable and repressive. Discussing towards a temporal dimension is a conscious positioning in order to generate a talk that allows us to do the following: to get closer to a grueling time of our history and to live in this graphic exhibition the experience and contextual interpretation from the point of view of different Chilean artists. It’s an exhibition that expresses a specific and unique political situation in the history of Chile, which is illustrated through the artworks of national artists who lived in Chile and also abroad.

It’s an exclusive moment when you can find in just one place the artworks of emblematic artists such as Juan Downey, C.A.D.A. or Arts Action Collective (Chilean artist’s organization), Carlos Altamirano, Francisco Copello, Elías Adasme, Carlos Leppe, Catalina Parra, Eugenio Téllez, Cecilia Vicuña, Carmen Beuchat, Francisco Brugnoli, Juan Pablo Langlois, Virginia Errázuriz, and Hernán Parada. The particular vision of each one about the political situation and their answers towards dictatorship put a necessary discussion, not only for theorists and historians, but also for the public.

The curatorship of Liz Munsell creates a chronological and contextual cut that guides the exhibition topics towards an aesthetic and political speech. The title of the exhibition –Ephemerality and Collectivity –gives an indicator about the perspective we can find. These concepts represent a way of conceptual expression and the search to demonstrate the precarious situation of Chile at that time. When there’s censorship, there are other ways to confront and to create as it has been demonstrated by uncountable examples throughout the history of art. However, Chileans in this case found resources and subtle topics that proposed the usage of installations, videos, and action art in order to denounce the reality and injustice that was experienced. They worked directly with their surrounding: the reality of Chile during dictatorship. The ephemeral fields of art are precisely circumscribed to this: the intervention of a space and the intention to escape from the enclosed and traditional areas of art.

The exhibition opens a debate about the history of art in Chile –representing a special moment of contingency –while the artworks demonstrate the way each artist focused their vision on the situation of the country. In this matter, they showed how to live dictatorship, how injustice was seen from abroad, the relation with the poetic work and the way it helped to deal with art through different creative solutions.

The figure of Juan Downey emerges as one of the most powerful voices from the artists who dwelt abroad, and who promoted and helped artists in Chile. People recall him as a person with incredible generosity, someone who was able to collaborate and to motivate people to create and search new artistic expressions. Downey’s artwork is also present in the exhibition together with two videos of 1976. These demonstrate his interest of being part of the counter-culture, which confronted the regime.

The artwork from C.A.D.A. (Arts Action Collective) catches the attention of the observer. These pieces of art show precisely the spirit of the period; the action art became a method for that group to expose the reality of the environment. The place for collectivity was something protected during those years, as a medium of position towards censorship and noticeable difficulties to create art. The members recollected the following: actions were created not only from the collectiveness, but also in all of the artworks that involved many contributors of the local scenario. They talked directly about what was happening; there was commotion for what occurred and –at the same time –there was a need for discussion. This movement gathered the visual scenario of Santiago with a unique feeling of unity, creating places where you experienced a different ambience to what existed. It was a human meeting with a background similar to movies, where lives were displayed during dictatorship.

Many times artists couldn’t denounce –due to this context –the injustice and atrocities committed on a daily basis, but the creative capacity of these artists helped them to find other ways to avoid censorship. Maybe the fact of working through little-known media on the part of the authorized streams allowed them to think more about the ways of the strong and prevailing restrictions. The conceptuality of artworks, installations, action art and the publication of videos increased the exploration of alternative ways from the traditional. The lack of knowledge from authorities about these new ways sometimes allowed artists to work more freely, but they always thought about manifesting reality. According to Raúl Zurita, it was all about working with the environment because for him it was a great canvas.

These artworks honestly portrayed –and almost unconsciously –the experiences of the time along with a spirit that tried to express sensations, where the technique didn’t matter so much, except its message and registration; always based on their daily experiences of marginalization. Most of the materials were ephemeral because artists worked with their own bodies, action art, materials for depleting, among others. They found support on videos as a starting medium for registration in order to become later into another medium of expression.

It’s relevant to generate a moment for discussion not only towards the Chilean art in general, but also to allow a dialogue and the study of a complex period of the Chilean history. Art is a medium in which moments can prevail; you can express and denounce without the importance of the political color because it is relevant for its comprehension and contemplation as a testimony. Eventually, the exhibition of uncommon artworks for that period which are represented in the format of ephemeral materiality takes us to perform a conceptual analysis of the contents. At the same time, it connects us with the importance of collectivity and with the creation of exceptional and relational places for growth and strengthening of the artistic in Chile.

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