María Silvia Corcuera | “Espero que mi trabajo traspase lo femenino y encuentre lo humano”

De paseo por el barrio Retiro de Buenos Aires, María Silvia Corcuera vio a una chica porteña caminando y algo en su cabello, que no se puede definir bien, le hizo recordar el peinetón porteño, típico accesorio bonaerense que a principios del siglo XIX causó furor entre las mujeres de élite, tanto así que incluso hubo quienes se atrevieron a usar peinetones de un metro de largo en sus cabezas.

Desde ese momento, la artista estudió el origen y desarrollo del peinetón, y lo convirtió en un elemento constante dentro de sus obras, caracterizadas por explorar diferentes repertorios simbólicos, a partir de la síntesis de determinados objetos y materiales tan dispares como el cartón, fichas antiguas de ferrocarril, metales o cascabeles.

Reconocida como escultura, María Silvia Corcuera ha coleccionado y creado piezas que provocan al observador traspasar la sacra barrera del arte, y tocar sus formas y texturas. Artefactos que figuran como elementos propios de lo cotidiano, pero que la artista logra transformar y dotar de un simbolismo atento a su contexto social, político e histórico.

La serie Juguetes (1994) se presenta como diversas tentaciones que atentan a la adultez y abstraen a una infancia pasada en forma de carretillas de madera artesanales que, en esta ocasión, transportan corazones, peinetones y edificios. En su serie Ciudades (2001), en tanto, explora realidades de lo local y lo global, por medio de materiales sencillos que capturan tanto el dramatismo como la tranquilidad de una polis adormecida. Otras de sus series más aplaudidas por la crítica fueron Peinetones, Voluntad de Desmesura (1997), Toros, Manolas y Guitarras (1998) y Escudos (2005).

Entre las exposiciones colectivas y actividades que más destacan de la vasta trayectoria de la artista, se encuentra Pinturas y objetos, en la VI Bienal de El Cairo (1997); autora del proyecto Juego de Artistas que se realizó durante 7 años en el Museo de los Niños (2000); Banderas de lo posible en la Bienal del Fin del Mundo en Ushuaia, Argentina (2007). Además, participó en la muestra Geometría sin Límites, de la Colección Jean y C. Cherqui, Maison L. Amerique Latine, Francia; y su trabajo está siendo estudiado por Ph. Regina Root, de la Universidad de Berkeley, California, EE.UU. desde 2012. Entre los reconocimientos más importantes se encuentra el Premio Trabucco, ANBA.

© Maria Silvia Corcuera
© Maria Silvia Corcuera

El ímpetu creativo y artístico de Corcuera se explica, tal vez, por su irrenunciable inquietud y curiosidad hacia la sociedad que la rodea o, quizás, por su temprana exposición al arte europeo y latinoamericano, al ser hija de un diplomático y provenir de una familia con gran sensibilidad artística. Sin importar el motivo, la artista plástica, que estudió Letras e Historia del Arte en la Universidad de Buenos Aires, reconoce que fue su paso por el taller de Kenneth Kemble y Víctor Chab, lo que la ayudó a formar un lenguaje propio, en el que sin duda ha influido su historia y lugares en los que ha vivido.

Las esculturas de María Silvia Corcuera se caracterizan por ser geométricas, armónicas, conceptuales y hacer un guiño a la técnica del collage, acercando elementos –que de otra forma no estarían juntos– con los que logra enfáticas significaciones. Por ejemplo, en la serie Dones y cascabeles, la artista conjuga algunos oscuros poemas de occidente con unos cascabeles que compró y guardó hace 30 años en una fiesta folclórica en Bolivia. “Me acordé de los cascabeles y los uní, resultando una perfecta dicotomía. Este elemento que trae España a América, y que es de origen medieval (que a su vez lo usaban los juglares y los leprosos para avisar que se acercaban) hace el ruido, que la opacidad calla. Fue maravilloso trabajar con ellos y fundamentales para completar el significado”, afirma Corcuera.

Aunque María Silvia Corcuera es una de las grandes mujeres exponentes de la escultura argentina contemporánea, la artista no cree en la obra de géneros, cualquiera sea su condición. Sin embargo, la artista sí admite una perspectiva particular:

“Creo que hay ciertas características y una mirada especial, múltiple y sumatoria que tenemos las mujeres. Yo trabajo mucho en el fashion femenino. Espero que mi trabajo traspase lo femenino y busque lo humano”, dice Corcuera, refiriéndose al papel material que cumplen los peinetones en su obra.

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