Robert Pokorny | La naturaleza visual de lo abstracto

La figura humana sutilmente delineada se asoma entre el color y la abstracción, jugando a compartir protagonismo en la escena retratada de una obra de arte. Deja entrever en su manufactura la instancia en la que la ficción flirtea, sin ánimo de predominar o competir con el cuerpo humano, creando un balance visual. De esta manera, la obra emerge a la vida donde Robert Pokorny le ha abierto un espacio al que prestar atención.

“What you see is a hybridization of figurative and abstraction”
– Robert Pokorny.

Imágenes cortesía del artista.

“Consciente o inconscientemente descompongo entornos y los hago elementos formales”, así describe el estadounidense Robert Pokorny los precedentes de un trabajo al tiempo sensible e irresoluto. Los colores, las ondas y la geometría se baten a duelo en un trabajo que promueve el vaivén de lo afectivo y psíquico, derivando en un relato sin otro final que el que quiera moldear, en su mente, el espectador. Sumergir lo figurativo en la relatividad gesta puentes sensitivos en los que lo preconcebido se ve expuesto a la imparcialidad de la consciencia y al arbitrio de la interpretación. Esta dependencia, crea un amplio espacio interpretativo frente al que los ojos circundantes no quedan inmunes. Relatar esta interacción con la obra resulta una segunda génesis, que le deja en el limbo, que la desprende de la realidad y la retiene convencida.

La intuición delega a la forma orientar un balance mesurado entre lo figurativo y lo abstracto, a desarrollar un argumento que en la descontextualización de lo clásico y formal, provoca un derroche de efusividad, color y difusión de contornos. “Ocurre un diálogo interno en el retrato, el cuerpo y la forma se mezclan”, explica el artista refiriendo al efecto que produce intensidad y fluidez. Todo se reúne en torno a la búsqueda del sentido, de una profundización tópica que en la materialización de sus partes y fragmentos, su composición, construcción y deconstrucción, verbaliza la relatividad, complejidad e infinitud de los motivos que conducen esta búsqueda.

Como trayendo a la vida lo plasmado de una emoción viviendo en la idea, la agrupación de partes de un cuerpo que aún conserva su forma por medio de vínculos geométricos, relatan una historia que parece fiel al retrato de una sensación. Lo que el arte desdibuja, se condensa y compacta en la interpretación del espectador que descubre, por medio de la técnica de Robert Pokorny, el mundo de los sentidos y los pensamientos traídos a la contemplación del observador, a la realidad. En la praxis, los colores lucen la estridencia y saturación de la idea, resaltan o desaparecen en los enlaces haciéndose protagonistas o no, y consiguen una palabra.

© Robert Pokorny
© Robert Pokorny

Tom Clancy, escritor y compatriota del artista, dijo una vez que la diferencia entre la realidad y la ficción era que la ficción tenía más sentido. En efecto, la densidad conceptual y ese intento por desbordar la totalidad panorámica de su trabajo hacia un derroche de sensaciones y estimulaciones, hacen que lo propio de la praxis y lo empírico se complemente con la magia y configure una imagen que incluye en su manufactura los afectos creados y expresados interiormente por Pokorny, para hacerlos dialogar con el espectador. “Es una búsqueda psicológica de sentido, una presentación aguda de mi visión de la realidad –enuncia el artista–, lo que ves es un híbrido entre lo figurativo y la abstracción. Encontrar el balance entre los dos me satisface”, explica trayendo sobre la mesa un aspecto que parece armonizar los atributos psicológicos y afectivos propios del ser humano con la naturaleza de la existencia de manera conexa y equilibrada, haciendo arte sobre el mensaje y la tela.

La pintura parece no tener cabida en la reminiscencia o cualquier evocación hasta que se aparece el hombre. Un fragmento de figura humana que parece ordenar el camino de la vista, se repite haciendo eco. Luego se pierde o desdibuja, entre formas geométricas, para aparecer en daltónicos bultos o líneas que parecen abrigarle, acogerlo y ocultarlo.

Ajeno a la superficialidad estética y a aquello que por inmerso en la globalización se sume en un vertiginoso afluente de imágenes sin sentido, sobrepuestas y estimuladas, Robert Pokorny descompone el cuerpo humano y lo vuelve una serie de piezas construidas sobre la base de la inmersión del ser en un sinnúmero de bemoles y características que le determinan, definen e influyen. Así, el individuo, entendido como ser gregario y necesariamente compuesto, se transforma ante los ojos del espectador en una trama descrita, en intuiciones y acciones aleatorias y espontáneas. “Mientras pintaba, mi objetivo fue conseguir un cierto nivel de disipación que dejara a la acción y a la pintura dictar lo que podía desarrollarse”, relata el artista.

Los trazos, líneas y marcas en su trabajo quedan a disposición de su proceso cognitivo, del fenómeno que sucede dentro de sí cuando comienza a cuestionar la existencia y su inmensidad. “En cada marca de intuición que dejo, la confianza es la clave”, confiesa, dejando entrever aquel secreto donde afirma que ningún elemento, ni componente de sus obras resulta de un error o un titubeo.

Allí donde todo nace y se mezcla surge la imagen, un cuerpo y una abstracción que delata un estado cuya naturaleza se exime de una interpretación absoluta e incuestionable. “El tira y afloja de los trazos que voy dejando es una reacción, así se va dibujando una precaria línea de éxito, o fracaso”, explica insinuando que no hay retorno hacia el inicio de una obra en proceso.

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Es preciso pensar en aquellas palabras que heredamos de Víctor Hugo: “el cuerpo humano no es más que apariencia, y esconde nuestra realidad”, pues el trabajo de Robert tiene mucho de esto en su materialidad y terminación. Cada forma y espacio construye una ilusión bilateral que cuestiona la esencia. En ellos hay una percepción sensorial que asoma a la consciencia y desafía a ese presente que, para muchos autores de todas las épocas, es un punto invisible e inexistente empíricamente, una suma consciente de memorias e ilusiones. “Estoy presentando ideas que revelan una sensibilidad más profunda y la curiosidad inherente a la búsqueda de sentido”, culmina el pintor.

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