Zaida González | De lo que no queremos ver (o ser)

La versatilidad de las obras de arte muchas veces depende de la imaginación de los artistas. Zaida González propone una obra candente, provocativa y cuestionadora sobre la moralidad, lo prohibido, la sexualidad y el cuerpo.

Son hombres desnudos que muestran sus cuerpos, sin el detalle o el cuidado de la publicidad. No importa la estatura, la musculatura ni las proporciones fálicas. Son mujeres gordas, que ostentan kilos de orgullo, bajas, agresivas, alejadas de los cánones típicos de la belleza, que se comporta como la prostitución en las calles, como una venta cotidiana del cuerpo. Son trans, desnudos, o no, están ahí, haciendo alarde su desventurada sexualidad, mostrando sus decisiones, su vida, su sexo. Es una obra que transgrede pero con una sutileza tan grande que no alcanza a verse la realidad que representa. Zaida González ubica su obra desde la marginalidad de un trabajo que se crea donde la sociedad no está acostumbrada a mirar, desde lo que pasa desapercibido pero existe, desde lo under de un país donde la doble moral o el doble estándar pareciera ser un canon sagrado.

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El Mago – I, Maggie Lay, 2016, fotografía en película blanco y negro 35mm., copias análogas en papel RC de 13 x 18 cm., coloreadas a mano con lápices acuarelables y digitalizadas posteriormente para dar un mayor formato, 90 x 60 cm.
El Mago – I, Maggie Lay, 2016, fotografía en película blanco y negro 35mm., copias análogas en papel RC de 13 x 18 cm., coloreadas a mano con lápices acuarelables y
digitalizadas posteriormente para dar un mayor formato, 90 x 60 cm.

Ha trabajado desde sus inicios con cuerpos conocidos, ya sea por amistad o por necesidad. En la actualidad, sin embargo, ha realizado obras con modelos y con gente que busca a través de redes sociales pero que tienen un contenido de vida que las vincula al trasfondo de sus obras. “Ella por ejemplo, que es modelo y tiene varias cosas activas respecto a la raza, para que se unan y conversen en torno a la afro descendencia, no es que ande en una burbuja”, explica Zaida sobre una modelo afrodescendiente con la que trabaja. Y es así, como buscando, imaginando y creando ha llegado a trabajar con figuras ícono de la cultura under chilena, como Hija de Perra, la transexual Claudia Rodríguez; un castor disecado que pertenecía a la Geisha y con seres tan controversiales como fetos conservados en formalina, pero la controversia de su obra partió incluso antes.

En el año 2000 Zaida realizó una serie donde aparecen monjas desnudas, con alusiones explícitamente sexuales frente a Jesús. Todo con personas reales. Obras que le valieron la censura ante una exposición, cartas del episcopado por la portada de una revista que utilizó su obra y el impacto mediático de hacer frente a realidades que no imaginamos. Fue la educación religiosa que tuvo en la infancia, la cruda realidad de enfrentarse a la educación pública en San Miguel, donde sus compañeras de curso se peleaban en las calles constantemente, la reprimenda social y la crudeza del castigo lo que la lleva a mostrar aquello que constantemente no queremos ver ni imaginar. Posteriormente moderó su trabajo, lo llevó a un plano menos explícito, menos directo pero no por eso más suave.

La Justicia – VIII, Maraca Barata, 2017, fotografía en película blanco y negro 35mm., copias análogas en papel RC de 13 x 18 cm., coloreadas a mano con lápices acuarelables y digitalizadas posteriormente para dar un mayor formato, 90 x 60 cm.
La Justicia – VIII, Maraca Barata, 2017, fotografía en película blanco y negro 35mm., copias análogas en papel RC de 13 x 18 cm., coloreadas a mano con lápices acuarelables y
digitalizadas posteriormente para dar un mayor formato, 90 x 60 cm.

