Alfredo Castañeda | Tratado Nave-Gante

El artista mexicano Alfredo Castañeda, expondrá bajo el sugestivo título Tratado Nave-Gante, una muestra retrospectiva comisariada por el crítico y ensayista cubano Andrés Isaac Santana, quien reside en Madrid, España. Sobre esta puesta en escena, que supone el cierre de oro de su itinerancia por Castilla-La Mancha, ahora en el Museo Santa Cruz de la ciudad de Toledo, nos comenta su curador que:

Tratado Nave-Gante, se presenta como una exposición de carácter narrativo que cuenta la historia de un viaje. Un viaje cuya finalidad no residió nunca en la llegada a ningún sitio; sino, contrario de ello, en hacer del hecho mismo de viajar la mejor de las metas, el mejor de los destinos: el viaje como cumplimiento de un sueño, de una utopía, de un proyecto de vida.

Es desde esa premisa que nace este “tratado de navegación”, en el que Nave (Hortensia Castañeda) y Gante (Alfredo Castañeda), se erigen como los únicos y privilegiados protagonistas de una gran historia de amor. Un relato que tuvo por escenario el MUNDO como testigo y el ARTE como cómplice. Gante nos dejó una tarde fría de diciembre. Atravesó el umbral de su propia obra para entrar/salir a navegar. De tal suerte el viaje no concluyó entonces, se tradujo en otras formas, en otras maneras de seguir la senda de la inmortalidad.

Esta muestra, que acoge una buena parte de la producción del artista, incluyendo algunos de sus poemas pertenecientes al libro Las horas, se concibe como una suerte de libro de familia. Acompañando al artista y a su abra, están sus hijos, sus nietos, sus amigos, su universo afectivo. Esta, reitero, no es una puesta en escena que distribuye obras de un modo más o menos correcto sobre paredes frías y espacios estériles. Es, por encima de todo ello, un compendio de relaciones afectivas y de enclaves simbólicos que dan fe -si acaso- de la riqueza de una vida.

La obra de Alfredo Castañeda es una suerte de sanación en un mundo de arrebatos y de exterminios, una suerte de alivio frente a la locura de un tiempo cultural que se supedita a las maniobras del espectáculo y del ruido. En ella habita el eco de la epifanía y de la concordia, el concierto de voces que desde la poesía recuerdan la grandeza del espíritu humano. Ella refrenda el más puro gesto de reconciliación entre el yo y el mundo, entre el ser y la nada, entre la pintura y la escritura.

La nave va…

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