Perú | Escultura | Mónica González-Tobón

Habitantes Del Vacío

En cuanto fruto de una idea, la obra de arte encierra un contenido, incorporado en formas susceptibles, excitables, que invitan a desenmarañar la polisemia en ellas comprendida, la riqueza de la idea encarnada. Pero al probar fruto semejante, extraído de un árbol cuya memoria genética entabla relaciones des-jerarquizadas, autónomas, rastreadoras de libertad, surge en la conciencia del observador, el principio de contradicción, como dice Jorge Fernández Chiti, la “ Ley que rige todo el diseño, la praxis artística, y el sistema de fuerzas que constituye toda obra de arte. Se basa en la “ley de los contrarios”, que, en filosofía, se cree motoriza toda forma de vida y existencia”

Una vez establecido el eje de lectura de las obras, elemental resulta decir que para la escultora Mónica González Tobón, egresada de la Facultad de Arte de la Pontificia Universidad Católica del Perú, su trabajo −figuras geométricas realizadas con acero inoxidable y acero corten, modeladas a través de procesos industriales−, es un ejercicio exhaustivo de la razón y el sentimiento, que busca trascender la condición humana, mediante la reproducción del orden y la lógica tridimensionales, posibles de encontrar en todo lo existente.

Como heredera del movimiento abstracto surgido en el siglo XX, particularmente de la escuela vasca, con figuras como González, Oteíza y Chillida, así como de la escuela colombiana, con figuras como Negret y Ramírez Villamizar, la relación entre los planos, la síntesis formal y el vacío, resultan elementos que definen su estilo. Y las operaciones de contención del movimiento dentro del equilibrio, proyectándolo al exterior, así como la producción de formas ajenas a la fuerza de gravedad, son los desafíos técnicos que la movilizan.

Pero también, para González Tobón, la herencia proviene de los símbolos precolombinos encontrados en restos arqueológicos, principalmente del Perú, su lugar de residencia. Corresponden estos a la corporización de lo sagrado, en cuyo diseño coexisten reglas geométricas y aritméticas, derivadas de la observación de los astros. Cabe decir, que en las culturas originarias de América, lo ético y lo estético son el unísono indivisible, por lo tanto, en dicha geometría simbólica siempre se halla presente una voluntad místico-política, condensada en la forma, como expresión de un orden cósmico, donde todos los elementos de la realidad se encuentran interconectados.

Esta voluntad mística, enlazada al cosmos y la geometría en él contenida, dispone también de líneas de continuidad a partir de movimientos como el Suprematismo en Rusia y De Stijl en Holanda, fundamentales para las tendencias abstractas posteriores. Y siendo además la intención utópica, el impulso primordial de estos movimientos germinales, brota desde la obra, otro alcance, también lejano en el tiempo y a la vez, espacialmente entrañable: América Latina, una tierra concebida por una ideología del porvenir, que la ubica triunfalmente a priori, en el libreto de la historia universal. Es una utopía, que deja tras de sí un vacío secreto, una memoria encriptada.

Pero decidir por el contenido del ser a partir de una idea, activando en ello una diferencia, antes de cristalizar un sentimiento propio del tiempo, tramado en la convivencia de los hechos históricos, arroja al ser americano a un futuro que no ha sido revelado por la experiencia; no está en los libros, no ha sido grabado, no participa de memoria alguna; deriva en la nada, no existe. El vacío, en cambio, es condición para el surgimiento del volumen y su diseño, es condición para la incitación al movimiento y su control. El movimiento del ser histórico, en los intersticios de las formas, es doblemente recuperado −en cuanto memoria dos veces encriptada−, en las esculturas de González.

Traer a la memoria el pasado consciente (anamnesis), recuperar un recuerdo oculto en el inconsciente (criptomnesia), son operaciones activadas en el proceso creativo de la artista, las que proyectan a través del tiempo, sus movimientos en el espacio, contenidos en el vacío logrado, compensado por el volumen. Allí habitan, el ser hispánico que hizo posible el surgimiento del territorio americano, el ser que agotó sus fuentes históricas para fundar conquistar un porvenir, el ser pre colombino, aplastado y olvidado por los anteriores, así como el devenir contemporáneo de la cultura occidental, desde un corredor latinoamericano.

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