Lorenzo Berg | “La obra de mi padre fue muy particular al instalar el espacio geográfico de Chile al interior de la ciudad”

En 2014 el crítico e investigador de arte Ronald Kay publicó “Lorenzo Berg: un origen”, libro que narra la historia detrás del monumento a Pedro Aguirre Cerda elaborado por Lorenzo Berg. La obra, ubicada en el Parque Almagro de Santiago, nunca fue terminada, a pesar de ser considerada el primer antecedente del Land Art a nivel mundial. Hoy, Lorenzo Berg hijo, arquitecto y profesor de la Universidad de Chile, se refiere a su meta, finalizar la obra de su padre, a pesar del abandono que ha experimentado hace décadas.

¿Cómo un monumento hace uso del espacio público?
Depende mucho del contexto histórico, del contexto urbano, también del interés en el arte. Normalmente, los monumentos en los espacios públicos de Chile habían sido figurativos, es decir, trataban de representar a la persona. Era la figura de la persona lo que se representaba lo más fielmente en una escultura. Lo que hizo esta obra fue romper con ese esquema, y más que la figura física de Pedro Aguirre Cerda, lo que buscaba era la figura histórica e intelectual de lo que hizo su Gobierno. Fue la primera obra en Chile que se elaboró sin hacer una referencia figurativa al personaje, sino más bien a su legado. Lo otro que es bien particular, es que el casco de la Avenida fue concebido como eje cívico, como la gran calle donde iban a estar todos los edificios principales que representan al Estado de Chile. Al lado sur, al otro extremo de La Moneda, iba a estar el Congreso. Entonces eso representaba, en un extremo, al Poder Ejecutivo y, en el otro, al Poder Legislativo. Y esta obra, lo que hacía, era ser el umbral del Poder Legislativo.

«Fue la primera obra en Chile que se elaboró sin hacer una referencia figurativa al personaje, sino más bien a su legado»

¿A qué se debe la idea original del monumento a Pedro Aguirre Cerda?
Cuando ocurrió el terremoto del año 60, mi padre estaba en Italia. Se encontraba lejos de nosotros, su esposa y sus dos hijos; incomunicado. Esta situación le recordó el terremoto del 39, cuando vivía en Chillán, cerca del mar. Su padre no estaba junto a él durante el desastre, lo que le generó gran ansiedad.
La inestabilidad, la angustia generada por el terremoto y la incomunicación fueron los principales factores que lo impulsaron a desarrollar la idea del monumento. A través de él reordenó la geografía de Chile. Instaló estas grandes piedras cordilleranas y las estabilizó; puso el agua como si fuese el mar que rodea al espacio telúrico. Su intención fue ordenar el caos, organizar en Chile su loca geografía.

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¿Cómo se concibe el papel del espectador hacia la obra?
La orientación que tiene es importante explicarla. Si bien, uno adelante ve una escultura de Pedro Aguirre Cerda, ésta no fue parte de la obra original, sino que fue hecha por otro escultor después. La escultura original tiene siete grandes monolitos, cada uno de estos monolitos de piedra representa las siete grandes obras de Pedro Aguirre Cerda y están puestas en el agua de una manera de evocar la geografía de Chile. Lo que hizo mi papá fue traer pedazos de cordillera en estas moles de granito, e incorporarlos al espacio urbano y público de Santiago a través de este espejo. Entonces, si bien es contemplativa también es un espacio lúdico, que tiene el gran espejo de agua; es un lugar de esparcimiento puesto en un parque. Después de esto se hizo un concurso para el mejoramiento de la Plaza Almagro. Ese era el punto central, focal del eje norte-sur de la ciudad, entre lo que es La Moneda y lo que sería el Congreso, y el otro eje oriente-poniente que es el parque Santa Isabel. En el encuentro de estos dos ejes ciudadanos se encuentra esta escultura como parte de un espacio conmemorativo recreativo de esparcimiento, cultura y simbólico de Santiago.

