Banksy es uno de los artistas más polémicos del arte contemporáneo, su obra ha logrado impactar tanto en contenido como en forma. A partir de los 80s uno de los grandes problemas para la academia fue que se estuvieran realizando acciones de arte fuera de los muros de galerías y museos, donde pueden ser fácilmente contenidos y vigilados. Banksy literalmente se ha «tomado» los muros de la ciudad como soporte para sus imágenes, si bien este artista busca escabullirse por sus calles, va dejando un camino de migas que sólo logra extraviar a quien lo persigue.
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El copyright es para policías publicado por Alquimia Ediciones, es una de esas pistas. Reúne la auto-publicación Banging your head against a brick Wall, con una recopilación de textos extraídos de Wall and piece editado por la editorial Penguin Random House. En este libro dialogan muy bien las imágenes de las obras con declaraciones propias del artista y el feedback de su audiencia. Su extensión, con poco más de 70 páginas, le da un aspecto de manual, breve y preciso, muy al estilo de Banksy mezclando elementos gráficos controvertidos con textos reivindicativos.
Banksy literalmente se ha «tomado» los muros de la ciudad como soporte para sus imágenes.
Si bien Banksy se ha ganado el respeto del mundo del arte, fue a punta de ser la piedra en el zapato. El grafiti aún no tiene el camino tan fácil por ser considerado un arte menor, a fin de cuentas, no aspira a ser expuesto en ninguna institución sino en la calle misma, es pura clandestinidad. Pasa de ser un “rechazado” a rechazar a la autoridad, se vuelve contestatario: “La gente que realmente desfigura nuestros vecindarios son las compañías que garabatean sus inmensos slogans (…) Esperan poder gritarnos su mensaje en la cara (…) pero nunca se nos permite responder.”
La policía es un elemento importante en su obra, porque no hay emoción en el grafiti sin la paranoia de un perseguidor. En el libro, Banksy se ríe de la policía a través de sus mismas expresiones, cosas como: “Lo siento amigo, sólo hago mi trabajo”, “Si fuera por mí, está todo bien, pero tengo que seguir órdenes” o “No hay manera que obtengas una palabra de nosotros para usar en la tapa de tu libro”, son sátiras en sí mismas. El título también juega con esta idea, la falsa sensación de justicia que proporciona la ley. Ambas ediciones reunidas en este tomo (Banging your head y Wall and piece) fueron publicadas sin derechos reservados, al igual que el grafiti, esta “liberación” de derechos atenta contra la tan celada propiedad privada que vende el capitalismo. Es más, el arte al igual que el grafiti no asegura una remuneración para el autor, de ahí la tan manoseada frase “Por amor al arte”, que para el capitalismo es simplemente inútil.
Al igual que Aldous Huxley con 1984, Banksy es consciente de que en este panorama tan oscuro, lo único que se puede pedir es un poco de humanidad:
“Es un poco embarazoso el haber estado imbuido del problema humano durante toda una vida y darse cuenta al final que uno no tiene nada más que ofrecer que la frase: Trata de ser un poco más amable”
El libro destaca esta frase decisiva en una de sus solapas, como si todo el manifiesto del artista se resumiera en estas palabras: “Estoy frustrado por varias cosas, pero tratar de ser aceptado por el mundo del arte no es una de ellas”. Entonces subasta una de sus obras en Sotheby’s sólo para que esta se auto-destruya después de ser vendida por US$1,3 millones, el personaje se vuelve a reir de nosotros sin sonrisa.