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Artista relevante en la escena uruguaya, Alejandro Turell es además profesor en instituciones como la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático (EMAD), de Montevideo, y la Tecnicatura en Artes-Artes Plásticas y Visuales del Centro Universitario Regional Este (CURE) de la Universidad de la República, en Rocha. A este último espacio vino precisamente representando a la 4ª semana de Arte Contemporáneo de Antofagasta, SACO4.

Por Carolina Lara / Chile.

Su participación, del 23 al 28 de agosto, en la 4ª Semana de Arte Contemporáneo de Antofagasta, SACO4, incluyó el workshop “Nuestra identidad dinámica”, en la que invitó a jóvenes de enseñanza media del norte chileno a repensarse a sí mismos a través de la escultura. El juego implicó, primero, moldear a ciegas sus propios autorretratos, para terminar cada uno puliendo sus selfies, llegando a una serie de finas cabezas en greda.

Junto a otros seis artistas latinoamericanos, representantes de instituciones de formación artística alternativos a los sistemas oficiales, Alejandro Turell (1975) fue invitado a este evento que realizó un cruce entre arte contemporáneo y educación. Luego de los talleres experimentales –que se realizaron en el Parque Cultural Huanchaca–, los cuales abordaron video arte, fotografía, dibujo, intervenciones y trabajos con el lugar, entre otros temas y técnicas, estuvo abierta en septiembre la exposición Entre la forma y el molde, presentando los resultados de estos intensos procesos creativos y reflexivos.

Desde 1997, Turell ha participado en numerosas exposiciones colectivas, dentro y fuera de Uruguay. En Montevideo ha expuesto individualmente en el Museo Nacional de Artes Visuales, entre otros espacios. En su producción, transita tanto por la gráfica como por la instalación, la fotografía y el video, a partir de un cruce fundamental entre arte, ciencia y naturaleza.

© Alejandro Turell

© Alejandro Turell

¿Cómo emergió este campo de trabajo entre áreas aparentemente distintas?

Acudí al dibujo desde muy pequeño para intentar entender las cosas que me rodeaban, para describirlas, descubrirlas o quizás para tener una visión propia de lo que observaba. Ese poder discernir la realidad, también desde un territorio introspectivo, es lo que en el pasaje de los años forjó un campo para mi quehacer. Encontré en el arte una forma de conocer. En mi obra emerge de forma espontánea la desterritorialización de estos campos del conocimiento y disciplinas, sus posibles abordajes, y por momentos son un todo al mismo tiempo. Muchas de mis obras se podrían enmarcar dentro de algo cercano a preguntas visuales. No puedo separarme de mi pensamiento científico del mismo modo que no lo logro hacer del artístico. Son caprichos de algunos seres humanos el separarlos como terrenos que están inconexos porque los paradigmas no se agotan por sentencia, se agotan por su esencia. Se imbrican tanto en sus formulaciones como en lo que nos provocan y tienen impacto sobre nuestro entorno. La manera de formular esos cuestionamientos, esa sintaxis, es quizás lo singular. Mi obra es una membrana selectiva y permeable que se estimula con el pasaje de elementos de un campo al otro. La taxonomía, la antropología de la ciencia, el arte, las colecciones antojadizas y cámaras de maravillas, los zoológicos y los museos son construcciones, no han sido siempre las mismas. Entonces cuando nos referimos a la ciencia, ¿de cuál ciencia hablamos? ¿O cuando hablamos de la naturaleza, o arte? ¿De qué hablamos?

¿Qué materialidades, operaciones y sentidos ha encarnado esa relación?

Mis indagaciones plásticas tienen en cuenta operativas comunes al arte y a la ciencia, desde el manejo de los avances tecnológicos hasta metodologías completamente empíricas y formas de abordar experiencias vividas. El acto de generar una obra no surge en mí inicialmente hacia una determinada certidumbre sino que más bien lo hace del pensar y repensar preguntas que me desvelan. El que sea arte, que lo pueda inscribir en el mundo del arte o no, eso viene después, y es hasta saludable no estar muy pendiente de ese después.  Hay preguntas que todavía no puedo responder de muchos campos y ese patrimonio de lo ignoto me fuerza a abordar nuevos cuestionamientos. El artista experimenta y puede redescubrir y reformular cosas que ya fueron abordadas por otros, en otro tiempo, haciendo de ello un aporte presente. Este aspecto de resignificación es esencial para poder decodificar cualquier artificio. Mi interés por los materiales va desde el valor simbólico que los mismos tienen y  traen consigo, el que han tenido en el correr del tiempo, hasta el potencial que me permitan desarrollar a través de su manipulación. Cada material llaga a nosotros cargado de enormes significados (individuales y colectivos) y el acto mismo de darle otro sentido vuelve la relación multiplicadora a la “n” potencia. Los artistas tenemos mucho de alquimistas y de magos, transformamos la materia dándole otro sentido.

