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Desde el 23 de noviembre hasta el 23 de febrero, estará disponible la exposición del connotado fotógrafo chileno Luis Poirot en la Sala Norte del primer piso del Museo Nacional de Bellas Artes.

Durante 53 años, la Pontificia Universidad Católica de Chile, realizó un extenso trabajo de investigación y selección del Archivo Fotográfico de Luis Poirot, con la participación de la Corporación Cultural de la Cámara Chilena de la Construcción. Liderada por María de la Luz Hurtado, investigadora de la Escuela de Teatro de la UC, se gestaron cuatro documentales que se presentarán el 6 de enero en el MNBA, y que se emitirán a través de la señal de Canal 13 Cable.

Philippe Blanc, María José Concha y Miguel Luis Lagos, fueron los encargados del diseño museográfico de la muesta, donde se ponen en diálogo obras inéditas junto a otras conocidas del artista, relatos y conceptos evidenciados en más de cuarenta mil negativos en blanco y negro. “La memoria de mi Archivo está solo en mi cabeza. En estos momentos estoy siendo ese hechicero de la tribu que está transmitiendo oralmente: el cuento tiene que transmitirse mientras todavía lo puedo transmitir para que sea de otros y pase a memoria colectiva”, dice Poirot para explicar su necesidad de salvar y conservarlo, tal como como lo hizo en 1973 cuando partió por doce años al exilio, repartiendo sus negativos entre amigos y conocidos para que pudieran salvarse de la amenaza de destrucción recibida los primeros días de la dictadura militar.

Luz, búsqueda, memoria, subversión, incertidumbre, desamparo y esperanza son palabras que se reiteraron en esos verdaderos rituales narrativos que se llevaron a cabo para dar con la memoria que envuelve a cada registro. La exhibición se estructura en cuatro ejes: Violencia de la historia y la naturaleza, Conjuros al tiempo, Muerte y vida: entre el horror y la luz y El gran teatro del mundo.

Retratos de personas destacadas en el ámbito social, político y cultural, así como escenas dramáticas y teatrales captados en parques, cárceles, iglesias, fábricas y casas confluyen en la exhibición que también incluye la mirada del artista desde su experiencia como director y fotógrafo teatral, entre las décadas del sesenta y noventa.

 

“Vengo pues del teatro y no de las Bellas Artes y sus recientes teorías estéticas. Mis fotos no requieren explicación previa o manual de instrucciones para ser vistas. Como la poesía y la música quieren simplemente abrir una ventana que te permita imaginar o recordar libremente, dirigida a los sentidos y no a la lógica paralizante”, cuenta Poirot.

Gran parte de estas fotografías son fundamentales en la historia del teatro chileno. Algunas fueron realizadas por actores caracterizados y posando fuera del escenario, en otros contextos, como si el fotógrafo buscara una síntesis conceptual del retrato del actor y el personaje. Asimismo, Poirot evidencia algunos edificios destruidos o deteriorados por el paso del tiempo como si se tratara de escenarios, enfatizando el drama de esas construcciones.