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El trabajo como historiador y curador colombiano, de Santiago Rueda, donde hace énfasis en prácticas emergentes y cultura visual latinoamericana, aportarán un enfoque que enriquecerá esta Bienal The Game. En esta edición, presentará una propuesta que parte de la metáfora del arte como un “juego” simbólico, con reglas cambiantes, dinámicas de poder y mecanismos de inclusión y exclusión.

Para Rueda, The Game revela quién puede participar, quién queda fuera y por qué. Esta mirada busca abrir un espacio plural y descentralizado, en el que la diversidad de voces curatoriales permite cuestionar el modelo del “curador estrella” y generar un diálogo interregional que refleja la complejidad del continente.

Su muestra reúne a cuatro artistas: Fernando García (Colombia), Emma Ana (Australia), X Andrade (Ecuador) y Teo Monsalve (Ecuador). L@s artistas trabajan con prácticas que exploran tránsitos migratorios, espiritualidades, vínculos entre arte y cultura popular, así como cruces con disciplinas como la ciencia y la artesanía.


“En contextos como los de Barranquilla o Quito, lugares donde habitan l@s artistas con los que trabajaré, las infraestructuras culturales son precarias, por lo que experimentar es también una estrategia de sobrevivencia y crítica,” explica Rueda. Desde esta mirada, la curaduría propone entender la experimentación no solo como un recurso estético, sino como una forma de agencia frente a las condiciones materiales y políticas que atraviesan el arte latinoamericano.

“Experimentar [en el arte] es también una estrategia de sobrevivencia y crítica”

El diseño de la muestra en el Museo de Arte de Cuenca ha sido concebido como una experiencia activa para el visitante. La arquitectura colonial del museo se integra al concepto curatorial a través de un recorrido fragmentado y no lineal. El espectador se convierte en jugador: toma decisiones, se desplaza y construye sentidos a partir de la exposición”, afirma Rueda.

Lejos de ofrecer una narrativa cerrada, su propuesta se suma al espíritu colectivo de The Game, apostando por una mirada situada, consciente de las tensiones entre centro y periferia, migración y arraigo, precariedad y deseo. “No busco imponer un relato dominante, sino aportar un fragmento crítico, coherente con las preocupaciones curatoriales que comparto con los artistas de esta muestra”, concluye.