Rodelinda, que se presenta en el Municipal de Santiago entre el 24 y 2 de septiembre, es una ópera seria en tres actos con música de Händel y el libreto de Nicola Francesco Haym quien se basó en el libreto de Antonio Salvi.
La temática central de esta ópera italiana podría ser tan contemporánea en la actualidad, como lo fue hace tres siglos atrás. En ella, la protagonista, Rodelinda, debe lidiar entre diversos roles, el ser madre, viuda, reina y futura esposa de quien la amenaza para lograr el poder. Además, enfrentar cuestionamientos a su fidelidad de esposa, lealtad y amor por la vida de su hijo; amenazas y la nostalgia de perder a su cónyuge. Diversos roles que en la actualidad se disfrazan de tareas cotidianas, ¿los deberes de una reina en el siglo XVIII, son realmente distintos a los de las mujeres en la actualidad?
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Junto a esto, y como es característico en las óperas serias, se presentan conflictos de poder. ¿Quién lo ostenta? ¿De qué modo llegan los gobernantes al poder? Incluso la legítimidad de la soberanía es cuestionada en el diálogo, tal como hacía Maquiavelo siglos antes. Resulta, quizás anecdótico pensar en la influencia del pensador florentino en el libretista romano y en la ópera de un inglés.
«…la puesta en escena deja atónito al espectador pues se hace absolutamente novedosa la manera en que la iluminación, el vestuario y la escenografía dialogan para leer y comprender la trama de la obra…»
Como ocurre en diversas óperas el libreto muchas veces se hace repetitivo para la audiencia u obsoleto en las temáticas a tratar. Sin embargo, en la versión dirigida musicalmente por Philipp Ahmann existe un cambio en la ambientación de la obra que entrega dinamismo, potencia y concentración absoluta por parte de la audiencia. Es ahí donde el ejercicio de la puesta en escena deja atónito al espectador pues se hace absolutamente novedosa la manera en que la iluminación, el vestuario y la escenografía dialogan para leer y comprender la trama de la obra, además de apreciar la interacción entre las luces de neón, los juguetes y las marionetas que circulan junto a los cantantes en la escena. La propuesta genera un ambiente propicio para repensar la manera en que se ponen en valor creaciones barrocas, sobretodo porque se nota la experiencia y virtuosismo de Bellorini, al lograr que la escenografía potencie el libreto y no lo anule dejándolo obsoleto o alejado de la temática.
De esta manera se potencia de manera radical una ópera cuya temática hace eco hoy en día, en que el feminismo es temática de conversación a nivel mundial, donde el empoderamiento de las mujeres es cada vez más potente y así también la cantidad de roles con los que ha de lidiar. Todo esto ocurre desde la mirada del niño, aquél personaje a quien Bellorini presta atención de sobremanera destacando con la proyección de su rostro que es él quien observa los desvaríos por el poder que ocurren a su alrededor.
Ficha Técnica
Dirección musical: Philipp Ahmann
Régie e iluminación: Jean Bellorini
Colaborador en la puesta en escena: Mathieu Coblentz
Escenografía: Jean Bellorini y Véronique Chazal
Vestuario: Macha Makeïeff
Asistente de iluminación: Luc Muscillo
Elenco
Rodelinda: Sabina Puértolas
Bertarido: Xavier Sabata
Grimoaldo: Santiago Bürgi
Eduige: Gaia Petrone
Unulfo: Christopher Ainslie
Garibaldo: Javier Arrey
Flavio (niño): María Prudencio