La instalación Nachlass muestra ocho miradas en torno a la muerte documentadas por el suizo alemán Stefan Kaegi. La Caja negra de NAVE se adaptó para contener en su interior las conmovedoras vivencias de personas cercanas a la muerte, ya sea por sus hobbies o porque la vejez los acerca al final de sus historias. Son gente a las que la reflexión en torno a su legado se les hace ineludible por su proximidad al mayor misterio de la vida.
“¿Cuál es el legado de un alemán que fue parte de las juventudes hitlerianas?”
Un pasillo de oscuridad total es el camino que lleva a un salón ovalado de una blancura aséptica, donde ocho puertas con cuentas regresivas protegen los misterios del más allá. En el techo una gran pantalla muestra una simulación en tiempo real de las muertes que están sucediendo en todo el planeta.
“Antes de saltar llamo a un amigo, para avisarle, para decirle que si no ha sabido de mí en 15 minutos llame a emergencias”. Son las palabras de un paracaidista, padre de familia que no puede pasar más de tres semanas sin arrojarse desde un avión. En su caso convive con la muerte casi por gusto, pero la libertad que siente en cada salto no lo deja escapar de su peligrosa actividad.
Vuelta al salón de las puertas, alguien se limpia una lágrima, gente que sale de otra sala se termina de poner los zapatos, una pareja de ancianos se toma la mano de manera significativa. ¿Cuál de las ocho puertas elegir a continuación? La cuenta regresiva en rojo termina, la puerta se abre y comienza un conteo en blanco que indica los segundos restantes para que la habitación se vuelva a cerrar.
“¿Cómo decirle a los hijos que ambos padres han decido partir el mismo día? ¿Cómo se le explica a los nietos que sus abuelos se cansaron de vivir?”
La muerte programada también es una de las temáticas que se trata en Nachlass. ¿Cómo decirle a los hijos que ambos padres han decido partir el mismo día? ¿Cómo se le explica a los nietos que sus abuelos se cansaron de vivir? Dos tablets sobre un escritorio dan las razones del matrimonio que quiere cesar su existencia, por la pantalla izquierda sale la voz de ella, por la pantalla derecha la de él. Es como si estuvieran presentes, pero se encargan de recordarnos que cuando escuchemos esto ya habrán partido.
Otra sala. Un hombre nacido en Turquía tiene otro problema, pensar en su muerte lo obliga a preparar sus ritos mortuorios. “Los musulmanes nos enterramos envueltos en tela, sin ataúd, pero en los cementerios cristianos no se puede hacer eso”. Su religión lo motiva a emprender el mismo viaje que hará cuando muera, la funeraria, el aeropuerto que transporta el ataúd de viaje, la mezquita donde aprendió el Corán, el cementerio. Se emociona pensando en que será la última vez que visite en vida su país natal.
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Existe, también, el deseo de proyectar la existencia más allá del deceso, de dejar una herencia. Eso quiere decir la palabra alemana nachlass, legado. Aquí destacan dos visiones en principio distintas. La primera es la de una mujer que quiere donar su patrimonio para una fundación que ayude a los artistas de África. La segunda visión es el legado que quiere dejar el hombre que fue parte de las juventudes hitlerianas, que combatió en la Segunda Guerra Mundial hasta que recibió dos heridas que lo obligaron a retirarse del campo de batalla. Ambos quieren que su legado ayude a cambiar el mundo.
Con varios horarios por día, Nachlass tiene funciones en NAVE hasta el 19 de enero, en el marco de Santiago a Mil.
Recomendación: los videos son subtitulados, si usa lentes para leer llévelos a la función.