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Los manifiestos artísticos – Historia y Rebelión

By 17 de mayo de 2016septiembre 12th, 2024No Comments

¿Por qué un manifiesto es importante a la hora de cimentar un estilo artístico? ¿Es realmente necesario?

La verdad es que han existido un sin número de movimientos y estilos en el Arte que no han contado con una declaración de principios, por así llamarlo, y que de igual manera marcaron a la Historia del Arte. Pero podemos decir que la importancia del Manifiesto empieza a tomar fuerza a finales del siglo XIX, y sobre todo en el siglo XX. La consolidación de este medio, como forma de entregar al público las creencias de un grupo de artistas, viene de los movimientos político-sociales que se iniciaron desde finales del siglo XVIII. Ejemplos de ellos hay muchos, pero podemos destacar la declaración de la Revolución Francesa, lo entregado por Marx y Engels con el desarrollo del pensamiento del Comunismo y Socialismo en el Capital, inclusive el movimiento de liberalismo económico de Adam Smith.

El Arte del siglo XIX empezó poco a poco a considerar elementos sociales y políticos que fue incorporando a las representaciones, no como un simple espectador sino como un actor más, entregando contenido y denuncia; tal es el caso de Gustave Courbet, uno de los referentes tomados por los Impresionistas cuando iniciaron su carrera. El Impresionismo es considerado el primer movimiento vanguardista de la Historia del Arte, cuenta con una gran popularidad y fue Manet el primero en declarar las intenciones pictóricas de estos artistas considerados fuera del circuito tradicional del Arte. Su “revolución” cambió la percepción, pero sobre todo impulsó la exploración de nuevas posibilidades estéticas: el paisaje como un tema en sí mismo, el color y la luz, y al mismo tiempo la intención de retratar al ciudadano común y a las experiencias cotidianas que vivían estos artistas franceses.

Sol Naciente, Monet

Sol Naciente, Monet

Este grupo marcó el inicio de lo que ocurriría posteriormente y, mientras los Impresionistas se consolidaron en el gusto popular, surgieron cada vez más artistas y grupos que deseaban romper con la tradición y explorar todas las posibilidades que el pensamiento contemporáneo les entregaba. En este artículo se haría imposible abordar cada uno de ellos, pero es necesario destacar algunos movimientos y manifiestos relevantes.

El Futurismo italiano es un ejemplo de la influencia de la modernidad en el Arte, es la búsqueda por integrar nuevos conceptos y adelantos dentro de la “belleza” en el arte. Filippo Tomasso Marinetti fue el autor del manifiesto, al que se adscriben también Giacomo Balla, Umberto Boccioni, Carlo Carrá, entre otros. Al igual que todos los grupos artísticos buscaban reformular y acabar con los preceptos tradicionales del arte, romper con lo establecido y crear una estética nueva. El movimiento se inicia en Milano en 1909, una de las ciudades más industriales en Italia: en este sentido se comprende la admiración de Marinetti hacia los adelantos tecnológicos que se sucedían con una velocidad nunca antes vista. Es comprensible por ello el deseo de integrar esta “velocidad” en el arte, la máquina, los vehículos, el cine, que finalmente son un reflejo del constante movimiento: “La magnificencia del mundo se ha enriquecido con una nueva belleza, la belleza de la velocidad (…) Queremos ensalzar al hombre que lleva el volante, cuya lanza ideal atraviesa la tierra”, señala en el manifiesto.

El futurismo es el primer grupo que declara una rfuturismoevolución contestaría, que glorifica la violencia en contra del status quo que dominaba Italia, si bien muchos de sus principios nos parecerían algo controversiales hoy en día, hay que comprender que este grito de lucha fue una revolución para abrazar la modernidad.

El Dadá, mucho se puede decir de este movimiento, marcó una revolución en la forma en la que vemos al Arte, e innumerables artistas se influenciaron por sus principios, e inclusive surgieron movimientos que se nutrieron directamente de ellos: como el Surrealismo (años 30) y Fluxus (años 60).

Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) se encontraron en Zúrich un grupo de artistas, escritores y músicos que escaparon de los países en guerra, reaccionaron en contra de ésta con rechazo a su brutalidad. Algunos de sus mayores exponentes los encontramos en Tristán Tzara (creador del manifiesto), Hugo Ball, George Grosz, Francis Picabia, André Breton, entre otros. Su ideología era contestataria y pretendía “cambiar al mundo sin hacer nada”: no proponen un nuevo tipo de arte, simplemente quieren acabar con él. Y para esto formularon un manifiesto en el que expusieron los sinsentidos nihilistas de este grupo de artistas, que respondían a la brutalidad de la guerra y al estado racional de la sociedad contemporánea. “El Dadá implica una actitud más que un estilo, un planteamiento negativo y destructivo que propone la revisión de las tradiciones y convenciones artísticas existentes hasta entonces. Vamos a destruir la concepción tradicional de la práctica artística”, se puede leer en el manifiesto Dadá.

Man Ray, Tzara y Clevel

Man Ray, Tzara y Clevel

Aunque la gran mayoría de los manifiestos surgieron en los núcleos europeos o norteamericanos, quiero destacar un par de ejemplos latinoamericanos: los “tres llamamientos” manifiesto del Muralismo Mexicano de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco. La escuela del Sur, de Joaquín Torres García en Uruguay. El Techo de la Ballena, movimiento artístico y literario de Venezuela en los años 60. Y nos detendremos en el movimiento Antropofágico, que surgió en Sao Paulo durante la década de 1920.

Este grupo significó una de las primeras reivindicaciones artísticas de nuestra herencia indígena en Latinoamérica. Éste se convertiría en el Manifiesto Antropófagico, escrito por Oscar de Andrade que tomó de la obra “Abaporu” (1928), de Társila do Amaral, la idea para la formulación del manifiesto. Abaporu viene de la lengua tupí-guaraní y significa hombre que come. Esta obra inspiró a de Andrade a desarrollar la idea de un movimiento artístico que comería de la cultura europea para transformarla en algo completamente brasileño. Es un texto que toma en cuenta las raíces culturales y naturales de Brasil, como es el caso del mestizaje entre indígenas, portugueses y negros. Para los antropófagos, Brasil tenía identidad propia antes de haber sido colonizada: “Antes de que los portugueses descubrieran Brasil, el Brasil ya había descubierto la felicidad”, señala, explicando la reivindicación de lo originario en el país, una mezcla que es única y que debe ser rescatada y valorada.

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Abaporu, 1928, óleo sobre lienzo, 73 x 85 cm. MALBA, Buenos Aires, Argentina. Publicado en Periódico Arte Al Límite, ED 122

Un manifiesto no es sólo una declaración de principios o la descripción de creencias de un grupo artístico, podemos verlo como la presentación de éste. Es la búsqueda por una identidad definida, posicionarse dentro del escenario artístico en el que se encuentra. Lo consideramos como el deseo de un movimiento por dejar una marca en la Historia del Arte. Podríamos entregar muchos ejemplos y analizar con mayor profundidad la importancia de cada uno de ellos, pero el debate y el estudio queda ahora instalado para iniciar una futura discusión.