Una mirada a “La Fuente” de Marcel Duchamp

Marcel Duchamp lideró una época que determinó el desarrollo del arte contemporáneo. Su estilo sarcástico y experimental marcó al dadaísmo y al pop que vino posteriormente. La historia que rodea a una de sus obras más emblemáticas, «La Fuente», muestra el genio irónico que tanto explotó el artista francés.

El surgimiento de la idea detrás de esta creación se remonta a 1917, justo cuando Duchamp, junto a su amigo el pintor Joseph Stella, y el mecenas Walter Asenberg comían en uno de los restaurantes de Nueva York. Luego de la velada, los tres se dirigieron a la ferretería J. L. Mott Iron Works, en donde Duchamp compró un urinario blanco.

Nadie se imaginó en ese momento que Duchamp enviaría el urinario a la Sociedad de Artistas Independientes. Bajo el título “Fuente”, el artista firmó su nueva obra con el seudónimo R. Mutt. Su meta era que esta fuese aceptada para la exposición anual que la organización haría en 1917.

Este ready-made se ríe de la intelectualidad y la petulancia que rodea al mundo intelectual ligado al arte. Su interpretación cuestiona el verdadero concepto y sentido de lo que es y lo que no es arte. También se instala como una parodia del esnobismo burgués.

Aunque fue rechazada, “La Fuente” es considerada la primera pieza de arte conceptual. En ella el concepto es más relevante que la estructura en sí, estéticamente hablando. Actualmente es considerada una de las obras de arte más relevantes del siglo XX, según cientos de especialistas británicos.

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