Rocío Hormazabal, el peso de la irreverencia

Rocío Hormazábal, vivió sus primeros años en Estados Unidos, donde asistía a clases de ballet. En su primera infancia no le importaba ser gorda, que no era algo que fuera tema. Más adelante sí, de hecho ahora se plantea como una artista visual, fotógrafa y modelo gorda, por eso su calendario 2019 se llama Chica XXXXXL. Aquí es donde se distancia de modelos como Antonia Larraín, comentada por sus apariciones publicitarias y por ser víctima de ciberbullying (“¿tú eres la modelo gorda?”). Rocío considera que las modelos XL de la publicidad son casi flacas, casi normales, y tienden a continuar la norma que deriva en gordofobia. @rocio.usaperlas no está dispuesta a esconderse por su peso ni a retirar de las calles su intervención contra el femicidio aunque tenga encima los carros de fuerzas especiales.

“Yo digo no, sí hay rollos, la gente me ve y sabe que hay rollos. Entonces para qué me voy a estar ocultando. No, de ninguna forma”

Todavía niña su familia volvió a Chile, a San Bernardo. De su paso por el colegio destaca las primeras veces en que su peso fue motivo de burlas y su primer enfrentamiento a la censura de una de sus obras.

-Yo estaba en un colegio religioso en la media, mixto pero religioso, ahí, por ejemplo, una vez había que hacer un buzón para el día de la amistad, todos los cursos se mandaban cartas y cada curso tenía su buzón y había que hacer un buzón original y digo “¿por qué no hacemos un wáter? Hagamos un wáter” porque resulta que el water es donde uno está solo, se concentra, le di todo un sentido. Tenía 14 años, y mis compañeros prendieron, el grupo decidió que había que hacerlo, hicimos un baño bonito y al lado del water de plumavit había una reseña de porque pensábamos que el baño era un lugar sagrado. Bueno, me mandaron a buscar, me mandaron a rezar, destruyeron el buzón. No entendieron nunca, dijeron que yo tiraba la amistad por el retrete, y obvio: a misa. Lo hice de manera muy instintiva, después entendí que fue una censura, me castigaron. Me hicieron sentir mal porque tienen la labia, tienen la capacidad de hacerte creer, es casi sectario.

Tras ese episodio su madre le sugirió cambiarse de escuela, lo que motivo su ingreso a un colegio artístico dependiente de la Universidad de Chile, donde la mención en artes visuales la llevó a la fotografía. El recorrido era San Bernardo, los Héroes, Juan Gómez Millas y de vuelta a San Bernardo, donde todavía vive con su familia.  “Mi casa es una casa de locos, una casa de artistas, hay varios músicos. Hay una sala de ensayo. Mi casa está llena de estímulos artísticos. Mi hermano es locutor comercial, mi papá toca guitarra”. Se acostumbró a dormir y leer en las micros. Estudió en el periodo de la transición de la imagen análoga a digital “ahí aprendí a usar el mouse, yo no tenía computador, me tenía que ir a quedar donde un primo para hacer los trabajos”. Le gusta lo romántico de los retratos análogos, pero la seduce la inmediatez de la imagen digital.

Paralelo a sus estudios de fotografía en la Universidad de Chile ocurre un cambio al que de a poco le agarró el gusto: le pidieron posar.

 “Me pasó una cuestión que fue muy conmovedora y que me sentí un poco patuda de hacer esa performance, apareció una mamá de una niña que había sido muerta por femicidio”

-Hice un taller en Balmaceda 1215 que ahora es Balmaceda Arte Joven, un taller de teatro con un actor que me invitó después a estar con su compañía y me pegué 9 años con esa compañía, mientras estudiaba. Ahí aprendí teatro callejero, puesta en escena, personajes, y eso fue complementándose con la etapa de la universidad donde aparte de la técnica exigen un discurso artístico propio, en el año 2003 empecé a descubrir personajes como Miss Pelarco, que es uno de mis personajes más conocidos. El más antiguo que tengo también. Ahí aprendí a complementar el teatro con la fotografía. También ahí empezaron a pedirme que posara, tuve mucha plancha al principio, no quería que las fotos las viera nadie más que el profe, pero de a poco me fui soltando. Vi un nicho donde podía estar tanto delante de la cámara como detrás y dije lo voy a usar, lo que tengo más a mano soy yo misma, y esto es algo que se repite hasta ahora: trabajo con lo que tengo a mano, entonces empecé a posar para mí, empecé a hacer autorretratos y ahí es como nace esta Miss Pelarco, que es un personaje virtual.

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Miss Pelarco nace porque quería hacer un personaje que partiera más o menos de lo absurdo, que hiciera una crítica social cultural al estereotipo de la mujer. Tomó el certamen de belleza de Pelarco como punto de referencia porque es lo más recordado del paso de Raquel Argandoña por la alcaldía de esa localidad. Le llamaba la atención que el concurso se organizara en un lugar que es “campo, barro y chanchos”. Con una corona falsa selló al personaje que ganó este concurso falso donde triunfa una candidata XL. En ese tiempo no se hablaba de gordofobia, pero la crítica apuntaba en la dirección normativa de los concursos de belleza. Rocío dota a Miss Pelarco de inocencia y la confina a vivir en internet, aunque en fotos la miss aparece interactuando con la vida real. Primero fue una página web, luego respondía a través de un Fotolog, más tarde hubo un blog y una cuenta de Facebook. Hay gente que la sigue hace años y no sabe su nombre real, simplemente la llaman Miss Pelarco.

No a todas las personas les gusta ver una modelo XL posando con la misma libertad que una “normal”.

