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Claudio Muñoz | El creador de los Monikakos

By 30 de mayo de 2016septiembre 12th, 2024No Comments

Entre la dirección de arte en una agencia de publicidad y la creación de sus Ensamblajes Escultóricos –como prefiere referirse a su oficio y pasión–, Claudio reparte su tiempo y relata que los primeros Monikakos surgen fortuitamente de una etapa introspectiva que se unió a la necesidad vital de hacer cosas, de crear cosas: “Me llena y me ocupa un tiempo que disfruto profundamente”, comenta.

La idea de ser llamado artista no le acomoda tanto: “porque aunque leo harto, no tengo escuela de artista, siempre he sido autodidacta”; y parte de su desarrollo incluye dedicar mucho tiempo a mirar el trabajo de otros artistas, a observar, a ver lo que se está haciendo en el mundo y aprender de ello, a enriquecer su imaginario, que de manera constante va creando y resignificando los objetos que llegan a sus manos; que va transformando objetos que ya existen y que han perdido su función o utilidad inicial, pasando a ser otra cosa: “Se juntan las piezas y pasa algo que es medio mágico-accidental y que me hace muy feliz”.

Entre los elementos utilizados en sus obras podemos encontrar distintos artículos que se repiten: mapamundis, timbres; objetos de uso común como coladores, partes de juguetes o silbatos; y otros que se podrían considerar más “raros” como guantes de cuero, objetos antiguos –casi reliquias–, o herramientas en desuso, que comparten frecuentemente un factor: la mayoría eran artículos con funciones bien específicas, artículos que se desecharon por encontrarse arruinados y que tienen cierto aire evocador de recuerdos que el espectador va reconociendo –o sospechando– a medida que los recorre. Es por esto que una de sus motivaciones es encontarles un lugar donde los quieran, porque están hechos con un cariño bien profundo y eso se percibe en sus trabajos.

Claudio suele visitar lugares donde sabe que encontrará objetos que lo harán visualizar ideas que le inspiren algo: “Consigo cosas que me gustan en ferias, en el persa Bío-Bío, en Valparaíso y en ventas de garaje”. Pero también recibe cachureos de amigos o de la familia, quienes de diversas formas han apoyado sus procesos de creación, lo que también le permite sentir que hay una gratificación distinta a la que le produce el arte, lo hace feliz. Si bien su encuentro con el arte fue relativamente casual, o quizás circunstancial, para él ha sido bueno descubrirse con su tiempo ocupado en algo que le llena el alma y ver que eso va adquiriendo valor con el tiempo, le hace sentir un grado de reconocimiento distinto.

Entre sus temáticas podemos encontrar algunas recurrentes y otras que se van renovando a sí mismas, procurándose sentidos nuevos: “Es todo bien animalario, harto bicho, y también hay cosas antropomorfas”. Aunque también hay objetos más conceptuales o metafóricos presentes en su obra, como las hechas con partes de sillas y libros: La educación-silla; o aquellas en que un objeto que tuvo un sentido quizás desgarrador, triste o brusco, se torna un artefacto decorativo más cercano para el poseedor.

En cuanto al mundo artístico y sus círculos, Claudio se encuentra en constante movimiento y búsqueda, explorando espacios y conociendo gente: “Me gusta participar en hartas cosas y conocer artistas que están en mi sintonía”. Esto le permite conocer personas con intereses o aficiones similares, pero también le ayuda a hacer más conocida la idea del ensamblaje escultórico, ya que a veces sus obras se confunden con el concepto de reciclaje, del que está cerca en el sentido de emplear objetos que podrían ser basura, pero tomando cierta distancia porque lo que hace no es útil, no es un objeto diseñado para que cumpla una función en el sentido de utilitario, pero sí en términos de emoción, porque va resignificando los objetos, manipulándolos para que partes humanas se acomoden junto a objetos que en la realidad no podrían verse unidos. Y confiesa: “Esto del ensamblaje escultórico llama bastante la atención y estéticamente es bastante atractivo, pero es un arte bien particular”.

Algunos artistas llegan a la movida para instalar formas y conceptos que transgreden la formalidad académica o clásica, pero logran estremecer esa fibra sensible a la que el arte apela; y los Monikakos son de esos que entran con su compás a producir algo en el espectador. Algo que conmueve, a veces descoloca, pero que sí o sí te roba una sonrisa.

Niña_tv

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