Luego de dos décadas de investigar procesos en cerámica, pintar y dedicar la mitad de su vida en desarrollar el arte núbico, la premiada artista argentina sueña fundar un centro de investigación y prepara su libro.
“Hago obras para que la gente descubra su potencial”
¿Cómo evoluciona tu obra desde el barro cerámico?
Luego de investigar sus procesos, comprendí la alquimia de la materia en vínculo con el espacio y la totalidad no dividida. En el 1978 sufrí una crisis con la cerámica, inquietudes creativas y espirituales que resolví desarmando aspectos marginales de la materia, ese juego de coordenadas de tiempo y el espacio que, creo, rigen el mundo. Superar esos ejes, desafiaba mi libertad.
¿Hiciste pie en algún concepto?
Cuando hablo de mi búsqueda de retro progresión a la comprensión, al espacio y la materia, cito a Salvador Paniker en su reflexión sobre cotas de referencia. Eso hacía yo, investigar campos referenciales hacia el origen.
Cuéntame tus primeros pasos…
Mi taller era pura eclosión creativa. Descubrí el espejo como proyector de infinitos puntos de vista. Comencé a colgar telas del techo y cuando las observé a través de un espejo en el piso, me dije: Quité la gravitación, ¡se acabó la dualidad!
¿Cómo lograste compartir tu vivencia?
Armé un campo poli sensorial, integrando estímulos de oído, vista, tacto y circuitos provocadores que recorre la persona con su imaginación, a través de un espacio sin ángulos rectos ni signos que identificar. Cuelgo telas con un criterio estético y la gravedad hace lo suyo. En las primeras experiencias dejaba el espejo en el piso. Trabajar la materia antes de generar formas, estimula la capacidad creativa de quien recorre el lugar. Mi aliado es el espacio.
¿Qué lugar das al espacio y al tiempo?
La gente cree que es lineal, pero podemos releer esto desde el hemisferio cerebral derecho a nuevos puntos de vista, territorios y dimensiones. Yo adhiero al punto, la línea, el plano y el espacio, pero blandos, registrables desde mi sentir. Así la ciencia puede analizar un hecho, llegar a una conclusión y un chamán desde su percepción puede tener una lectura diferente.
¿Usas espejos, como el de humo del chaman?
Lo uso por su propiedad de reflejar aspectos, multiplicar perspectivas y cambiar la mirada radicalmente. El chaman entra en un terreno que no pretendo. Con haber podido quitar virtualmente la gravedad tras el espejo, satisfecha.
¿La experiencia más fuerte en las nubes?
Solo al Centro Cultural Recoleta fueron 150 mil personas. Alguien dijo: ‘Grande Mireya, ¡de un “nubazo” terminaste con Newton!’ El salto fue entre La nube I y la nube II. Me desplazaba entre visitantes alcanzando un espejo o lo dejaba en el piso y una de mis colaboradoras, María Herbin, dijo: “¿Por qué no das el espejo a la gente?”.
La experiencia fundamental fue la del filosofo Pierre Restany en La nube III en la Bienal de San Pablo, dijo sentir una síntesis entre sensibilidad y mundo mental sin recurrir a datos culturales. Su opinión dio tranquilidad en lo que hacía. La nube al fin, era un campo de estimulación de la sensibilidad humana donde des-aprender y retro progresar al origen.
¿Cómo simulaste el pulsar de un corazón?
Con La trama humana en 1989, recreo pulsos cardiacos en un espacio para entrar y recorrer. Luego con Alex Fernández, mi socio en tecnología, transformo el organismo pulsante en escultura orgánica.
¿Qué siguió?
Meditaciones, ceremonias. Con Fundación libre y Bibliotecas populares de Argentina hicimos Hagapaz, uníamos tierras de todas las provincias argentinas. Siempre trabajé con la tierra, ahora, unía aquellas transformaciones de la ceramista con la alquimia del-ser-humano.
¿Y en docencia e investigación?
Entre 2004 y 2007 dicté Núbica, seminarios de posgrado en la Universidad de las Artes de Buenos Aires, eventos y puestas espaciales en Plazas de la ciudad. Actualmente sigo investigando obras neumocinéticas junto a Alex Fernández, desarrollo Psiconúbica con la Lic. En Psicología Flavia Grinberg, abordamos puesta en valor y aplicación de postulados núbicos con docentes de Educación Inicial.
“Todo lo que hice desde el campo del sentir puede ser analizado desde perspectivas más científicas”
¿Cómo es tu arte social?
Aplicable a la educación, a la salud, pero sin protesta. En general la gente cree que para cambiar hay que quejarse contra lo opuesto, yo creo que hay que dar instrumentos para acceder a nuevas perspectivas de la realidad, que no es la del mundo de las drogas, donde creen percibir algo diferente y luego los ves caer. Tengo una opinión que grabé en Brasil, la persona dijo que ni con el mejor alucinógeno pudo sentir la levedad experimentada en La nube.
¿Cuándo comienzas a vender?
En el 70’ ya era reconocida ceramista, una galería vendía mis obras. Vendí mucha pintura en Brasil, con una de las mejores galerías de San Pablo, luego de la Bienal decían tenía que quedarme en Brasil, pero con una familia de cinco hijos, elegí Argentina. Ahora vendo al mundo desde la trastienda en mi estación núbica, donde sigo investigando obras espaciales y doy seminarios de capacitación.
Todo sirve para ver belleza y hacer analogías con el sentir, aunque no cotice en la bolsa del arte.
¿De los premios?
Recibí enorme gratificación, premios en cerámica, la Beca Ford, el premio Alicia a la actitud en la vida, el Gran Premio Nacional a las artes visuales, he sido Jurado del Salón nacional, pero el arte nubico pareciera ser más complejo de evaluar, si no lo has experimentado.
¿Arte en el futuro?
Se tiene que bajar de lo sofisticado, debiera estimular la creatividad social. Por eso no hago obras para admirar, sino para la gente. Mi obra es la experiencia con ella.
¿De qué tratará tu libro, Arte para un siglo amanecido?
Del proceso creativo, nuevos modos de ver e interrogantes, del desafío y la libertad de crear nuevos lenguajes con paciencia, amor y rebeldía suficientes como para pensar holísticamente.
¿Tus sueños?
Fundar un centro de investigación donde las neurociencias estudien lo logrado desde el arte núbico, donde se produzcan nuevas obras y se alinee al ser humano con su naturaleza. Llevar este sistema a las escuelas para preservar esa conexión, los niños son naturalmente ilimitados, no habría que esquematizarlos. Cambiar el paradigma que rige el mundo, el del poder y el tener, por sobre el del ser. Dejar que cada ser humano alcance su potencial.