© Alejandro Turell

© Alejandro Turell

¿Qué lugar ocupa la manualidad?

Respondiendo la pregunta literalmente debería ser: un lugar de añoranza. Soy ambidiestro y a mi padre siempre le llamaba la atención con qué mano iba a resolver las cosas. ¡Me encantaba sorprenderlo! La manualidad es un factor constitutivo de mí como persona. A su vez, un espacio desde donde sé que tengo instrumentos válidos para expresarme, reconocerme y con los cuales enseñar. En mi caso, puede ser un acto de rebeldía también en contra de esta era de la digitalización y la mediación antojadiza que se nos ha impuesto. Si bien encuentro legítimo el uso de dispositivos digitales, también le encuentro un grado de alienación perversa en asumirlos como lo único que nos puede ayudar a resolver todo. Cuando resolvemos algo desde nuestras posibilidades manuales nos sentimos creativos. Esa emoción y satisfacción de lo manual no es la misma que al apretar ENTER.

¿De qué modo la docencia se relaciona con tu trabajo artístico? ¿Cómo lo alimenta o potencia?

Recibí formación de la mano de maestros entrañables de los que estoy profundamente agradecido. De alguna forma esas personas están en mi trabajo. Es desde la vocación y desde la cita respetuosa que se construye la docencia y el guiar a otras personas a transitar nuevas etapas en la incorporación de conocimientos. Nada surge por generación espontánea, las cosas se construyen. La retroalimentación que se genera ayudando a otra persona a descubrir sus potencialidades, perfeccionar sus destrezas y habilidades nos convoca a seguir profundizando y a conocer más lo que hacemos. La docencia tiene dispositivos muy refinados sobre la comprensión de los estados de los estudiantes y cómo ser creativo a la hora de estimular con la implementación de diversos dispositivos didácticos sus mecanismos de crecimiento personal. Eso coloca a la actividad docente en un rol pro activo que nutre muchas otras áreas. Un ejemplo de esta retroalimentación: en el marco de la experiencia de SACO, al trabajar con estudiantes jóvenes y barro llegamos a formularnos una pregunta ¿este trabajo que hicimos en el taller podría titularse “una selfie contemporánea de cinco kilos”? Lejos de agotar la pregunta en sí misma, lo interesante es la formulación de lo que es o no contemporáneo, el autorretrato, la identidad, el arte, la materialidad de las cosas, etc. Esto fue analizado con temas que trataron desde la museología, la disposición espacial de los objetos en el espacio, la curaduría en el arte contemporáneo, la legitimación de una pieza, etc. Repensar todos estos dispositivos existentes potencia lo que hacemos, cómo lo hacemos, de qué forma y hacia donde nos dirigimos.

© Alejandro Turell

© Alejandro Turell

¿Qué te pareció en general la experiencia en SACO4?

En primer lugar estoy sumamente agradecido por la invitación que me cursaran. Destaco el enorme trabajo profesional de nuestros anfitriones organizadores, Dagmara y Christian, estructurar un evento con la educación artística como eje central es de por sí un hecho a celebrar. El trabajo en conjunto con los estudiantes en los talleres generó una sinergia muy contagiosa, con trabajos en los domos (instalados en el Parque Cultural Huanchaca) que encontré por demás elocuentes. Es un terreno muy fértil el del escenario artístico-pedagógico en la actualidad y en contraste con la aridez del paisaje, resultó poético. Conocer las experiencias que se viven en distintos países de Latinoamérica sobre el sistema educativo de la mano de artistas pedagogos es muy enriquecedor. Poder dialogar sobre planes de estudio, discutir aspectos institucionales, contrastar realidades entre lo público y lo privado, acordar posibles colaboraciones, comparar posibilidades de inclusión a la educación terciaria en artes, o en cualquier campo del conocimiento, lo veo crucial para la formación de las futuras generaciones. Hay temas que piden ser siempre tratados con profundidad y ser revisitados: la educación, la inclusión social, el desarrollo, la producción, la cultura, promueven y siembran en el presente lo que será nuestro mañana. La experiencia en SACO4 es de esperar que sensibilice a las personas responsables que están encargadas de trazar las políticas que le darán marco a las instituciones donde se formen estas generaciones.