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Por: Andrea De Luigi

De abril a noviembre, Venecia es una fiesta para los amantes del arte. Toda la ciudad se transforma en una gran exhibición, con innumerables muestras que sorprenden en cada calle, iglesia, palacio, en instituciones y galerías de arte, y que acompañan a la exposición principal, la Bienal de Venecia. La Bienal tiene dos grandes escenarios: Arsenale y Giardini, así como numerosos eventos colaterales que se desarrollan en toda Venecia. Este año exponen sus obras 213 artistas internacionales y 80 pabellones de diferentes naciones del mundo.

El camino desde Piazza San Marco a Arsenale y Giardini, principales sedes de la Bienal

¿Cómo está cambiando la definición del ser humano? En este momento de la historia donde la supervivencia misma de las especies está amenazada  ¿Cuáles son nuestras responsabilidades hacia otros organismos y hacia el planeta en el que vivimos? ¿Cómo sería la vida sin nosotros? (1) Éstas son algunas de las preguntas que se planteaba la curadora italiana Cecilia Alemani a principios de 2020 al empezar a pensar la Bienal de Venecia 2022 y ante la compleja labor de seleccionar a los artistas que participarían.

Alemani, tuvo la difícil tarea de organizar esta monumental muestra durante un momento tan extraño como fue la pandemia. Por lo tanto, la mayoría de las conversaciones con los artistas y las visitas a sus estudios fueron virtuales. Es cierto que mucho se pierde en este tipo de encuentro, sobre todo el contacto físico con las obras. Sin embargo, para Alemani, estas reuniones virtuales tuvieron un alto grado de intimidad, con una calidad casi de confesionario, que no se podría haber logrado en persona. Un sentimiento extraño de proximidad emocional que llevaba las conversaciones hasta casi una profundidad existencial, nos dice la curadora.

Como resultado de esas reflexiones y de esa selección, las principales conversaciones que tienen lugar en esta Bienal de Arte 2022 se centran en tres grandes temas: la representación de los cuerpos y sus metamorfosis, la conexión entre los cuerpos y la Tierra y la relación entre los individuos y las tecnologías (2).

El título de la Bienal se inspiró en el libro de cuentos infantiles de Leonora Carrington, La Leche de los Sueños. Para Alemani, tanto las obras como los dibujos de ese libro son de extraordinario poder visionario. Carrington describe «un mundo libre de jerarquías, donde todos pueden convertirse en otra cosa, donde humanos, animales y máquinas coexisten en una relación simbiótica que a veces es alegre, a veces inquietante»(3).

La misma Leonora Carrington es un ejemplo de reinvención y metamorfosis, en reacción a las  restricciones de género, de identidad, de individualidad , de sexualidad que sufrió en sus vida. Éste es el espíritu que Alemani le quiso dar a esta exposición.

La Bienal anterior, de 2019, nos ofreció una visión un tanto oscura de los seres humanos y de cómo estamos maltratando a nuestro mundo (4). Este año, en cambio, La Leche de los Sueños nos recibe con una atmósfera más positiva y brillante. Esta muestra desarrolla una narrativa -en palabras de la curadora- «no construida en torno a sistemas de herencia directa o conflicto, sino en torno a formas de simbiosis, solidaridad y hermandad»(5). Las ideas de Rosi Baidotti sobre lo post-humano han sido fundamentales para Alemani: el fin de la centralización en el hombre -especialmente en el hombre blanco, europeo como eje del universo y medida de las cosas- y de la supremacía de cualquier especie, y el principio de nuevas alianzas entre los seres. El ser humano es sólo una parte de una red de dependencias recíprocas con otros organismos y con el planeta. Los artistas reaccionan a esto de diferentes maneras: unos se centran en las relaciones entre los orgánico y lo inorgánico, entre lo animado y lo inanimado, otros reconectan con la naturaleza o descubren nuevas formas de identidad.

Casa de Ladrillos (Brick House), 2019

Comenzamos nuestro recorrido en el Arsenale.  Somos recibidos por la majestuosa Casa de Ladrillo, una monumental escultura de bronce en parte mujer-parte casa creada por la norteamericana Simone Leigh, quien asocia el cuerpo femenino con espacios de contención, conciliación y refugio.