El velorio del angelito

Una de las tradiciones populares del campo chileno, considerada una interpretación del canto a lo divino, fue reinterpretada por Zaida con fetos humanos. Ritualmente se le denomina “angelitos” a los niños que fallecen antes de los 3 años, para ellos se realiza una ceremonia donde hay un rezo constante del rosario y cánticos piadosos, acompañado de una cena de medianoche, ingesta de licor y quema de incienso. El lugar incluye imágenes religiosas por doquier, una sola vela prendida se encuentra rodeada de flores blancas y se construye un altar donde –muchas veces– se encuentra el cadáver del niño muerto vestido como ángel, incluyendo alitas para ayudarle en su viaje celestial. En ocasiones, incluso se instala el cuerpo sentado o de pie con las manitos juntas apretando un ramo de flores blancas. Como son niños, el mito dice que ascienden directamente al cielo por no ser pecadores, razón por la cual no se les debe llorar ya que esto haría un mail en su alma. El cortejo es solamente de hombres, quedando las mujeres acompañando a los deudos y tomando mate con cedrón.

En la obra de Zaida, Recuérdame al morir, los fetos poseen las alas de los angelitos. Las parejas se encuentran a su alrededor, los sostienen, los acurrucan y los protegen como si estuvieran con vida. La sutileza del color aplaca lo brusco de la imagen, la crudeza que  se esconde al ver aquellos fetos que sufrieron de abortos –naturales o no, pues esto carece de importancia–. Algunos tienen malformaciones, otros son siameses. Todos están ahí para recordarnos la vida. Y sin ánimos de llevar su obra a los cuestionamientos sobre el aborto o la libertad, su obra se ha reinterpretado tanto a favor de la vida, como a favor de la libertad de decidir. Se ha trabajado desde múltiples áreas, porque en su trabajo no hay juicios morales, solo cuestionamientos sin respuestas evidentes.

Tarot Trans

“En 2014 fotografié a la poetisa trans (Dramas pobres) Claudia Rodríguez, y después me di cuenta de que esa obra tenía mucho parecido a la carta del Mundo del tarot de Marsella. Ahí pensé en hacer una serie de tarot trans, con distintos personajes como modelo. Tuve que hacer una investigación respecto a qué es el tarot, cuántos hay, de qué hablan y cómo se manejan los elementos. Todo eso para hacer las imágenes. En este sentido era más fácil porque tenía una dirección para las fotografías, pero el empezar a transgredirlo fue algo que hice a consciencia”, explica sobra la última serie que ha realizado. En ella, da cabida a todas las minorías para representar figuras arquetípicas del mundo que son capaces de ser reinterpretadas constantemente dependiendo de los problemas, del contexto y de quién quiera preguntar por su vida.

El Sol – XIX, Cami Fortini y Juliette Micolta, 2017, fotografía en película blanco y negro 35mm., copias análogas en papel RC de 13 x 18 cm., coloreadas a mano con lápices acuarelables y digitalizadas posteriormente para dar un mayor formato, 90 x 60 cm.
El Sol – XIX, Cami Fortini y Juliette Micolta, 2017, fotografía en película blanco y negro 35mm., copias análogas en papel RC de 13 x 18 cm., coloreadas a mano con lápices
acuarelables y digitalizadas posteriormente para dar un mayor formato, 90 x 60 cm.

Un ejemplo de esto es la carta la Emperatriz, que es emocional, muy fértil, tiene que ver con la maternidad, la naturaleza y con el día. “En muchas representaciones del tarot, esta carta está embarazada, pero quise llevarlo a lo creativo y a lo musical; para representar lo fértil, quise poner en el escudo esta malformación de una guagua siamés, para demostrar que lo ‘raro’, lo deforme, también puede ser parte de la naturaleza y de la creación”. Además, en esta oportunidad decidió implicar –como si con la visualidad no fuera suficiente– poemas escritos por Claudia Rodríguez para explicar el significado de cada carta.

Y en la fuerza de lo creativo…

Las obras de Zaida conllevan un intenso y permanente proceso creativo. Todo comienza con la cotidianeidad, la experiencia de vida y la imaginación de la artista, quien mantiene de sus inicios una paleta de colores que limita entre el pastel y lo flúor. El procedimiento en sí, requiere de los bocetos previos al montaje escenográfico, cada obra es dibujada por ella. Posteriormente elige a los modelos, compra o consigue los implementos, arma la escena y los retrata (o se autoretrata) fotográficamente en la escena, para pasar al revelado. Pareciera ser que la obra está lista, pero no, el revelado se hace en blanco y negro, en miniatura, para que entonces pueda pintar cada una de las obras con un cuidado extremo; cuando están secas las digitaliza, retoca en el computador y recién ahí, luego de semanas o meses de producción, la obra está lista.

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