¿Qué es MELOS?
El sonido del espacio el espacio del color, ¿que tiene que ver esta exposición con la música? Y, finalmente, ¿qué puede unir a una pintora de Santiago de Chile y a un escultor de acero de Berlín? El color no es acero, Alemania no es Chile y los separan 12.000 km. Karen Lüderitz y Karl Menzen hablan, piensan y sueñan en idiomas diferentes y aun así entre ambos hay muchas cosas en común.
Esta exposición es el resultado de un proceso artístico muy especial.
Este proceso comenzó hace 2 años con la idea de un intercambio entre artistas de Berlín y Chile. En 2014 viajó Karen Lüderitz a Berlín y visitó el taller de Karl Menzen.
Karen recuerda esa visita: «En el claroscuro del jardín vi algunas figuras graciosas que parecían estar bailando un ballet entre las plantas y entre las sombras de los árboles, unas figuras poderosas, ligeras, etéreas de acero que parecían negar el peso del material e incorporar el aire que las envolvía.»
Respecto de su propio trabajo, dice Karl Menzen: «yo siento que está en la cercanía de la música, desde su estructura interna esta escultura también tiene que ver con la música».
Karen Lüderitz vio esto cuando conoció el taller de Karl Menzen hace 6 años y reconoció: aquí hay algo que nos une «fue entonces cuando declaramos por primera vez que nuestros trabajos tal vez tenían algo en común, una dualidad entre lo delicado y lo fuerte, entre los llenos y los vacíos, algo que se mueve y baila, Esto le da a nuestro trabajo en cierto modo algo musical.»
Karl Menzen ya se había encontrado antes con la relación de su trabajo con la música. En una entrevista de radio con el compositor Wolfgang Rhim. En esa ocasión Wolfgang Rhim desarrollo una idea no convencional, lo importante en una pieza de música no son los tonos sino el espacio entre los tonos, este intermedio lo llamó melos, este melos transporta la energía y lleva la melodía y Wolfgang Rhim aún fue un paso más allá, la calidad aparece por el sacar, por los espacios, por los interespacios.
Aquí Karl Menzen encontró formulado lo que él mismo sentía, el resultado de una escultura no se basa en el material y la forma sino en los espacios vacíos entre y alrededor de sus partes, aquí fluye la energía y esta energía irradia una escultura en el espacio y nosotros sentimos esa energía al mirarla. Karen Lüderitz lo ve parecido, por eso en su primera visita a Berlín tuvo la sensación de que había algo común entre sus trabajos.
Karen vio esculturas de acero concebidas por un artista que se hizo su propio camino en el arte. Después del colegio Karl Menzen no fue a la academia de arte, sino que se dirigió a la práctica, fue colaborador del escultor de acero Wolkmar Haase y allí aprendió lo manual y en paralelo estudió en la Universidad Técnica de Berlín ciencia de los materiales, así aprendió fundamentos específicos, profesional, técnico, concreto y se fue transformando en un artista, después comenzó a hacer su propio arte.
Sus esculturas no representan objetos, tampoco son abstractas, la mayoría de ellas se basan en figuras geométricas básicas, el círculo, el triángulo, el cuadrado, el rectángulo; desde su inicio son construidas y, en su ejecución, minimalistas.
En términos del arte estas esculturas pertenecen al así llamado arte concreto y por eso es que hace dos años se invitó a Karl Menzen por primera vez aquí a esta Fundación para el Arte Concreto Roland Phleps.
En la secuencia de las direcciones artísticas objeto -abstracto- y concreto, el arte concreto solo muestra una imagen que se suelta completamente de un objeto y solo sigue una forma y las posibilidades que el material ofrece.
En el caso de Karl Menzen, hay que agregarle, él juega con las formas y con las posibilidades del acero como material por eso su escultura no tiene nada de pesado o aplastante sino que parecen algo liviano casi flotante.
Como Menzen, Karen Lüderitz no llegó directamente a su trabajo como artista, ella estudió Arte y Diseño Industrial y decidió trabajar como diseñadora. Inicialmente fue gerente de diseño y luego fundó su propia oficina y en paralelo, poco a poco, fue haciendo su trabajo como artista.
En 2006 a Karen la invitaron a una exposición en Washington y ese fue un punto decisivo, cerró su oficina y se dedicó de lleno al arte, En Chile hoy día tiene un nombre, en Santiago en el Palacio Presidencial de La Moneda hay una gran obra de ella, actualmente participa en Portugal, Buenos Aires y Chile de la exposición Tesoros de América como una de las 29 artistas latinoamericanas.
