España | Artista Multidisciplinar | Javier León Pérez

Metáfora del infinito

La obra de este artista es de carácter concienzudo, metódico y detallista. Todo está donde debe estar, nada falta ni sobra. Riguroso tanto en la facturación como en el proceso de trabajo, la obra de Javier nos proporciona toda una experiencia visual.

El trabajo de Javier León Pérez se centra especialmente en la pintura y en el collage realizado con un tipo muy concreto de papel japonés. A modo de puntualización podemos decir que del papel japonés existen dos versiones; una artesanal y otra producida de manera industrial.

El papel artesanal fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco, pero Javier utiliza el papel industrial, que tiene características similares al elaborado de forma artesanal pero que posee una textura uniforme y limpia. Este último se elabora a base de pulpa de fibra de cáñamo de Manila blanqueado, es resistente al agua, flexible y duradero. Tiene un grosor que oscila entre los 17 y 22 gramos que le permite al artista tener suficiente firmeza para desarrollar de forma tridimensional sus trabajos y, a su vez, es suficientemente fino para poder investigar efectos lumínicos y de transparencias.

El respeto y la infinidad de usos que en la cultura tradicional japonesa se le da al papel, desde usos artesanales y decorativos hasta aplicaciones en arquitectura para separar estancias, así como lo que significa el papel para la filosofía Zen (al representar una de las máximas de su corriente de pensamiento que plantea el cambio constante de todas las cosas “todo cambia, nada permanece”), de alguna manera han tenido influencia de forma considerable en la obra de Javier. En síntesis, en su manera de observar las calidades del tipo de papel que trabaja, en el desarrollo personal de sus posibilidades estéticas y en la valoración que él hace de este material efímero.

El papel en occidente se ha utilizado como soporte de la escritura, así como soporte de técnicas artísticas, entre otras aplicaciones, relegando su uso a un segundo plano. A esto se le añade el carácter delicado y efímero del papel, valores que de alguna manera chocaban con el concepto de la permanencia y durabilidad, muy valorados tradicionalmente en nuestra cultura. La obra de Javier pretende yuxtaponerse a esta tendencia cultural que le viene dada.

Para manipular este tipo de material se necesita de mucho conocimiento y destreza. Javier, a lo largo de todos sus años de trabajo, ha desarrollado fórmulas de cortado, plegado y pegado que se adaptan de manera precisa a lo que busca generar con su obra. Cada uno de sus cuadros requiere de fórmulas diferentes de resolución; es por eso que, una vez conocidas las técnicas tradicionales, sea necesario que durante el proceso cada uno de ellos vaya dando luces sobre su resultado final. El propio artista dice: “En cierta medida me dejo llevar por la propia obra, incorporando un sentido de aleatoriedad controlada”. Al ser una técnica más específica y de mucho manejo técnico, se requiere a su vez de diversos tipos de herramientas, tales como bisturís de cirujano con diferentes hojas de corte, cutters, hasta diferentes tipos de tijeras de todos los tamaños y formas para cortar de manera recta o curva, y pistolas térmicas para inyectar el adhesivo de fijación del papel.

Al momento de dar cuerpo a sus ideas manipula pequeños trozos de papel, que pueden ser de tres formas: bien aspecto de hoja de árbol que a su vez se pliegan, bien con forma más redondeada a modo de escama, o también formando tiras de diferentes grosores. Estos trozos de papel conforman un módulo que se va repitiendo gradualmente a lo largo de la composición, generando una imagen final totalmente nueva. Al cubrirse toda la superficie del cuadro se perciben ritmos que se asemejan a un fluido, a un mar de hierba o diversas texturas según la experiencia personal del espectador.

Javier rehúye del empleo en su obra del papel artesanal, aunque según comenta le impresiona la amplia variedad de tipos de papel japonés que existen y cree que se necesitaría más de una vida para investigar en profundidad cada tipo de papel. En ocasiones, en el papel japonés artesanal puedes percibir de forma muy evidente las fibras vegetales que lo componen, se incorporan elementos naturales como flores para otorgarles un sentido más decorativo; y ello, para el artista, es considerado como material con una gran carga energética y de personalidad que condiciona cualquier uso que se quiera hacer de él. El propio papel nos habla, y sobre sus trabajos explica: “Se hace necesario el empleo de un tipo de papel de elaboración industrial, que le confiere una cierta frialdad neutra y silenciosa, un silencio a partir del cual me permite construir de forma más libre la poesía de la obra”.

Existe una constante en todos sus cuadros. Tanto en pintura como en papel, lo que el artista trata de decir es que a través de pequeños elementos, que en principio pueden actuar de forma independiente, se puede integrar y componer una unidad de conjunto a modo de esquema rizomático, y cada una de sus partes se interconecta y se solapa, pero posee un mismo valor. Es una metáfora del infinito, ya que la obra puede continuar expandiéndose infinitamente, saliéndose de los marcos establecidos tanto por el propio artista como por el lugar donde se expone, porque posee infinitas interpretaciones e infinitas posibilidades.

A pesar de los efectos visuales y las diversas sensaciones que genera en su trabajo, Javier no se considera como un artista óptico. Es más, considera que las sensaciones que se pueden derivar de sus trabajos de papel son de carácter sinestésico hacia lo táctil, ya que a través de la mirada se puede percibir su suavidad y textura. Es por esto que no se siente identificado con el arte óptico, pues no trabaja sobre las ilusiones y los errores de la percepción visual humana. Según expresa el artista: “Mis cuadros no pretenden engañar al ojo humano pero sí, de alguna manera, le exige un tiempo para la contemplación”. Las sutilezas y los pequeños detalles son un material plástico-expresivo con el que le gusta trabajar, pero exige al espectador una mirada atenta para poder percibirlos.

La obra de Javier nos invita a agudizar nuestra mirada, explotar nuestros sentidos y poner a prueba nuestra percepción, para poder detectar todos aquellos detalles, relieves, recovecos y texturas que se producen a partir de un pequeño trozo de papel, puntos o líneas minúsculas realizadas a punta de pincel. Nos muestra que no hay elemento pequeño, por muy simple y ordinario que parezca, al que no se le pueda sacar provecho y poder construir así una inmensa riqueza que nos transporte a lógicas de un cosmos personal. Todo esto logrado a través de la repetición de una –aparentemente– simple acción y con un material sencillo, obteniendo con ello toda una infinidad de infinitos.

Comentarios

comentarios

No Comments Yet

Comments are closed