Si el gobierno afirma que la obra está terminada ¿Por qué se plantea que aún no lo está?
Si bien mi papá había ganado un concurso internacional con este proyecto, aprobado por la comisión, por decreto del Congreso y todo, en el desarrollo de la obra la comisión cambió de opinión. Quería que pusiera en el centro, en vez de la llama, que era la primera estructura en cobre que se hacía en Chile, una escultura abstracta con la figura de Pedro Aguirre Cerda, una especie de busto gigante. A lo que mi padre no estaba de acuerdo, porque no tenía que ver con el espíritu de la obra que se había adjudicado. Finalmente le cortaron el contrato a mi papá y no pudo terminar la obra, y desde ahí quedó inconclusa. Cuando lo sacaron se estaban haciendo los trabajos para el espejo de agua que tampoco quedó bien terminado. Y desde esa época esto ha estado en bastante abandono; de repente se le hacen ciertos grados de mantención.

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El Estado finalmente sacó a tu padre de la dirección del monumento y puso a otro escultor ¿Cuál es el riesgo de que un tercero reinterprete la obra?
El artista es un intérprete de su tiempo. Es muy complejo cuando una obra se hace por imposición. Normalmente la obra artística es una obra individual. La arquitectura, que tiene una función utilitaria, tiene un uso y por lo tanto está más sometida a las demandas propias de las personas. Pero una obra de arte puede ser una obra que irrumpe y que quiere ser contestataria y quizás ahí está su valor. Y el Estado tiene que darse cuenta de eso.

¿Cómo vez el potencial de Chile en la disciplina en la que tu padre fue pionero, el Land Art?
El que hace ese reconocimiento inicial, que es Ronald Kay, este crítico de arte, investigador y además poeta. Él lo sitúa como una obra inicial del Land Art que nace en los 60. Mi papá con esta obra se anticipó a artistas, como Michael Heizer y otros que son posteriores. Fue un impacto no menor para nosotros. Mi papá de alguna manera reconoció ciertas tendencias que había, más que en el arte, en la escultura pública hecha por los artistas. Si uno revisa cosas en Chile, se puede ver que la escultura pascuense, por ejemplo, tiene algo de esta manera de imponerse en el paisaje. También se puede ver lo mismo en los rehues mapuches dispuestos en un círculo durante las fiestas que del nguillatún. Mi papá tuvo de niño esta relación con la provincia. Él se interesó en la difusión de la artesanía, del arte popular. Es probable que eso le haya influido en hacer una obra que tenía que ver mucho con la geografía, con la particularidad que el Land Art hace, que es traer la geografía a la ciudad. Eso es único.

“La meta es materializar y terminar la obra como fue concebida originalmente”

¿Cuáles son los planes futuros respecto al monumento?
Hace años atrás me llamaron de la municipalidad de Santiago para tratar de recuperar esta obra. Siempre han tenido el interés, pero no tienen los fondos. Hace dos años atrás el crítico e investigador de arte, Ronald Kay, se interesó en hacer una publicación sobre esta obra y sacó un libro súper bueno con el apoyo del Consejo de Monumentos Nacionales, llamado “Lorenzo Berg: un origen”. A partir de este reconocimiento, el año pasado postulamos a un proyecto del Fondart, que fue adjudicado con muy poquito monto, para tratar de terminar los diseños. Hicimos eso y ahora estamos en el proceso de ajuste para llegar a montos de financiamiento, los que seguramente vendrán de empresas privadas más que del Estado. La meta es materializar y terminar la obra como fue concebida originalmente.
En términos concretos, estamos haciendo estudios de la escultura de la llama: un elemento metálico de cobre gigante que tiene doce metros de altura. Era parte esencial del diseño original. Ahora mandamos el proyecto a algunas maestranzas en metal para hacer las primeras cotizaciones y poder dimensionar el costo total de esto. Seguramente se podrá llevar a cabo, pero en etapas; va a ser muy difícil hacerlo de una sola vez. Además, hay que hacer la reparación del espejo de agua y planear los sistemas de bombeo. Uno lo dice en palabras simples, pero desde el punto de vista técnico no deja de ser complejo.

Imágenes del proyecto original

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