Hace 2 años Karl Menzen y Karen Lüderitz volvieron a retomar el hilo, en una exposición de grupo chileno-alemana Maleta/Koffer en una Galería en Berlín y en un Workshop en el Instituto para Arte y Cultura en Lehnin.
Aún con más claridad que en su primera reunión reconocieron: trabajamos con materiales muy distintos, pero hay algo común interno, a ambos nos parecen importantes los espacios vacíos el entremedio, el espacio en que fluye la energía.
Para Karen Lüderitz es este «Entremedio» el espacio entre las capas de pintura con las que ella construye sus cuadros, ella tampoco quiere representar nada objetal sino que da un material al espacio, en este caso es el color,
Ella cosecha de la paleta de colores de la naturaleza de su país, el amarillo del desierto el rojo de las puestas del sol, el azul del cielo y el mar. Cuanto más vacío es el paisaje en los bordes del país más intensos son los colores.
Quien conoce Chile, conoce estos colores. En 1879 el bisabuelo de una amiga, quien viajó en Barco a Chile en su diario de vida describió una puesta de sol en el Estrecho de Magallanes:
«Un mar de brasas a veces brillaba como la Aurora Boreal, a veces parecía como si se estuviera quemando el mundo detrás de un lienzo gris rasgado. Torrentes de lava incandescente parecían verterse sobre una superficie oscura. Cuando el sol pasó detrás de las nubes, apareció un oro brillante en medio del rojo. Algún pintor debiera alguna vez ver uno de estos atardeceres para convencerse de que todas las combinaciones de color son posibles. Puede indagar en cualquier color, desde los violetas a los rojos. Cuanto más arriesgado mejor».
Karen Lüderitz trabaja sus colores intuitivamente, para ella los colores también tienen algo musical y cuando conecta los colores crea una melodía, intenta expresar la Música del Universo.
Cuando Karen Lüderitz y Karl Menzen descubrieron su cercanía artística nació la idea de un proyecto común. Karl Menzen había sido invitado por 2 vez a la Fundación para Arte Concreto Roland Phleps para hacer una exposición en forma de Tándem donde 2 artistas pudieran presentarse en conjunto, Karl Menzen podía escoger al segundo artista y se decidió por Karen Lüderitz.
Ambos empezaron a trabajar para esta exposición. Fotos de cuadros y esculturas iban y venían entre Berlín y Santiago. Y una colaboración muy especial desarrollada a lo largo de una distancia de 12.000 kilómetros. Karen escribió que vio las esculturas de Karl Menzen mientras pintaba:
«Los trabajos de Karl me acompañaron durante todo el proceso y tengo la sensación que cantamos a dúo, ahí estaba el espacio, la música y el baile, ahí estaban las figuras que se movían, el espacio estaba vacío y lleno. ahí estaba el aire»
Karen Lüderitz pintó los cuadros de esta exposición en cuarentena. Debido a Corona, hubo toque de queda en Santiago y cuarentena durante meses, y Karen no pudo ir a su estudio. Entonces pintó en casa. Y no sabía si podría asistir a la inauguración. Finalmente quedó claro: debido a Corona virus, no se le permitiría viajar a Alemania. Así que su trabajo se fue de viaje sin ella.
Y así llegó Melos; el Sonido del Espacio y el Sonido del Color y se realizó a pesar de la pandemia.
El Sonido del Espacio y el Sonido del Color nos refiere a la música interna de estos trabajos, MELOS está ahí para la energía de los vacíos y la irradiación de la energía sobre nosotros.
Karen resume su visión para esta exposición «Nuestro sueño se puede realizar ahora de manera extraña pero aun así yo quisiera ver como esta danza común de aire, espacio, liviandad, música y colores se da y espero que de ello resulte una sinfonía armónica, estoy segura así va a ser «
«Y cuando miro por aquí ahora, digo: Sí, este sueño se ha hecho realidad. Querida Karen, su sueño se ha hecho realidad. Y pienso: sobre todo en tiempos de Corona esos sueños son buenos para nosotros.»
-Hans Ruoff, amigo de los dos artista y propietario de la galería privada Cleartext en Berlin
Fotografías por Regina Friese-Wittmer. Olga Niekrasova y Ingo Phleps