 

 

 

 

 

 

 

 

Belkis Ayón, colografías. Derecha: Acecho, 1989

Acompañando a la Casa de Ladrillo en esta primera sala vemos numerosas colografías de Belkis Ayón, una grabadora cubana que dedicó su vida a los símbolos, códigos y cuentos de Abakuá. Ayón crea un mundo fantástico, misterioso e inquietante. Es interesante la relación que establecen las obras de estas dos artistas en esta primera sala. En Casa de Ladrillo de Leigh, la mujer tiene rasgos faciales pero no ojos, mientras que las figuras mitológicas de Ayón, no tienen rasgos faciales, sólo ojos fuertes y penetrantes. Se establece un diálogo silencioso entre estas dos artistas excepcionales, que conviven y se complementan a través del espacio, el tiempo y la cultura.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ficre Ghebreyesus, Ciudad con un Río Atravezándolo (City with a River Running Through It), 2011.

Recorremos las salas y seguimos encontrándonos con artistas que nos sumergen en mundos de mitos y fantasías: Ficre Ghebreyesus, con pinturas densamente estratificadas, estampadas y coloreadas entrelazan recuerdos e historias de su vida temprana en África Oriental, con una edad adulta diaspórica en Sudán, Italia, Alemania y los Estados Unidos.  Portia Zvavaheras, cuyas pinturas nos llevan a un mundo donde los sueños y el inconsciente se conectan con nuestra vida cotidiana y nuestra existencia terrenal: vida, muerte, amor, pérdida, dolor y placer se entrelazan en sus obras.

 

 Portia Svavahera, Gente Caída (Fallen People) (izquierda), Elevados (Uplifted) (derecha), 2020-2021

La video instalación de Thao Nguyen Phan enlaza lo real y lo imaginario, el mito y la historia, lo social y el medio ambiente.

 

 

 

Thao Thao Nguyen Phan, First Rain, Brise-Soleil, 2021, Video-instalación en tres canales.

Continuando con lo fantástico, lo surrealista y lo metafísico que predomina en esta muestra, es curioso que Alemani eligiera a tres artistas haitianos inspirados en la mitología vudú y desplegara sus obras muy cerca unas de otras en la exhibición.  Myrlande Constant, una artista textil que innovó el arte de Drapo Vodou (las banderas vudú) mediante el uso de cuentas de vidrio en lugar de lentejuelas. Estas banderas son objetos rituales sagrados que honran a los espíritus. Frantz Zephirin, en sus pinturas narrativas fusiona la figura humana con los animales, dándoles un sentimiento surrealista y satírico. Celestin Faustin, quien combina en sus paisajes oníricos  elementos espirituales, eróticos, fantásticos y metafísicos con elementos de la vida social y política haitiana.

Frantz Zephirin, The Spirit of the Indian Facing Colonization

 

Myrlande Constant, banderas Vudú.

Hay un anhelo de aceptación, de supervivencia y de trascendencia en las poderosas pinturas de Felipe Baeza. Sus figuras híbridas -parte humanas, parte plantas- son exploraciones de sus «cuerpos fugitivos» como él los describe. Sus pinturas expresan de manera profundamente personal temas como la migración, la transformación y la liberación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Felipe Baeza, Rebelde (Wayward), 2021.

 

 

Felipe Baeza, Por Caminos Ignorados, por Hendiduras Secretas, Por las Misteriosas Vetas
de Troncos Recién Cortados, 2020.

Louise Bonnet nos enfrenta con un tríptico de gran tamaño, entrelazando una estética clásica con la metafísica modernista y la temática contemporánea. Nos habla de los ciclos de consumo y excreción que realizamos con la tierra y de cómo devastamos los elementos que son básicos para nuestra supervivencia.

Louise Bonnet, tríptico Pisser, 2021-2022

 

Dar forma a la memoria. En los cuerpos sumergidos en el agua de Firelei Báez, lo fantástico y lo mitológico se unen con lo histórico y con la memoria personal para hablar de la identidad y de la subjetividad de las personas de color.

Firelei Báez, Something Ephemeral and Beautifully Whole, when Seen from the Edge of One’s Vision, too Full when taken Head On, 2022

A medida que avanzamos en nuestro recorrido, el clima comienza a cambiar. Se vuelve más frío, más artificial, y la figura humana se va desvaneciendo, siendo remplazada por animales,  y criaturas híbridas y robóticas. Raphaela Vogel crea un mundo fantástico, con humor, orientado a las relaciones con nuestro propio cuerpo y con los animales.  Presenta acá un modelo anatómico de un pene con todo tipo de trastornos y enfermedades, sentado en un carruaje tirado por expresivas jirafas blancas. Mire Lee crea instalaciones mecánicas que evocan la vulnerabilidad del cuerpo humano. Jes Fan explora la relación entre la biología y la identidad en sus refinadas esculturas.

Raphaela Vogel, Ability and Necessity, 2022.

 

ESTE ARTÍCULO CONTINÚA EN UNA SEGUNDA PARTE PARA PROFUNDIZAR EN EL RESTO DE LAS EXHIBICIONES…