Revisiones de un pasado latente
El relato histórico de Chile y Latinoamérica se forja a partir del Descubrimiento y Conquista europea; hecho que, sin duda, nos ha definido como sociedad y cultura, trascendiendo los siglos y marcando nuestra identidad desde el mestizaje. Estos tópicos son revisados y cuestionados por la artista chilena Loreto Carmona, principalmente a través de la pintura y la técnica mixta.
La inquietud frente al pasado es uno de los elementos transversales en la obra de Loreto Carmona. Su investigación gira en torno a nuestra construcción identitaria local (tanto de Chile como de América Latina), a los estereotipos, íconos, creencias y costumbres que nos han conformado –en primera instancia de manera impuesta, y con los siglos ya de forma más adaptada. Su interés parte de muy niña, señala, “cuando me cuestionaba la idea de Chile como un país formado, casi en su mayoría, por grupos que llegaron en algún tiempo desde lugares ajenos. Me interesaba relacionar los acontecimientos históricos de Europa con las repercusiones que generaban en este continente, desde el descubrimiento y conquista en adelante. Para mí, el punto inicial de la era de la globalización. El mestizaje, la evangelización a través del arte, el sometimiento ideológico, etcétera.”
Estos temas, Carmona los ha tomado desde distintos puntos de vista, analizando diferentes objetos y por medio de variadas técnicas. Por ejemplo, en la serie Réplica podemos ver pinturas de acrílico sobre tela, en donde se toman como íconos imágenes del Rey Felipe IV de España y su pequeño hijo, pintados por el célebre pintor barroco Diego Velázquez –pintor oficial de la corte española. Estas imágenes son pintadas de forma duplicada simétricamente, creando un efecto espejo que nos habla, por un lado, de nuestra colonización e influencia española, y por otro lado del concepto fallido de réplica o imitación hacia los colonos; aspecto evidenciado sobre todo en aquellos cuadros en que los objetos pintados a un lado no son exactamente iguales a los opuestos.
Por otra parte, las series Conducta de la fascinación, Composición frontal y Circunstancias Acéfalas, fueron realizadas durante el año 2014-2015, tomando como base objetos sacados de la historia del arte así como de las artes decorativas, según cuenta la artista: “característicos de una época que mostraba una fuerte tendencia que tenía Chile y el resto de Latinoamérica por imitar formatos sociales europeos, siglo XIX aproximadamente”. Para llevar a cabo el proceso de creación pictórica, Carmona investiga primero ciertos conceptos relevantes que serán abordados en su obra, para derivar en elementos claves en la construcción de la imagen. Luego, registra objetos que encuentra en diversos lugares, o bien sacados de la web. Después de eso vendría una etapa de postproducción digital, siendo finalmente traspasados a la tela. Es por eso que sus pinturas tienen un tratamiento visual tan fotográfico: en monocromo y con una diferenciación tonal bien delimitada por planos, de un modo casi gráfico. Esa manera de pintar, en general poco convencional, la podremos ver como un sello propio en todas sus pinturas.
Tanto en ésas series previas como en las últimas del 2015, creadas en técnica mixta (entre ellas Adoctrinados e Intervene/interrupt), se percibe un rescate de archivo, tomando imágenes de pinturas u objetos de siglos pasados como referencia de creación o intervención, en los últimos casos. Sus obras actuales tienen la particularidad de utilizar imágenes no para ser representadas –y por tanto reinterpretadas– a través de la pintura con acrílico, sino que son impresas e intervenidas directamente con diferentes materiales como hilo de oro, plumón negro, lápiz, Scotch y chinches, por mencionar algunos. Lo interesante de trabajar con las impresiones o páginas de libros es que aparece la información del autor de la obra, fecha y a veces también descripción o contexto histórico, lo cual brinda mayor referencialidad y comprensión sobre la imagen. Loreto comenta al respecto que, “es en parte la misma línea [de las obras anteriores] pero enfocada desde otros materiales que hace tiempo quería experimentar, porque necesitaba basarme en elementos más de archivo y que pudieran ser más reconocibles por otros. La pintura como única técnica, en este caso, me alejaba del diálogo que intento generar en composiciones donde ahora participa más de un factor”.
En ese sentido, la mirada y cita hacia la historia del arte –y objetos decorativos– es otra constante en la obra de la artista chilena, en parte para poder dar cuenta de aquel pasado colonial que nos continúa repercutiendo de diferentes modos a nivel sociocultural, pero que nos hemos apropiado y tergiversado con las generaciones. Explica: “tengo referentes [de artistas], especialmente ahora que estoy investigando sobre la relevancia del arte como forma de evangelización y conversión de la población local, y cómo se fue estructurando un ‘gusto pictórico’ en Chile. Por esto miro mucho el barroco español, la pintura flamenca, tenebristas, etc.”
Personalmente, me parece muy interesante la obra de Loreto Carmona por intentar retomar y desmembrar un origen cultural que, por evidente que parezca, nos determina y lo ha hecho por cientos de años; una historia que se traduce en visualidades, objetos, obras y también en prácticas. Esa pregunta por la construcción de lo “local” es algo que cada vez se difumina más, acaso porque pocos se interesan o quizás porque ya casi nada haya de local en la cultura posmoderna. Si bien el mestizaje ocurrió en el siglo XV, aún hoy se genera y de forma más diversificada con la globalización y comunicaciones. Tal como afirma Loreto: “hoy en día, con una generación de artistas jóvenes que cada vez se ve más distante del pasado reciente y que está pendiente de lo que pasa afuera, yo diría que se está dando un arte más amplio tanto en técnicas como discursos”.