Cecilia Guridi: un lente para bellezas remotas

“Suena cotidiano, pero a partir de la fotografía uno empieza a mirar de otra manera el mundo, los colores del atardecer, los colores del cielo, de la naturaleza, uno empieza a mirar súper intensamente, quizás no todo el mundo lo ve así”. Así se refiere Cecilia Guridi a su conexión íntima con el mundo de las imágenes, ese espacio generado por la pasión de capturar la vida a través de un lente.

Las personas, sus historias y contextos, sus rostros viejos o jóvenes. La belleza de un rostro anciano, un rostro vívido, del campo, de distintos rincones del mundo. Del Oriente, de África, de minorías culturales, de razas. Es la fotografía como el uso de un lenguaje universal desprejuiciado que habla del ser humano en su esencia.

“Con mi fotografía busco representar una realidad, yo le llamo documentar una realidad, me gusta mostrar las cosas del diario vivir en una foto de forma que produzca emoción, que sea linda, que muestre belleza pero además emoción, que te deje temblando un poco. Un rostro, una mirada que denote la vida, el trabajo, los años”, reflexiona la artista sobre su trabajo.

A pesar de que en general se ha inclinado por los retratos, también ha sabido reconocer y aprender a mirar el drama o la calma de un paisaje, descubrir esa belleza le ha servido para salir un poco de las vidas, de los retratos, para admirar los elementos de la naturaleza, los árboles, los cielos y un sinfín de vidas más.

Cecilia reflexiona acerca de los cambios que ha manifestado su trabajo artístico, que ahora se enmarca más dentro del género fotodocumental. “Retratar una cara, porque sí, tiene su valor. Me gustaba una cara, los ojos, un viejito lindo al que le sacaba fotos y conversábamos, pero últimamente he ido cambiando un poco la escena, he ido documentando, quiero realmente expresar algo, una realidad. Eso ha cambiado mi vida como artista muchísimo porque estoy dando el paso a mostrar el mundo de la pobreza, de la enfermedad, realidades más sufrientes. Esto no quita que retrate a gente que esté contenta, trato de aportar a un cambio de la visión que se tiene de ciertas sociedades o del mundo”, explica la artista.

Cuando trabajaba para el gobierno de Nueva Zelanda con refugiados inmigrantes, su mirada sobre la fotografía cambió, dándose cuenta de que el cambio social que puede llegar a concretar no podía hacerlo de la mano de entidades gubernamentales, por distintos factores. Sin embargo, el cambio podía hacerlo a través de su arte.

Ir a un campo de refugiados, a retratar esa realidad es uno de sus sueños ahora. “Me encantaría poder retratar a quienes están escapando de Siria, los refugiados y presentar eso como mi arte, pero que a la vez tenga una labor, un mensaje potente”. Desea mostrar la tristeza y el sufrimiento para que se produzcan cambios a nivel de sociedades, que estas historias no se invisibilicen, sino que se den a conocer a través del arte de la fotografía.

Un ejemplo de lo anterior, aunque no vinculado a la guerra, El hombre del té, fotografía en la que muestra al hombre y su contexto, para generar un impacto en la audiencia. Para visibilizar a un hombre que se levanta a las 4 de la mañana para ir a una jornada de trabajo de recolección de hojas de té.

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