-Recibo insultos como ¡guatona feminazi!, ¡mira la gorda!, esas cosas siempre las vas a recibir porque la gente no se queda callada, no puede resistir el impulso de decirle algo al pelado, o al guatón, la rucia, la negra, la chica, etc. Siempre va estar esa agresión.

“Salió el viejo machista que no se puede quedar callado, salió la feminista que no sabe que es feminista”

La agresión viene de la hipocresía.

Siente que Chile es un país que tiene mucha rabia, que se volvió un poco hipócrita producto de desilusiones ligadas, primero, a las agresiones de la dictadura y luego a que la alegría llegó a medias. Para Rocío Hormazábal el chileno está muy dolido, necesita tirar esa rabia fuera, insultar al otro.

Después de la universidad hizo distintos trabajos, pero “no era su momento”.  En 2014 volvió con La vida bajo el agua, en 2015 hizo All inclusive y Verano Naranja, que en 2016 completaron la trilogía Vacaciones proporcionales. All inclusive, por ejemplo, es un nombre irónico que juega con los paquetes vacacionales de la publicidad, puesto que realmente se trata de una serie de fotos de la estadía “con todo incluido” de la madre de Rocío en un hospital.

Entonces, en tu vida adulta, ¿no has hecho trabajos sobrios?

-Que difícil tu pregunta. Partamos por lo positivo. Sí me gusta ser escandalosa, sí me gusta hacerme notar. Generalmente el gordo tiene que pasar desapercibido, el gordo no debe mostrar –irónicamente hablando- el rollo, la celulitis, las estrías. Y yo digo no, sí hay rollos, la gente me ve y sabe que hay rollos. Entonces para qué me voy a estar ocultando. No, de ninguna forma. No soy sobria, me tengo que hacer notar. Pasé por una etapa donde la gorda tenía que esconderse, la adolescencia, la universidad, y en mi trabajo me quiero hacer notar, es colorido, siempre tienen elementos cotidianos que no se ven convencionalmente en el arte, mezclo muchas cosas, teatro, performances, videos con celular, todo.

“Los niños se acercan, preguntan, yo respondo, pero la tarea se la lleva el adulto responsable”

Y por todas mis compañeras es quizás el trabajo reciente de Rocío con menos ironía. Hay colores chillones, juguetes, intervención de lo urbano, pero es en pos de una temática seria, el femicidio.

-Esta performance es una referencia a la artista Elina Chauvet, que hace esta intervención de zapatos rojos puestos fuera de La Moneda como un homenaje o animita a las mujeres caídas por femicidio, yo cito esto muy abiertamente, muy concretamente, y digo “lo voy a hacer igual pero con zapatos de Barbie”. Porque lo voy a hacer en un espacio íntimo, los voy a colocar en el suelo también y voy a colocar el nombre y la edad, no como murieron. Esta performance se hace con las muertes que van en el año, actualizo gracias a la información de la red de violencia contra las mujeres, ellas tienen un pdf donde sale toda la información. Con zapatos de colores porque así le llaman la atención a los niños, si queremos hacer un cambio, hacer caer el machismo, hay que empezar por los más chicos, porque es cultural, imagínate yo crecí pensando que habían cosas machistas que eran súper normales. Entonces, dije “ya, con esto voy a encantar a los niños”. Los niños se acercan, preguntan, yo respondo, pero la tarea se la lleva el adulto responsable, que tiene que explicar de qué se trata esto. Cuando hago performances sé más o menos qué puede pasar, pero a veces pasa algo totalmentedistinto. Me pasó que tuve que arrancar de los pacos con los zapatitos aquí en Portugal con la Alameda, estaba con mi sobrino también, era una marcha de No más violencia contra la mujer y una paca empezó a gritar que me saquen, que me saquen, un paco fue y agresivo me dijo que tenía que salir, ellos pensaron que yo estaba vendiendo. Mucha gente me ha retado, alguien me dijo “¡y tú estás parada al medio del Paseo Ahumada!” y me retó y me retó, y la misma gente le dijo “oiga, entérense de que está hablando de una cosa cultural de país”.

¿Cómo se recibió esa performance?

-Se provocó un dialogo entre la gente, salió el viejo machista que no se puede quedar callado, salió la feminista que no sabe que es feminista pero defiende la postura. En Córdoba hice lo de los zapatitos pero con mujeres argentinas, en vez de poner los zapatos yo, las invité a poner un par de zapatos a alguien. Era una invitación lúdica pero al hacer el gesto de elegir un par de zapatos para una niña de 12 años era como un homenaje, como ponerle velas a la virgen. Yo iba con los zapatos ordenados en una bandeja y les decía “esto es un homenaje a las mujeres caídas por femicidio, te gustaría poner un par de zapatos en su nombre” y claro se les abrían los ojos y buscaban el zapato perfecto. Lo volví a hacer en Chile para un plantón en Plaza Italia, me invitó la Ximena Riffo a que fuéramos al plantón y hacer alguna manifestación, yo fui con los zapatitos de Y por todas mis compañeras y me pasó una cuestión que fue muy conmovedora y que me sentí un poco patuda de hacer esa performance, apareció una mamá de una niña que había sido muerta por femicidio, ahí se me paró el mundo, no hallaba qué hacer, me puse nerviosa, me comenzó a hablar, y le comenta a la otra mujer que la acompañaba “justo los zapatos que le gustaban a ella” y se le quiebra la voz a la señora, se pone a llorar. No sabía que podía llegar a tanto. De repente no mido lo que estoy haciendo, lo hago siempre con las mejores intenciones, pero no sabía que me podía encontrar con una mamá, que igual agradeció el gesto, que la recordara.

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