Francisco Brugnoli | «Debemos cuestionar los límites del conocimiento»

A propósito de la muestra Colección MAC: Una Suma de Actualidades, el director del Museo de Arte Contemporáneo (MAC), Francisco Brugnoli, conversó con Arte Al Límite acerca de las metas cumplidas, los constantes obstáculos, las estrategias adoptadas y los desafíos pendientes.

Imágenes cortesía de MAC

La primera vez que Francisco Brugnoli entró al Museo de Arte Contemporáneo fue en compañía de su padre. Tenía casi 12 años cuando Marco Bontá –fundador y primer director de MAC– los guio a ambos por el recién inaugurado edificio de Quinta Normal. Era también la primera vez que Brugnoli visitaba un museo de arte, y aunque quedó muy impresionado con los cuadros y esculturas, crecer en una familia de arquitectos le impidió quedarse callado ante el grabado de una silla que, a su parecer, no tenía la perspectiva adecuada.

Fue este espíritu crítico el mismo que décadas después, una vez de regreso a la democracia, impulsó a Brugnoli a encontrar el camino para que un deteriorado MAC, ahora con dos sedes, retomara la misión que el mismo Bontá se planteó en sus inicios: dedicar un museo a las generaciones jóvenes. Así, desde 1998, el actual director del museo se propone entregar un espacio a los nuevos artistas que posean una mirada crítica sobre las tendencias que homogeneizan su generación.

La muestra Colección MAC: Una Suma de Actualidades, que estará abierta hasta el 29 de enero de 2016, presenta una cuidada selección cercana a las 242 piezas, de 185 artistas que desde la fundación del museo han encarnado lo contemporáneo en la historia del arte chileno. La exposición, que se realiza con el apoyo de Fundación Itaú, se encuentra en todos los niveles del edificio de Parque Forestal y en los patios interiores de Quinta Normal, a partir de diciembre.

¿Cómo se escogen 200 obras de una colección que alcanza las tres mil piezas?

Todas las obras que se están exhibiendo pertenecen al catálogo razonado elaborado por un equipo de investigadores que ha trabajado de forma autónoma. Por medio de una selección de acuerdo a su importancia formal e histórica, valoramos una pieza por sobre otra, no obstante, si por ejemplo llega una obra de Fausto Pirandello de Italia, no puedes excluirla. También hicimos peticiones a artistas para la sala de los setentas y ochentas. Les pedimos obras en concreto y hemos tenido mucha suerte con la respuesta. A lo mejor, en algunos años más, eso que dejamos afuera sí va a ser valorado por otros expertos.

¿Cuán significativa es para usted la exposición Colección MAC y la elaboración del catálogo razonado?

Muy grande. Si yo entré al museo no fue por el cargo –la verdad es que no dejé de hacer clases y mi trabajo principal es de profesor–, sino porque siempre me ha parecido importante crear la espacialidad de la obra en todo sentido. Cuando empecé a hacer los pegoteados en los años 60, éstos generaban gran polémica y odiosidad, entonces me di cuenta que si uno se conformaba solamente con producir no bastaba. De alguna manera creo que aprendí a defender lo que se hacía.

¿Cómo ha podido trabajar el concepto de espacialidad desde el museo?

El museo hoy día está apuntando a crear la espacialidad para la obra de arte y para la mirada, porque hay muchos espacios de exhibición en Chile, pero en algún lugar tienen que haber elementos que cualifiquen las obras o que sean capaces de poner al espectador en problemas, sin ser complacientes con él. Creo que a un museo universitario le compete poner en problemas al espectador y esa es solo una de sus misiones; tenemos la obligación de cuestionar los límites del conocimiento, eso es abrir espacios y crear otras posibilidades de mundo, eso es ser coherente con los artistas jóvenes. Eso es lo que el museo debe dar y esto es lo que me gratifica. Estar en un lugar en el que la Universidad de Chile expresa plenamente su relación entre ella y el mundo exterior, siendo parte de la sociedad y participando en ella.

¿Cree que el MAC de Quinta Normal ha abierto más sus espacios a los jóvenes que la sede de Forestal?

Desde luego, de hecho yo mismo lo pienso así. El MAC Parque Forestal debería estar dedicado a la colección o las colecciones de otros museos, teniendo solo una habitación abierta para otro tipo de exposiciones transitorias, y el de Quinta Normal debería ser un espacio más experimental. Pero han pasado muchas cosas. Gran parte de la colección se encuentra en estado de restauración o de valorización y tampoco está lo suficientemente catalogada, entonces hemos ido logrando cosas de a poco.

A Chile, Elías Adasme.
A Chile, Elías Adasme.

¿Cómo ha sido trabajar con el constante financiamiento de privados?

Nosotros somos amigos de Banco Itaú desde que era BankBoston. Con ellos tuvimos el primer apoyo de restauración de la colección e hicimos una gira por el país. Fue una cosa realmente sorprendente, fue la primera vez que dimos a conocer parte de lo que teníamos en ocho regiones del país. Con ellos también hicimos el primer catálogo de la colección que abarcaba 100 obras. Sin embargo, nosotros no estamos subordinados a ellos, son proyectos que nosotros les presentamos y ellos los aprueban o no. No es la Fundación Itaú la que determina lo que hacemos.

¿En un escenario ideal cómo se financiaría el MAC?

Tiene que ser aporte del Estado, pero dentro de la autonomía universitaria. La palabra arte contemporáneo es muy delicada, significa lo que se está haciendo ahora. Todo lo que se hace en arte es delicado: cómo se expone y cómo se muestra. Yo puedo conformar el imaginario de una nación a partir de lo que estoy mostrando: los monumentos que expongo, las esculturas que hago, etc. Si un gobierno decide que toda la imagen del país debe ser de arquitectura neoclásica y monumentos napoleónicos, imagina lo que eso significa culturalmente.

¿Qué nuevos desafíos se acercan?

Ahora estoy iniciando un periodo de exhibiciones de la colección que termina en 2017 y ahí espero retirarme. El museo cumple 70 años ese año y ya está bueno ya… (risas). Dejar la docencia sí que me costaría, pero también los estudiantes tienen derecho a aburrirse de uno.

Entonces, ¿cuáles son los desafíos que le esperarán al próximo director?

Uff… tremendo. Hay cosas que me propuse del comienzo y no se han conseguido, el edificio apropiado por ejemplo. Nadie sabe la cantidad de metros cuadrados que se van en depósito, lugares para educación, biblioteca, archivo, espacios para investigadores. El museo tiene un 40% de espacios que es invisible. En el museo se trabaja intensamente en muchos lados y aún así hay personas que preguntan: “¿Y para qué quieres tantos metros cuadrados?”. Por otra parte, hay que hacer una instalación contemporánea, crear un espacio dedicado a las nuevas formas de arte. Yo creo que en Santiago falta un espacio para esto, donde constantemente se estén produciendo obras, donde los nuevos artistas puedan producir su obra. Hay que hacerlo porque Chile tiene un consumo digital muy alto y hay que reflexionar sobre el tema.

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